''Lo poco que ganamos es para dar de comer a los niños''

Los desahuciados llenaron varias furgonetas (Foto: David Freire)
photo_camera Los desahuciados llenaron varias furgonetas (Foto: David Freire)

PONTEVEDRA. Dos vehículos policiales de la Comisaría Provincial estacionaban a primera hora de la mañana de ayer a las puertas del Estadio de la Juventud. La presencia de los agentes levantó la curiosidad entre los vecinos del barrio, en la calle Padre Fernando Olmedo. Los funcionarios se apearon de los automóviles con tranquilidad, mostrando un tono distendido, lo que sirvió para relajar el ambiente. Estaban allí a instancias de un juzgado de la ciudad que había dictado una orden de desahucio en el primer piso del número cuatro del citado vial. Dos funcionarias procedentes del Servicio Común de Notificaciones y Embargos de A Parda habían solicitado su presencia, aunque nada indicaba que los inquilinos fuesen a poner trabas a su salida del inmueble.

Harina de otro costal es la situación familiar por la que pasa la familia que se vio obligada a abandonar el piso que habitó durante años, originaria de Ghana. Con las ganancias de las ferias ambulantes como único sustento, siete personas (una pareja y sus cinco hijos, dos de ellos muy pequeños), "solo nos llega para poder alimentar a los niños. Las cosas están muy mal en las ferias, y antes de pagar el alquiler preferíamos gastar en ellos lo poco que ganamos", explicaba uno de ellos a este periódico.

El desalojo se desarrolló durante dos horas. Los hijos mayores, tres adolescentes, se encargaron de llenar varias furgonetas hasta los topes para llevarse de su casa los electrodomésticos, las camas, los colchones, los muebles y hasta el más mínimo recuerdo. Las funcionarias judiciales, que explicaron que los desahuciados ya debían tener una nueva vivienda en la que alojarse, al menos temporalmente, mostraron su humanidad haciéndose cargo por momentos de uno de los pequeños, de unos tres años, que vagaba por el descansillo con un coche de policía de juguete entre sus manos, incrédulo ante lo que allí estaba ocurriendo. No recordará el episodio su hermano pequeño, de un mes y medio, que reclamaba toda la atención de su madre durante el desalojo llorando desconsolado. Los propios agentes de la Policía Nacional evitaban que el pequeño bajase la escalera con su juguete mientras continuaba el transporte de objetos.

Para el final dejaron juguetes de los niños, la lavadora, la bombona y algunas sillas, que fueron recogidas ya sin la presencia de funcionarios judiciales ni policiales. El lanzamiento ya había culminado con éxito sobre las 11.30 horas, con el cambio en la cerradura y todos los objetos fuera del piso, unos en las furgonetas, otros en el descansillo y en la entrada del edificio. Las agentes que levantaron acta explicaron que lo más habitual en Pontevedra en los últimos meses son los desahucios por impago de alquiler, muy por encima de los desalojos por no poder hacer frente a una hipoteca. En ello influyen, según destacaron, las recientes medidas tomadas por el Gobierno, aunque, matizaron, el municipio de Pontevedra no registra un número muy superior al de otros años. En todo caso, la familia de Ghana que abandonó ayer su casa, pese a que había desoído innumerables avisos judiciales previos, mostró un talante digno de mención.

Comentarios