Las drogas, un negocio que pasa de padres a hijos

Familiares y amigos de los detenidos en una redada, en A Parda. J. CERVERA
photo_camera Familiares y amigos de los detenidos en una redada, en A Parda. J. CERVERA

El entorno de las Rías Baixas no podrá desprenderse de su relación con las drogas, en especial con la cocaína, a corto ni a medio plazo. El arraigo de centenares de personas que, conocedoras de los inmensos beneficios que les reporta, permanecerán ligadas de por vida al lucrativo negocio hace que el resto de habitantes de Pontevedra y de sus alrededores hayan aprendido a convivir con ello.

Los agentes especializados en la lucha contra el narcotráfico a pequeña y mediana escala de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Local, conscientes de ello, saben que no dejarán de tener trabajo. Los primeros en bajarse al moro (últimamente ya no es necesario cruzar el estrecho, con alcanzar Andalucía basta para suministrarse), en contactar con comisionistas de grandes organizaciones para hacerse con cocaína o en abastecer al mercado de heroína, principalmente desde poblados chabolistas, entretejen pequeñas redes personales y familiares que hacen que el negocio perdure. «O Vao fue, es y será. El negocio pasa de padres a hijos», explican fuentes próximas al Grupo Operativo de Tráfico Medio de Estupefacientes de la Comisaría, la unidad que mejor conoce el mundillo en Pontevedra.

Al lado de estos pequeños grupos, en ocasiones relacionados con ellos, se establecen individuos que, solos o con algún socio, ponen en marcha pisos francos desde los que suministran toda clase de sustancias estupefacientes. Algunos de ellos tienen incluso capacidad para su procesamiento, de modo que multiplican los beneficios al cortar la droga con otros componentes antes de venderla al toxicómano que, por desgracia para él, consume lo que le pongan delante.

35 detenidos

El Grupo Operativo de Tráfico Medio de Estupefacientes de la Comisaría Provincial ha establecido un récord de 35 detenidos en cinco operativos en lo que llevamos de 2014, a la espera de que en los poco menos de dos meses que restan pueda completar alguna de las investigaciones que mantiene abiertas en relación con los puntos de distribución de droga que siguen operativos en la ciudad del Lérez y en sus alrededores.

De todas las intervenciones de 2014 sobresalió por encima del resto la operación Zeus, que, dirigida desde un juzgado de Lugo (a cargo de la conocida Pilar de Lara) sirvió para desarticular un poblado chabolista que hasta el citado despliegue, que concluyó en abril, nunca había sido investigado por la Policía. El entramado, supuestamente dirigido por una persona que llevaba años en el lucrativo negocio y que había introducido en él a miembros de su familia más cercana, contaba con un suministrador que tenía los contactos necesarios para aprovisionarse de heroína en Europa del Este, puerta de entrada a Occidente del caballo afgano.

Esta organización distribuía sustancias estupefacientes en las cuatro provincias gallegas (de ahí que el proceso judicial se iniciase en Lugo, dado que en la ciudad amurallada fueron detenidos algunos supuestos miembros del entramado). El grupo estaba especializado en la venta de heroína, pero también distribuía cocaína, hachís e incluso drogas de diseño, como quedó probado cuando la Policía se incautó de cerca de medio kilo de cristal (MDMA), una cantidad muy apreciable al tratarse de pastillas que tienen poco peso.

Narco alemán

El segundo operativo, por orden cronológico, tuvo lugar en pleno centro de la ciudad a principios de junio. Bajo el nombre de Lander, los investigadores acabaron con las andanzas de un narco de origen alemán que se había afincado en una vivienda de la calle Princesa, donde montó un auténtico laboratorio en el que procesaba marihuana, pero también vendía heroína y cocaína en pequeñas cantidades. El arrestado, de 25 años, mostró una agresividad fuera de lo común ante la acción de los policías, que se vieron obligados a reducirle por la fuerza. El detenido era buscado en su país por delitos contra la salud pública similares al que había emprendido en Pontevedra.

En las mismas fechas, la Policía Local seguía la pista de un joven que, según se supo después, distribuía sustancias estupefacientes en las inmediaciones de los centros escolares. Ante la gravedad de los hechos se puso en contacto con la Policía Nacional que, tirando del hilo, dio con un piso franco muy próximo a los institutos Sánchez Cantón y Valle Inclán y arrestó a cinco jóvenes. El principal investigado cambiaba habitualmente de residencia y distribuía, igual que los anteriores, toda clase de sustancias estupefacientes.

El siguiente éxito policial, en el que intervino la colaboración ciudadana, tuvo lugar con el hallazgo, a finales de agosto, de una plantación de marihuana en un galpón oculto de Lérez y el arresto de su propietario. El detenido, un joven de 27 años, disponía de todos los útiles necesarios para el cultivo de las plantas.

La operación Coyote ha sido la penúltima del año y una de las más importantes, con la detención de tres personas y los registros de dos inmuebles en los que se hallaron importantes cantidades de sustancias estupefacientes. Más de 600 dosis de cocaína y 5.000 de hachís llevaron al supuesto cabecilla de los puntos negros a prisión preventiva.

Los otros dos arrestos se produjeron hace apenas dos semanas, cuando la Policía Nacional dio con un pontevedrés y un brasileño que supuestamente colaboraban activamente con el principal investigado.

La coca, un 18 por ciento más barata que en el resto del país

Una de las circunstancias que perdura pese al paso del tiempo y a la fuerte presión policial existente en la provincia de Pontevedra es que la cocaína sigue entrando a las Rías Baixas por diferentes vías, desde los tradicionales desembarcos a través de planeadoras hasta los ya no tan novedosos contenedores e incluso porteos por tierra desde otros lugares por los que pudieron entrar los alijos desde Sudamérica.

Ni siquiera el excelente trabajo y la presencia de grupos muy especializados contra el crimen organizado en la capital provincial (el Greco de la Policía Nacional, el ECO de la Guardia Civil y el propio Servicio de Vigilancia Aduanera cuentan con agentes con una dilatada experiencia en la lucha contra el crimen organizado) sirven para que se frene la entrada de cocaína. Tal afirmación se confirma al comparar los precios de mercado de la reina de las drogas: el gramo cuesta casi 60 euros de media en el resto del territorio nacional, pero apenas supera los 50 en Pontevedra, un 18 por ciento menos.

En cuanto al resto de las drogas, el gramo de heroína alcanza los 57 euros de media en España (un poco menos en la provincia de Pontevedra con la presencia de O Vao como telón de fondo), mientras que el hachís se mantiene en unos 5,50 euros por gramo.

Más baratas salen las drogas de diseño, que se venden por dosis a un precio aproximado de unos diez euros, lo que hace que poco a poco se vayan extendiendo en un territorio en el que la coca sigue siendo la referencia para los adictos.

Un grave problema que afecta a los toxicómanos es la pureza de la droga (cuando hablamos de cocaína o heroína), que llega desde Sudamérica en parámetros superiores al 80 por ciento y sin embargo no alcanza el 30 por ciento en el caso de la segunda y el 40 en el caso de la primera en las dosis que adquieren los consumidores finales, lo que multiplica el daño para la salud.

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