Miguel Domínguez Vaz: "El PP local debe generar más ilusión porque si no va a ser muy difícil gobernar"

Gestor intachable, ha convertido el pequeño sanatorio de su padre en un referente nacional. Pese a su vínculo con el sector privado, defiende la hegemonía de la sanidad pública y no duda de que superará estos momentos de crisis. También es optimista sobre el futuro del Pontevedra, su gran pasión, pero no tanto sobre el de su propio partido político

hablar de miguel Domínguez Vaz (Pontevedra, 1949) es hablar de un referente pontevedrés en tres frentes bien distintos pero, a la vez, íntimamente ligados entre sí: salud, deporte y política.

El paseo comienza en el centro sanitario de la calle Castelao que lleva el nombre familiar: «Me bautizaron aquí el 16 de julio de 1949, el mismo día que se inauguró el hospital, por lo que se podría decir que llevamos vidas paralelas».

Sus primeros estudios tuvieron como escenario el colegio Inmaculada, desde donde dio el salto a la Universidad de Santiago para cursar la carrera de Medicina, si bien la especialidad de Traumatología la realizó en Madrid. «Cuando regresé a Pontevedra, en 1977, saqué una plaza de adjunto en Montecelo, donde estuve ocho o nueve años».

El gran salto profesional de Miguel Domínguez llegó en 1994 cuando, junto a su hermano Rafael, se hizo cargo de la dirección del hospital, que desde entonces ha venido experimentado una profunda renovación, tanto en el apartado físico como en el asistencial. De aquel pequeño sanatorio que Miguel Domínguez Rodríguez puso en marcha en la Casa Carral, con capacidad para unos pocos pacientes, se ha pasado a un centro puntero a nivel gallego (e incluso nacional) en un amplio abanico de especialidades.

La opinión extendida entre los coetáneos del traumatólogo es que aquella Pontevedra de los años 50 y 60 era muy hogareña, muy íntima, muy familiar. «Es cierto. Había acontecimientos que aunaban a la ciudad en torno a ellos, por ejemplo, el equipo de fútbol. Era una ciudad en la que casi todo el mundo se conocía, a diferencia de lo que ocurre hoy en día».

El Hospital Miguel Domínguez se encuentra en una de las zonas donde la transformación urbana ha sido (y está siendo) más evidente. «Pontevedra ha cambiado muchísimo y lo veo muy positivo. Recuerdo, por ejemplo, que el Lérez era una zona muy abandonada y hoy, gracias a la recuperación acometida, tiene unos paseos preciosos». De hecho, el entorno del río es uno de los lugares frecuentados por el galeno y su esposa durante sus habituales paseos.

«Pero también recorremos la zona antigua de la ciudad y ahí destacaría cómo han mejorado la Alameda, As Palmeiras, A Ferrería, A Leña, Santa María...», apunta el galeno, aunque no todo son flores: «Se echa en falta algo de industria».

Resulta inevitable introducir en este paseo la preocupación colectiva sobre el futuro sanitario gallego y más concretamente el de Pontevedra. «Llevo 40 años en el mundo de la medicina de la ciudad y sé que la privada ha cambiado mucho en los últimos 10-15 años: se gestiona mucho mejor, se ha invertido mucho en recursos humanos y tecnología, y hay importantes capitales muy interesados en invertir. No obstante, la sanidad pública sigue siendo de las mejores del mundo».

Miguel Domínguez tampoco es ajeno al debate sobre un nuevo hospital o ampliación de Montecelo y admite que también tiene su opinión al respecto, «pero darla no me va a traer más que problemas, por lo tanto prefiero reservármela». Sin embargo, ante una pregunta directa: «¿Iremos hacia un modelo americano, en el que quien quiera sanidad tendrá que pagársela?», él lo tiene claro: «Para nada. La sanidad pública es lo suficientemente sólida como para conservar los valores importantísimos que tenemos de solidaridad y no se debe deteriorar. Es un patrimonio que no se debe perder nunca».

Pontevedra C.F.

La prolífica actividad de Miguel Domínguez también le ha llevado a presidir, al igual que su padre, el equipo de fútbol de la ciudad, que no atraviesa por su mejor momento, enfangado en la Tercera División, con demasiadas turbulencias internas y con jugadores indignados por no cobrar. «Es un equipo al que tanto yo como toda mi familia le tenemos mucho cariño. Y claro que nos da pena verlo en esta situación. Pero el Pontevedra ya pasó por otras situaciones difíciles y, a diferencia de otros clubs, que tuvieron que desaparecer, siempre salió adelante. Algo tiene que no le permite desaparecer».

Aunque destaca el esfuerzo que está realizando la actual directiva para sacar adelante el club, el expresidente asegura que se ha llegado a esta complicada situación «debido a errores humanos», con el matiz de que «seguramente las decisiones se tomaron con la mejor intención».

Trayectoria política

Otra de las facetas desempeñadas por Miguel Domínguez fue la de político. Militante del PP, fue concejal con Juan Luis Pedrosa en 1993, vicepresidente provincial delegado de Deportes con Manuel Abeledo y parlamentario bajo el mandato de Manuel Fraga. «Tengo muy buenos recuerdos de mi paso por la política. Juan Luis fue un gran alcalde, aunque creo que le faltó un poco de tiempo para completar sus proyectos. En la Deputación me sentí muy cómodo con Abeledo, porque me dio responsabilidad en un área que siempre me había gustado y en el Parlamento no tuve nunca ningún conflicto».

En cualquier caso, y para no dar pie a especulaciones, alerta de que «son etapas que se pasan y ya se me pasó el gusanillo de la política». Apunta, eso sí, que los toros se ven muy distintos desde el otro lado de la barrera. «Dirigir y tomar decisiones es mucho más complicado de lo que parece desde fuera».

El PP local

Sobre el presente y el futuro de su partido en la ciudad, Domínguez no puede obviar la realidad: «Está en un momento difícil y, aunque tanto a nivel autonómico como provincial se mantiene el liderazgo, a nivel local hay que generar un poco más de ilusión porque si no va a ser muy difícil gobernar».

En este sentido, comparte la idea muy extendida entre los simpatizantes del PP de que al partido le falta un líder carismático, como lo es Fernández Lores en el BNG. «Sí, porque la política son sentimientos y los sentimientos hay que movilizarlos. Y para eso hay que generar ilusión. Y quizás en Pontevedra estemos un poquito faltos de esa ilusión...».

El gran reto del daño cerebral

El reto asistencial más inmediato del Hospital Miguel Domínguez lleva unos meses tomando forma en sus instalaciones de La Merced, en Poio. «Es un proyecto relacionado con el daño cerebral, en el que hemos invertido mucho dinero y recursos humanos, aunque todavía se está dando a conocer a nivel nacional».

Miguel Domínguez indica que los pacientes y sus familias «tienen una gran satisfacción por los resultados, teniendo en cuenta que son casos muy complejos».

La unidad atiende aquellos daños cerebrales derivados de traumatismos, bien por un accidente laboral bien por un accidente de circulación. «En la Medicina pública todavía no hay unos protocolos de asistencia muy definidos y en la privada, dentro del área del Noroeste, tampoco, salvo nosotros».

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