Guardianes que custodian los centros de espiritualidad

El alcalde conversa con varios ediles de su grupo tras el Pleno.
photo_camera El alcalde conversa con varios ediles de su grupo tras el Pleno.

PONTEVEDRA. «Un centro de espiritualidad es un lugar en el que, por su dedicación, tiene un cierto atractivo que sobrepasa lo local. Es un enclave al que acuden los creyentes por diferentes motivos de carácter religioso». Esta es la definición con la Javier Porro califica a este tipo de lugares de culto, entre los que se encuentra Santa María la Mayor, la parroquia que él mismo y Calixto Cobo dirigen y custodian para atender las necesidades de los devotos.

En Pontevedra hay varios centros de espiritualidad, en su mayoría de devoción mariana, que además de tener interés turístico son entes con vida propia y que están gobernados por distintos colectivos y entidades religiosas.

Así, además de la Real Basílica de Santa María la Mayor, regida por dos sacerdotes, hay otros lugares de fe a los que acuden los devotos a rezar y a recibir los sacramentos. Entre los más destacados figuran el santuario de Nuestra Señora del Refugio la Divina Peregrina (gestionado por la Cofradía de la Peregrina), el convento de San Francisco (dirigido por la congregación de frailes franciscanos) y la Casa del Inmaculado Corazón de María (también conocida como Santuario de las Apariciones, que está regida por la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel).

Los centros de espiritualidad están ganando protagonismo en los últimos tiempos. «Se nota que muchísima gente vuelve a la iglesia», asegura Javier Porro. Añade que «por un lado, hay muchas personas que han estado durante años apartadas de Dios y de la Iglesia -quizás en parte por culpa de la propia Iglesia, que no hemos ofrecido esa cercanía- y, por otra parte, hay personas que nunca habían tenido experiencia de Dios y de Iglesia y que ahora la están descubriendo por primera vez».

En este sentido, el religioso de Santa María la Mayor precisa que «estamos teniendo casos de gente ya adulta que pide bautismo, y también gente que fue bautizada y que ahora está descubriendo a Dios en los ‘Lunes indiferentes’, una especie de charlas y coloquios en los que también estamos teniendo testimonios de conversiones de gente que vive entre nosotros y que descubre a Dios por primera vez».

Porro opina que el regreso de los devotos a los templos «no está vinculado tanto a la crisis económica actual como a la crisis espiritual que hemos vivido durante muchos años en la denominada sociedad del bienestar. Hay muchas personas, sobre todo de mediana edad, entre 40 y 50 años, que piensan que su vida tiene que tener un sentido más allá de lo que sea trabajar, estudiar o pasarlo bien. Hay gente que tiene un gran anhelo de algo y, en fondo, descubre que tienen el anhelo de Dios».

El complejo parroquial de Santa María la Mayor es un lugar de visita, de confesión y de formación. «Hay personas que buscan irse a Fátima o a Lourdes para tener experiencias fuertes de Dios, o se van una semana a un monasterio, pero en la parroquia de Santa María también intentamos que no sea estrictamente necesario irse fuera sino que, también en un ámbito parroquial, una persona pueda encontrarse en silencio con Dios. En ese sentido, es de agradecer la colaboración de los guías turísticos porque han sabido respetar el ámbito de oración que es la iglesia», destaca Porro.

Peregrina

El Santuario de la Peregrina es un templo emblemático en el discurrir del Camiño Portugués de peregrinación. «Es un importante referente en lo que se refiere a la espiritualidad y religiosidad de Pontevedra y sus alrededores, para cuantos nos visitan y muy particularmente para los numerosos peregrinos que se encaminan a Santiago», explica José Vidal, vicepresidente de la Cofradía de nuestra Señora del Refugio la Virgen Peregrina, entidad propietaria de este centro mariano que, al mismo tiempo, se encarga de su conservación y de manter el culto.

La junta de gobierno de la Cofradía y el rector del Santuario, José Lage Radío (párroco de San Bartolomé), organizan el quehacer diario de este centro de espiritualidad, que está bajo la jurisdicción eclesiástica del Arzobispado de Santiago.

Según José Vidal, «los pontevedreses acuden a este Santuario «diariamente y en gran número. En cualquier momento del día encontramos a hombres y a mujeres dedicando un tiempo a la oración o a la mediatación, o bien asistiendo a los actos de culto que consisten, fundamentalmente, en la celebración de la eucaristía y el rezo del Rosario».

Casa de las Apariciones

El Apostolado Mundial de Fátima es la entidad religiosa propietaria de la Casa del Inmaculado Corazón de María, un importante centro de religiosidad y de peregrinación situado en el centro histórico, donde residió durante varios años Sor Lucía, la vidente de Fátima. Desde hace unos meses está siendo gestionado por la la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, asociación pública de fieles fundada el 30 e junio de 2009 al amparo de la Diócesis de Tui-Vigo, en la provincia de Pontevedra.

La Casa de las Apariciones registra una intensa actividad litúrgica durante todo el año. Además, recibe miles de visitas de turistas deseosos de conocer el lugar donde Sor Lucía recibió la visita del Niño Jesús y de la Virgen María.

El convento de San Francisco es otro de los centros de religiosidad más importantes de Pontevedra. Lo gestiona desde el siglo XIV la orden franciscana (desde 1835 hasta 1909 estuvo desatendido, cuando la desamortización de Mendizábal expulsó a los religiosos de los conventos), que todos los días mantiene abierta la puerta del templo a los fieles que acuden a misa, a rezar o a confesarse y recibir los sacramentos. «Desde siempre nos hemos preocupado muchísimo del sacramento de la penitencia», destaca el superior de la orden, Gonzalo Diéguez.

Entre las actividades de atención espiritual más destacadas figura el ‘Catecismo de San Francisco’ y la labor de asesoramiento religioso que desarrolla con grupos de devotos como la Tercera Orden Franciscana y la Pequeña Familia Franciscana.

Mesa camilla y limonero de fe

La parroquia de Santa María la Mayor ofrece a los devotos un punto de encuentro especial. Consta de una mesa camilla situada en la Basílica donde los sacerdotes atienden a las personas que quieren hablar con ellos. «Es gente que, con fe o sin ella, vive situaciones complicadas o quiere que les ayudemos a resolver dudas de fe», explica Javier Porro.

Además, dentro del templo se encuentra un limonero que hace alusión al plan pastoral diocesano cuyo lema es ‘Por sus frutos los conocereis’. «La semilla de la fe debe dar buenos frutos», sentencia Porro.

Entrevista con Gonzalo diéguez, superior de los franciscanos

el convento de San Francisco no solo atiende las necesidades espirituales de los devotos. Además, ofrece un plato de comida a las personas necesitadas, como explica Gonzalo Diéguez, el superior del templo y encargado del Comedor Pan de Pobres, que los franciscanos vienen gestionando desde hace 25 años.

¿Funciona todos los días?

En efecto, todos los días, excepto los festivos religiosos.

¿Cuántas personas lo utilizan?

Desde el principio comenzó con bastante gente. Este último año se nota un incremento fuerte, de entre un 20 y un 25 por ciento de personas.

¿Cual es la media de usuarios?

Como media al mes acuden al Comedor entre 110 y 115 personas todos los días. A final de mes siempre baja un poco el número de comensales porque algunos cobran las pensiones. Regresan dos o tres días después.

¿Qué papel desempeñan los voluntarios en la prestación de este servicio benéfico?

La colaboración de los voluntarios es muy importante porque sin ellos no podríamos desempeñar esta tarea. Contamos entre 15 y 20 voluntarios.

¿Cómo sufragan los gastos?

Ante todo quiero destacar que estoy admirado de lo tremendamente solidaria que es la gente de Pontevedra. ¿Que de dónde sacamos lo necesario para mantener el Comedor? Básicamente de dos petos situados en la iglesia, en los que la gente echa su limosna. El 85 o el 90 por ciento de lo que gastamos en el funcionamiento del Comedor son los donativos de los devotos, aunque también contamos con algunas ayudas, como la de 12.000 euros que nos concede el Concello todos los años.

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