''Es la sexta, la séptima o la octava vez que nos entran a robar. Ya he perdido la cuenta''

Uno de los propietarios de la vivienda indica la ventana por la que accedieron los ladrones. javier cervera-mercadillo
photo_camera Uno de los propietarios de la vivienda indica la ventana por la que accedieron los ladrones. javier cervera-mercadillo

PONTEVEDRA. Los propietarios de una vivienda del lugar de Casas Novas, en Mourente, viven desde hace algún tiempo con la mosca detrás de la oreja. El motivo: que los ladrones que ‘operan’ por la parroquia tienen su casa como uno de sus objetivos preferidos. Cerca de una decena de robos, según recuerda Pepe, el dueño de la vivienda afectada, han sido registrados allí en los últimos años. «Es la sexta, la séptima o la octava vez que nos entran a robar. Ya he perdido la cuenta».

«El último tuvo lugar el miércoles por la noche, y el modo de actuar fue el mismo que en anteriores ocasiones. Hay varios ventanales por los que han entrado, pero la manera de entrar es la misma», señala la víctima.

Pepe desconfía de «una persona de la zona, un caco. No sé si es alguien que viene cada vez que sale de la cárcel de A Lama. Tiene que ser un ladrón de poca monta, porque a veces lo que se lleva no es más que para comer o beber. Cuando se celebró la Festa do Xabarín en Cerdedo, por ejemplo, me llevó la comida, y en otras ocasiones desaparecieron botellas de vino y de whisky de la bodega».

El principal problema que tiene esta familia es la baja altura de un muro exterior de unos cien metros de largo que apenas levanta 150 centímetros del suelo. «Entran en la finca por ahí con total facilidad, a través del muro. Una vez dentro, hay que tener en cuenta que la casa es grande, y muchas veces es difícil sentir desde arriba lo que ocurre abajo. Un día, por poner un ejemplo, entraron en la cocina, cogieron un chorizo y se pusieron a merendar tranquilamente».

Desperfectos

En cuanto a los daños que causan los ladrones cada vez que se adentran en esta casa, Pepe indica que «son sobre todo en las ventanas. Una vez la rompieron cuando la intentaban pinzar con un destornillador, según los indicios que tenemos. Otras veces utilizan una piedra de jardín que cogen aquí, en la casa, para romper la ventana (cuando no están en la casa). Incluso llegaron a recubrir la piedra con un toallón para no hacer ruido», recuerda el afectado.

De todos estos sucesos, los más cuantiosos en lo que a las pérdidas se refiere ocurrieron años atrás, según puntualiza Pepe. «Hace años se llevaron un gran botín, con muchos abrigos de piel, según recuerdo». Otro de los robos en esta vivienda ocurrido hace algunos años terminó de forma trágica para el asaltante, que falleció ahogado en el río Lérez a la altura de Bora mientras trataba de poner pies en polvorosa.

Miedo

Los residentes en la casa, que habitualmente son Pepe y su esposa, empiezan a sentir cierto temor ante la repetición de los robos. «En el último año y medio entraron tres veces», recuerdan. El aspecto que más les preocupa es que en algunos de estos asaltos los ladrones entraron a pesar de que ellos se encontraban en la casa. «Tienen controlado cuando entramos y cuando salimos, pero alguna vez ya entraron con nosotros dentro. Hoy en día, con los sistemas de tipo ‘Climalit’ que hay en las casas, no se escucha nada. Cuando escucho algún ruido me armo con lo que tenga a mano y bajo, pero prefiero no coger un arma, que las tengo, para evitar problemas», añade.

Ninguna pista

Pepe, que denunció los hechos a la Policía Nacional, asegura que «no hay ninguna pista. La Policía Científica estuvo por aquí tomando huellas, su respuesta siempre ha sido impecable, pero nunca hemos tenido resultados». El afectado ironizó sobre el discurso habitual del subdelegado. «Según Delfín Fernández, la cosa está controlada, pero yo no lo veo así».

La intención de esta familia a partir de ahora es la de ampliar las medidas de seguridad con las que cuentan para evitar que estos robos sigan reproduciéndose. «Vamos a tener que levantar un muro más alto y poner una alarma exterior, porque dentro de la casa ya la tenemos».

Pepe es consciente de que los cacos saltan por el muro. «Se ven las pisadas cada vez que entran y salen, pero el muro tiene 100 metros, es muy largo», añade.

Uno de los aspectos que más preocupa ahora a esta familia es la falta de pistas fiables, y más teniendo en cuenta que el amigo de lo ajeno que entró a robar el pasado miércoles no dejó rastro, pues llevaba guantes. La respuesta de la Policía es que «si vemos o escuchamos cualquier cosa que nos pueda resultar sospechosa, les llamemos».

Fuentes de la Comisaría Provincial confirmaron la recepción de los escritos de denuncia por estos hechos y el inicio de las investigaciones pertinentes a partir de los restos biológicos recabados por los agentes de la Unidad de Policía Científica de la Policía Judicial.


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