«Hay tipos de juego muy dañinos»

 La deficiencia visual del presidente de la Once, que solo ve un poco con su ojo izquierdo, le ha obligado a desarrollar una tenacidad útil en su trabajo. Esa cualidad le ha llevado a pedir al Estado el permiso para hacer un sorteo extraordinario en Navidad y a denunciar los peligros que supone Internet en cuanto al azar, sobre todo para los jóvenes

LLEGA A LA CITA fijándose en todos los detalles y describiendo cómo era el parque de As Palmeiras en su infancia. Miguel Carballeda dejó Pontevedra a los nueve años y cada vez que regresa se le acumulan los recuerdos. «Este lugar es el que me hacía sentir más libre. Ahora estoy viendo el parquecito, entonces me parecía inmenso. El lago de los patos también parecía más grande».

La necesidad obligó a su familia a trasladarse a Palma de Mallorca, adonde una hermana ya había llegado para dedicarse a la hostelería. «Para mí se abría un mundo nuevo muy emocionante. En Palma encontré el Mediterráneo, mucha luz y la explosión del turismo de los años 60, que me llenó personalmente. Pero la morriña te hace volver siempre».

Ahora vuelve cuando puede, encontrando una ciudad muy cambiada. «Sobre todo arquitectónicamente, por la recuperación del casco viejo y el cuidado de la accesibilidad. Es un trabajo impresionante en el país que convierte a Pontevedra en uno de esos lugares para recomendar».

Pero Carballeda no es tan políticamente correcto como para no hablar de puntos débiles. «En mi opinión particular, en la Praza de España y delante de la Deputación, donde se hizo un subterráneo, ha quedado un exceso de piedra. Tendrían que cuidar eso». ¿Qué más llama su atención? «Cada vez que venimos con alguien de fuera, como esta vez, que vengo con compañeros nuevos para enseñarles mi ciudad, acabamos hablando de las farolas. que son preciosas, pero Pontevedra es mucho más bonita todavía. Las farolas tienen su ventaja: dan muchísima luz, algo importante para los que tenemos esta carencia».

El presidente de la Once tiene una gran deficiencia visual, tan solo ve un poco con su ojo izquierdo. Su trabajo es también su lucha diaria. «Es una lástima que las circunstancias que nos rodean hayan causado la anulación de un convenio que había con el Imserso. La Administración central ponía un dinero, la Fundación Once otro y los ayuntamientos también contribuían, permitiendo que en España se hablase de accesibilidad. En este país se reciben millones de turistas cada año, de los que muchos son mayores y algunos tienen alguna discapacidad. Tenemos que ofrecerles ciudades amables y accesibles: la accesibilidad es un valor añadido de la oferta turística».

Tras vivir en Palma de Mallorca, donde vendió el cupón a pie de calle, conoce bien la situación. «Queda mucho por hacer porque sufrieron un ‘boom’ de construcción muy acelerado y en consecuencia no se pensó. Nosotros no reivindicamos cosas solo para las personas con discapacidad, es que todos vamos a ser mayores, que es lo mejor que nos puede pasar. Los escalones nos condicionan y producen accidentes: con una rampa se arregla para todos. Los autobuses de pisos bajos ahorran cantidad de denuncias a los municipios. Fíjate a veces las ventajas que tiene pensar en toda la ciudadanía».

oferta. En su infancia en Pontevedra, la Once vendía un cupón de tres cifras diario conocido como ‘los iguales’. Hoy en día la organización cuenta con diversas opciones de juego, entre ellas la venta por Internet. «Ya nos gustaría a nosotros que la oferta fuera más reducida, pero tenemos que competir. Lo que no es justo es que no se nos permita hacer un sorteo extraordinario en Navidad, que es algo que la sociedad no sabe. La Administración del Estado no lo permite, y sin embargo Cataluña va a hacer uno el 31 de diciembre, porque ellos tienen un Estamento de juego. Hay una cierta marginalidad con la Once que pido que se corrija».

¿Y qué opina del aumento del juego en España? «Hacemos juego responsable pero hay otros que están siendo muy dañinos, sobre todo para los jóvenes. Las nuevas tecnologías no generan empleo en este sentido, solo generan nuevos dependientes».

Mientras el consumo de páginas de apuestas sube como la espuma en la red, en la Once la clave sigue siendo, por el momento, el contacto con el vendedor a pie de calle. Gracias a él se ayuda, por ejemplo, a nietos ciegos de emigrantes gallegos en América Latina a través de FOAL, formándolos, dotándolos de herramientas para producir braille y algunas veces hasta un puesto de trabajo. También está presente en lugares de África donde los ciegos todavía son expulsados de las aldeas porque sus habitantes creen que se trata de una maldición. Esos y muchos otros son los motivos que los han llevado a optar a los Premios a la Concordia de este año. «El 7 de septiembre estaremos en Buenos Aires esperando».

Tras toda esa lucha se esconde un hombre de personalidad tranquila, que espera jubilarse en una ciudad pequeña para hacer lo que hacía de niño, cuando vivía en Mollavao, en la carretera de Marín. «Pasear y pensar».

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