La lalinense acusada de asesinar a su hija exime de culpa a su marido

PONTEVEDRA. La mujer acusada de matar a su hija en la localidad pontevedresa de Lalín en el año 2010, ha asumido hoy su culpa, y exculpado a su marido, en la vista celebrada en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra.

El matrimonio está acusado de matar a su hija y prender fuego a la vivienda familiar, lo que provocó la muerte a otra persona, que se encontraba en el interior del inmueble.

La fiscalía pide para ambos 58 años de prisión, resultado de sumar las penas por supuesto asesinato de la hija y un hombre de 83 años, viejo trabajador de la casa que convivía desde hacía décadas con ellos, y el intento de asesinato de los otros dos inquilinos, la madre de la acusada, de 89 años, y su hijo, que sufría síndrome de Down.

La esposa, de iniciales, C.R.L., asumió toda la culpa en un discurso pormenorizado, con detalles precisos sobre las horas y las acciones.

Según este relato, la mujer, fuera de sí -según su versión- entró en el dormitorio de su hija y la mató golpeándola con un mazo, para después subir dos bombonas de gas del sótano, situarlas en dos habitaciones, colocar mazorcas de maíz en varias estancias y verter gasolina en el sótano, tras lo que prendió un fuego.

Después, según su versión, se fue a acostar y aunque tardó "un rato",  logró conciliar el sueño.

Pasadas las seis de la mañana, el hombre, de iniciales J.M.R. se despertó por el olor a humo y corrió a la habitación de su hija, a la que halló muerta mientras su mujer, desde el marco de la puerta, le decía que se quería morir.

Tras esto, la mujer señaló que fue a la granja contigua -la vivienda estaba en una zona rural de Lalín, donde la familia tenía una explotación ganadera con decenas de vacas- y se tiró a la fosa de purines con la intención de suicidarse.

El hombre, siempre según la versión de su esposa, la buscó tras el desconcierto inicial y finalmente la localizó en la fosa, a la que se lanzó para evitar que se ahogase y permaneció a su lado durante horas, hasta que los sacaron los servicios de emergencia, para evitar que consumase el suicidio.

La fiscalía sostiene, por el contrario, que ambos estuvieron de acuerdo en realizar los hechos, y entre las apreciaciones que hizo la fiscal estuvo la de la dificultad para una mujer menuda de subir dos bombonas de gas, una en cada mano, sin hacer ruido ni despertar a nadie de noche.

Los abogados de la defensa -tanto de la mujer como de su esposo- y el matrimonio trataron de explicar el comportamiento de la mujer por una locura transitoria, producto posiblemente de la situación agónica en la que vivía, trabajando sin descanso todos los días, ocupándose de varios familiares dependientes y de una explotación ganadera, y aquejada por múltiples dolencias en los huesos.

En ese sentido, la acusada señaló que quería a su hija "con locura", y entre las muestras de este amor señaló que le hacía comidas especiales.

El marido rubricó punto por punto estas manifestaciones y dijo que su relación con su esposa seguía siendo "buena", porque entendía que no era ella cuando se produjeron los trágicos sucesos.

El psicólogo que realizó el informe señaló que no había detectado alteraciones psicopatológicas en la mujer, y mencionó que su nivel intelectual era medio-bajo.

Los abogados de la defensa pidieron que se anulasen las primeras declaraciones de los acusados, el mismo día de los hechos, porque entienden que no se realizaron con garantías.

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