La patronal de la capital burla la obligación de contratar a personas con minusvalía

Lores (izquierda) en el Pleno celebrado ayer en el Teatro Principal.
photo_camera Lores (izquierda) en el Pleno celebrado ayer en el Teatro Principal.

Las empresas públicas y privadas que cuenten con 50 o más trabajadores están obligadas por ley a contratar a personas con algún tipo de discapacidad. El número depende de la dimensión de cada compañía, pues la norma establece que este tipo de perfil debe representar el 2% de la plantilla. La ley es muy clara a este respecto. El problema es que la propia legislación permite sustituir la contratación por otras fórmulas de carácter económico que distan de garantizar la inserción laboral que reclaman los afectados. Algunos ejemplos son la compra de material a empresas integradas por personas con alguna minusvalía, las donaciones a fundaciones o el patrocinio de actividades, fórmulas a las que se agarra la patronal para evitar la incorporación de personas con discapacidad.

Según el último recuento, el municipio reúne a 36 empresas con más de 50 empleados que están obligadas a formalizar este tipo de contrataciones y la comarca a un total de 52. Sin embargo, las asociaciones pontevedresas que operan en el ámbito de la discapacidad aseguran que la práctica mayoría recurren a las medidas alternativas que contempla la ley para suplir los contratos. Todo ello, pese a que un buen número incumple los criterios de excepcionalidad de la ley, que exime de este tipo de contrataciones a las firmas que no reciban candidatos a los puestos ofertados y a aquellas que presenten «cuestiones de carácter productivo, organizativo o económico que motiven la especial dificultad para incorporar trabajadores con discapacidad».

La técnica de empleo de la Asociación de Síndrome de Down ‘Xuntos’, Ángela Patricio, incluso asegura que la mayor parte de las empresas que emplean a sus asociados lo hacen «de manera voluntaria», sin estar obligadas a ello. En cambio, sobre las grandes compañías a las que se dirige la ley afirma que «no cumplen con la contratación de personas con minusvalía». «Optan por las fórmulas alternativas y, evidentemente, no es la mejor forma de conseguir la inserción laboral. Lo óptimo es que les ofrezcan la oportunidad de ocupar un puesto de trabajo», reclama.

La técnica puntualiza que cada vez hay una mayor concienciación por parte del empresario y que hay empresas que empezaron a contratar hace diez años «y siguen haciéndolo, lo que significa que los chicos lo hacen bien». No obstante, a la vista de los datos, aboga por introducir cambios en el sistema que permitan «sensibilizar al empresario y demostrar que las personas con discapacidad pueden trabajar perfectamente».

Opinión similar esgrime el director de la Fundación Juan XXIII, Diego Chapela, quien tiene la sensación de que la patronal todavía «no conoce las posibilidades que ofrecen las personas discapacidad». «Gracias al trabajo de las asociaciones, cada vez hay más empresarios concienciados, pero muchos siguen optando por otras fórmulas distintas a la contratación, algo que creo que se debe al desconocimiento de la discapacidad y de los programas que ofrecemos los colectivos para la inserción laboral de personas con minusvalía», señala.

La técnica de empleo de Cogami María del Carmen Insua, ratifica las palabras de sus compañeros de oficio y advierte de que una preocupante mayoría de la patronal solo emplea a personas «una vez reciben la carta» de la Administración sobre sus deberes y las consecuencias del incumplimiento.

«Muchas veces la integración social es más importante que el puesto de trabajo»

La técnica de empleo de la asociación ‘Xuntos’, Ángela Patricio, enumera un sinfín de beneficios que reporta el hallazgo de un puesto de empleo para las personas con discapacidad. De hecho, afirma que todos los asociados que han tenido la oportunidad de incorporarse a una plantilla registran un cambio radical en positivo que se puede percibir con un simple cruce de miradas. «Se nota un cambio tremendo, sobre todo porque la integración laboral lleva consigo la integración social y muchas veces esto es más importante que el hecho de encontrar un puesto de trabajo».

La técnica explica que los usuarios que acceden a un empleo se sienten «integrados» en una plantilla, ganan en «independencia y autonomía» y ven crecer a pasos agigantados su «autoestima». «Se sienten bien consigo mismos y se nota muchísimo, porque están más alegres. Al empezar a trabajar empiezan a hacer planes de futuro, se pueden visualizar independientes, en un piso con su pareja o sus compañeros, planes que antes no se imaginaban».

El director de la Fundación Juan XXIII, Diego Chapela, confirma estas virtudes y añade otro tipo de beneficios, entre los que se encuentra la economía de su núcleo familiar. «Muchos son la única fuente de ingresos de su familia. Además, son el ejemplo de que se puede contar con personas con discapacidad y ellos lo saben, saben que con su labor están contribuyendo a abrir las puertas a los demás».

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