Las rotondas se convierten en peligrosas zonas de aparcamiento

A pesar de que tanto la DGT como la Policía Local han insistido por activa y por pasiva, a través de diversas campañas, en las normas que deben seguirse para circular en el interior de una rotonda, los pontevedreses parecen resistirse de manera obstinada a cumplirlas. Lejos de cumplir con cuestiones tan sencillas como respetar la prioridad de paso del conductor que va por el carril exterior, muchos ciudadanos han decidido dilatar la gravedad de sus infracciones y convertir las glorietas en áreas de servicios.

La escena se repite diariamente en varias de las principales glorietas de la ciudad: hileras de tres o cuatro coches aparcan en el carril exterior para comprar el pan en alguna panadería del entorno, retirar dinero o realizar gestiones en algún banco cercano o, simplemente, descargar mercancía o, sencillamente, tomarse el vermut o el café. La escena es tan habitual que algunos conductores se lo toman con absoluta calma e incluso miran con hosquedad a los ciudadanos que les advierten de su estacionamiento irregular.

La situación no es simplemente incómoda para los demás, sino que da lugar a maniobras que pueden resultar muy peligrosas a la hora de circular en una rotonda. Así, los afectados se ven obligados a salir del carril exterior (ocupado por los coches aparcados) e incorporarse de un modo repentino al interior.

En ocasiones, los vehículos realizan su estacionamiento ilegal justo en la intersección con los carriles de salida de las glorietas, dando lugar a delicadas maniobras para evitar accidentes. La dejadez ciudadana llega en algunos casos hasta tal punto que hay coches que impiden incluso el acceso a viales.

Fernández Ladreda

Aunque este uso indebido de las rotondas como espacios de aparcamiento puede constatarse en numerosos puntos de Pontevedra a casi cualquier hora del día (en especial antes de comer y en horas punta de tráfico), existen algunas glorietas realmente paradigmáticas en este sentido. Es el caso de la que sirve de punto de intersección entre las avenidas de Fernández Ladreda y Xeneral Rubín, donde resulta muy difícil no encontrar ‘obstáculos’ para salir en dirección hacia Salcedo (los coches aparcados para acceder a la panadería-self service situado en ese entorno obturan la circulación).

A escasos metros de ella se ubica la de la Praza de Campolongo, cuyo carril derecho es utilizado como zona de servicios para coger el pan de otro horno próximo. Los vehículos que quieren acceder a la Rúa das Estrigueiras deben hacerlo utilizando el carril interior o bien esperar a que el infractor termine de hacer el recado.

Un punto de la ciudad que destaca por la cantidad de aparcamientos irregulares es la avenida de Juan Carlos I, en la que, en algunos tramos de la mañana, sus cuatro carriles de circulación acaban convirtiéndose en la práctica en dos. La presencia de establecimientos como bares, una entidad bancaria o una panadería-cafetería convierten al entronque con la rotonda de la calle San Amaro en un caos de coches estacionados en doble fila.

La glorieta de Eduardo Pondal con Filgueira Valverde y las dos existentes en la avenida de Augusto García Sánchez son otros buenos ejemplos de este comportamiento incívico.

Tal y como señala el portavoz de la Policía Local de Pontevedra, Manuel Omil, recuerda a los conductores que aparcar en una rotonda es una infracción y que, por lo tanto, los agentes deben proceder a denunciarla y, en algunos casos, a la retirada del coche. «Es algo peligroso, que puede provocar accidentes», señala.

Campolongo pide la creación de áreas de servicios

El presidente del colectivo vecinal, Fernando Viéitez, asegura que los conductores no disponen en el barrio de una opción mejor que las glorietas para estacionar

El entorno de la Praza de Campolongo pasa por ser uno de los más conflictivos en lo que respecta al estacionamiento de vehículos en el interior de las rotondas. La sede de uno de los colectivos más importantes del barrio, la asociación Amigos de Campolongo, se encuentra precisamente ubicada la glorieta de conecta este punto con las calles Estrigueiras y Eduardo Blanco Amor.

Consciente del malestar que esta situación puede provocar a muchos habitantes de la zona, su presidente, Fernando Viéitez, asegura entender «tanto a los que se quejan como a la gente que actúa de esa manera». En este sentido, el dirigente vecinal sostiene que Campolongo dispone de muy pocas plazas de aparcamiento para poder realizar recados en los establecimientos del entorno. «Si uno viene de Salcedo -explica- y quiere parar a comprar un barra de pan no tiene muchos sitios en los que aparcar. Esa es la verdad».

De hecho, para Viéitez, «la rotonda es quizás el sitio más propicio que existe para estacionar e incluso el que menos entorpece la circulación». En su opinión, la solución al problema pasa por la creación de zonas de servicios que faculten a los ciudadanos para «disponer de un margen de tiempo para parar y coger la barra de pan». «En la avenida Fernández Ladreda -subraya- hay un par de plazas, pero el nivel de tránsito que hay es inmenso y no llegan para nada».

Según constata, la mayor parte de la gente estaciona en las rotongas de Campolongo o en los carriles de tránsito (en doble fila) para «comprar una barra de pan, una docena de pasteles o un cartón de tabaco», pero también hay muchos que paran «a tomarse un café». A su modo de entender, es evidente que se trata de una situación que puede resultar peligrosa y motivar accidentes de tráfico. «Una pequeña solución -añade- sería añadir unas cuantas zonas de aparcamientos de servicios en la avenida de Blanco Amor».

Tal y como apunta, el supermercado existente en la Praza de Campolongo «dispone de un parking subterráneo, pero hay que hacer una compra superior a una cantidad de dinero y resulta un poco incómodo» para quien necesita hacer un simple recado.

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