Incinerada en la más estricta intimidad la joven pontevedresa asesinada en Madrid

PONTEVEDRA. La joven pontevedresa Rocío Piñeiro, que el pasado jueves perdió la vida al ser víctima de un disparo en la cabeza realizado por Iván Berral Cid en la iglesia de Santa María del Pinar, fue incinerada ayer en el Cementerio de La Almudena en la más estricta intimidad. Acompañada por el dolor de familiares y amigos, Rocío recibió el último adiós bajo la incomprensión de sus allegados y la conmoción del país.

Algunas de las personas que a lo largo de estos días han pasado por el tanatorio de la M-30 en el que se encontraba su cuerpo y que ayer estuvieron presentes en los oficios religiosos eran vecinos de Pontevedra y Fornelos de Montes, desplazados hasta la capital para dar calor familiar en estos momentos tan dolorosos.

El Bebé. Al mismo tiempo que lloran la pérdida de Rocío Piñeiro los familiares permanecen atentos a la evolución del pequeño Álvaro Ventura Piñeiro, el hijo de Rocío, que se encuentra ingresado en la UCI del Hospital de La Paz.

El bebé continúa estable dentro de la gravedad. Según los médicos, el pequeño no debería tener problemas para sobrevivir, ya que el hecho de mantener las constantes vitales estables parece garantizarlo. Otra cuestión es saber si le quedarán secuelas o no, derivadas del tiempo que pasó en parada cardiorespiratoria.

Los minutos que tardaron los servicios de emergencias en llegar al lugar y practicarle la cesárea a la madre fueron vitales para el futuro del pequeño. La familia está viviendo uno de los tragos más amargos de sus vidas y quieren hacerlo desde la más absoluta intimidad, por eso han comunicado al Hospital Universitario La Paz su deseo de que no se hagan públicos los partes médicos de la evolución del pequeño Álvaro.

Un bebé muy deseado y que debía traer la ilusión a la familia Piñeiro Oitavén. De hecho, la joven salía ayer de cuentas. Su madre se había desplazado recientemente hasta Madrid con el objetivo de estar con ella en los últimos días de su embarazo, estar presente en el alumbramiento y contribuir a los primeros cuidados del bebé.

La joven, trabajadora de Novacaixagalicia en Madrid desde hacía cinco años, vivió gran parte de su vida en la ciudad del Lérez. De hecho, estudió en Las Calasancias y en el Sagrado Corazón de Jesús, centros en los que los docentes estaban muy consternados porque algunos aún la recordaban de su etapa como alumna. Apesar de la distancia, Rocío Piñeiro seguía muy vinculada a Pontevedra. Ella, junto a su marido Federico Ventura, pertenecían a la peña taurina 'El Capote'.


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