PONTEVEDRA. "Siento mucho que mi familia se vea arrastrada por mí. Desde que salí de prisión, en 2004, intento llevar una vida en el lado bueno de la ley, pero no me dejan". Antonio Carballa Magdalena, narcotraficante de Poio afincado desde hace años en Sanxenxo, es el ejemplo más reciente de que la reincidencia es una realidad contra la que no se puede luchar cuando se habla de narcotráfico. Carballa pronunció ese alegato el pasado 11 de abril en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, durante el turno de última palabra, después del juicio en el que se le acusaba, junto a su familia, de blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico (delito por el que resultaría condenado). A las pocas horas, según pudo saber este periódico, se tuvo constancia de su presencia en una reunión en la que se encontraron algunos de los supuestos cabecillas del narcotransporte de 3.390 kilos de cocaína que abortaría un mes después el Greco Galicia (operación Albatros), en colaboración con un centenar de agentes especializados, la DEA (Drug Enforcement Administration) y hasta el propio Ejército del Aire. El narco Carballa volvió a ser detenido. Hoy permanece ingresado en el centro penitenciario de A Lama por su implicación en la operación Albatros, donde tendrá que cumplir, además, los cinco años que le acababa de imponer la Audiencia por blanqueo.
"Se repiten mucho los mismos nombres a todos los niveles, desde arriba hasta abajo. Algo está fallando. O bien el sistema de reinserción y reeducación no acaba de funcionar, por lo menos en relación con estos delitos, o desconozco cuál es el motivo, pero es cierto que vemos los mismos nombres vendiendo droga a nivel bajo con el paso del tiempo, y a nivel alto también sabemos que se repiten". El fiscal especial Antidroga, Luis María Uriarte, confiesa que se halla en su día a día con un problema difícil de atajar. En la misma operación Albatros, sin ir más lejos, además del citado Carballa cayeron otros históricos. Los cambadeses José Luis Viñas Morgade, 'Manzanita', o Ramiro Vázquez Roma son el mejor ejemplo de ello. Ambos estaban muy cerca de la cúspide de la organización ('Manzanita' en el mismo escalafón que el supuesto cabecilla, el vilagarciano Marcos Vigo), años después de sus últimas detenciones por delitos similares.
"No podemos generalizar, hay algún caso de personas que fueron detenidas una vez en su vida y no repitieron, pero yo me remito a todos estos casos que además son públicos y en los que se les condena dos o tres veces por idéntico delito", matiza el fiscal.
Los grandes narcos siguen en activo, según sospechan las fuerzas de seguridad. Los clanes se refuerzan con jóvenes impetuosos, ávidos de dinero fácil, pero el peso de los contactos mantiene en la cúpula de las organizaciones a los de siempre.
Personas como el vilagarciano recién detenido Marcos Vigo, del que la Policía sospechaba desde hacía tiempo que traficaba con drogas al más alto nivel, su paisano Óscar Rial, procesado por un importante alijo en la Audiencia Nacional pero que, por el momento, continúa en la calle (está más cerca su absolución que de otra cosa, pues las pruebas contra él, ante la espantada de un testigo protegido que le acusaba, son escasas), o David Pérez Lago, hijastro de Laureano Oubiña y que ya disfruta de permisos pese a ser condenado a nueve años de cárcel en 2011, están en el punto de mira de las fuerzas de seguridad. Podrán caer, tal vez, pero, si quieren, se levantarán y reincidirán.