Uno de los numerosos testigos de la detención del fotógrafo Rafa Estévez mientras hacía su trabajo en el aeropuerto de Peinador el día en el que llegaban los medallistas olímpicos pontevedreses (13 de agosto de 2012) acaba de recibir una notificación oficial, firmada por el subdelegado del Gobierno, Antonio Coello Bufill (también presente en el lugar de los hechos), una notificación de una sanción de 600 euros.
El motivo de la multa es que, según los agentes, alteró el orden público al recriminar a los agentes el citado arresto gritando frases como ‘Represión policial’, según señala el documento.
El afectado, que acudió a la Subdelegación para intentar entrevistarse con Coello Bufill y explicarle lo que considera «varios erros» en la explicación de los hechos, asegura que «eu no meu vocabulario non teño adxectivos dese tipo».
Juan muestra su indignación ante los hechos que se le imputan al tiempo que relata que el arresto del fotógrafo de Diario de Pontevedra fue injustificado. «Eu mesmo lle deixei pasar para que fixera a foto e vin como os axentes se lle botaban enriba mentres facía o seu traballo». «Collérono entre catro e levárono a rastro. Eu dixen que era unha salvaxada o que estaban facendo, berrei con eles. Despois un púxome o nariz diante do meu e preguntoume en tono ameazante se tiña algo que dicir. Eu díxenlle que si, que o que estaban a facer era unha barbaridade».
A continuación, el testigo, amigo personal del triatleta Javier Gómez Noya (acompañaba a sus padres en el momento en el que se desarrollaron los hechos, y acudía a Peinador para recibirle), se dirigió a la terminal del aeropuerto. «Dous polis viñeron cara a min, leváronme a un curruncho e ameazáronme. Dixéronme que eu quentara o ambiente para que a xente se lles botase enriba». El sancionado quiere dejar claro que «os axentes non sabían que non estaban nunha manifestación, que estaban nunha festa. Non sei qué facían ese tipo de policías naquel lugar».
En cuanto al procedimiento abierto contra Rafa Estévez, lejos de haberse cerrado, continúa su curso entre acusaciones y apelaciones. El fotógrafo insiste en defender su inocencia mientras la Fiscalía sigue creyendo la versión de los agentes intervinientes.
