Los ‘mini jobs’ destruyen el empleo estable y suponen ya el 37% de los contratos

Alumnos de la escuela de hostelería Carlos Oroza en la inauguración del curso pasado. gonzalo garcía
photo_camera Alumnos de la escuela de hostelería Carlos Oroza en la inauguración del curso pasado. gonzalo garcía

PONTEVEDRA. Definitivamente, Pontevedra está a merced de los ‘mini jobs’, una tipología de empleo cada vez más común que se caracteriza por su corta duración, su precariedad y la inestabilidad que reporta al beneficiario.

La reforma laboral, unida a la desesperación de los desempleados, ha multiplicado este prototipo de contrataciones en el municipio, donde, a pesar de todo, la lista del paro se resiste a bajar de peso.

Las cifras hablan por sí solas. De los 24.825 contratos suscritos en Pontevedra en 2013, el 89,5% fueron con carácter temporal, bien para cubrir bajas o para reforzar plantillas en un momento determinado. El porcentaje se mantiene en los mismos términos de 2012, pero incluye una peligrosa variación que hace encender las alarmas. Se trata del repunte de los trabajos temporales parciales, lo más parecido a los ‘mini jobs’ que hay dentro de las categorías estatales de contratación.

Según el Instituto Galego das Cualificacións, el 37% de los contratos firmados el año pasado fueron bajo esta modalidad (9.192 casos), lo que implica un incremento de cinco puntos en comparación con el ejercicio anterior.

Su crecimiento multiplica los supuestos de trabajos puntuales, mal retribuidos e insuficientes para un estado de bienestar que las administraciones son incapaces de mantener a flote. Además, el ‘mini job’ va parejo de la destrucción del empleo estable, una especie en peligro de extinción que va perdiendo terreno conforme avanza el tiempo. Así lo atestiguan los afectados y las estadísticas oficiales, que confirman la desaparición del empleo fijo con otra batería de datos. Según estos, de las relaciones contractuales suscritas en 2013, solo el 10% fueron indefinidas y con el agravante de que casi la mitad (el 43%) fueron para jornada parcial.

Sector servicios

Según los agentes sociales consultados, la mayor parte de los trabajos temporales parciales se desarrollan dentro del sector servicios, precisamente el área que alberga más demandantes de empleo en el municipio y más contrataciones.

Dentro de esta, la hostelería y el comercio son los yacimientos más propicios para el trabajo ‘mini’. Por un lado, por el perfil del trabajador que persiguen, en el que entra un amplio abanico de personas con y sin formación. Por otro, por estar estrechamente ligados a la estacionalidad, es decir, a épocas concretas como pueden ser el verano o las campañas de rebajas.

La mejor prueba es el reparto por meses de este tipo de contratos, mucho más habituales en verano, mayo (cuando comienza la temporada fuerte de la hostelería) y octubre, el mes de 2013 en el que se oficializaron más puestos de trabajo (3.133, de los que casi 2.900 fueron temporales).

Por el contrario, la época más floja de los ‘mini jobs’ está comprendida entre los primeros meses del año, cuando la contratación en general pasa por sus momentos más flacos. En enero, por ejemplo, hubo 1.766 contrataciones, frente a las 2.818 de julio.

Jóvenes

El prototipo del asalariado que accede al mercado laboral por un tiempo determinado, durante pocas horas y a cambio de una nómina reducida es joven, de entre 25 y 30 años.

La falta de oferta, la necesidad de escapar de las listas del paro y la urgencia de encontrar un empleo empuja a muchos jóvenes cualificados a aceptar este tipo de trabajos, estén o no relacionados con su formación y se adapten o no a sus pretensiones laborales.

Los de entre 30 y 39 años tienen mayor facilidad para obtener un puesto indefinido, pero también los hay que pasan por el aro y aceptan un ‘mini job’.

Por su parte, los menores de 30 protagonizan otra de las categorías que ha reforzado la reforma laboral, de contrato en prácticas o para formación. De hecho, de los 440 contratos suscritos en 2013 con estas condiciones, la práctica totalidad fueron firmados por ciudadanos de entre 20 y 24 años, seguidos de los de entre 25 y 29 años.

Efectos

Aparte de los perjuicios que supone para el propio contrayente, el trabajo temporal parcial enmascara en muchas ocasiones empleos a jornada completa, cuyas retribuciones se dividen entre una parte oficial y una parte en ‘b’ que no computa a efectos de la Seguridad Social.

Ello no solo afecta al particular, sino a la población en general. La cotización fantasma que se escapa de las cuentas oficiales esquivará las operaciones de cálculo de las pensiones del futuro, cada vez más en tela de juicio.

Salarios

El salario de la jornada parcial se calcula de manera proporcional al salario mínimo interprofesional, establecido en 2013 en 645,30 euros mensuales y congelado para el presente ejercicio. Así, una persona que esté dada de alta por la mitad de una jornada percibirá poco más de 320 euros al mes, menos del valor de alquiler de un piso estándar.

Por otro lado se encuentra el trabajo por horas en régimen externo, valorado en un mínimo de 5,05 euros la hora, incluida la parte proporcional de domingos y festivos, pagas y vacaciones.

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