Okupas de cinco estrellas: viven en un chalé de 300.000 euros

La crisis económica vuelve a mostrar su alargado rostro en Pontevedra. El lugar, el barrio de A Seca. Los protagonistas, tres jóvenes sin recursos económicos, por una parte, y una empresa constructora que no logró dar salida a una buena parte de una promoción de chalés de lujo, por otra. Como invitados no deseados, un grupo de ladrones que se dejaron ver en las últimas semanas en las inmediaciones.

Los tres chicos, naturales del mismo enclave del Este de la ciudad, tenían constancia de que varios de los chalés adosados construidos en la calle O Costado seguían vacíos pese a llevar varios años a la venta. Las circunstancias vitales de cada uno de ellos les dejaron sin otra opción que la de ‘meterse’ en algún sitio para poder vivir. Natán Casal Fernández acababa de ser desahuciado de su casa por sus propios abuelos paternos, junto a su hermano, por orden judicial. Martín Díaz Díaz, recién salido de un centro penitenciario tras cumplir una breve condena por un error de juventud, cuenta con el ‘paro taleguero’ para subsistir. «426 euros, como comprenderás, no me llegan para pagar un alquiler y para vivir. Además, me sacan 100 todos los meses para hacer frente a una responsabilidad civil que tengo pendiente. No tenía otra salida más que la de meterme en algún sitio, y aquí, en nuestro barrio, sabíamos que nunca vivió nadie. Creo que no hacemos nada malo».

Identificaciones

Del conjunto de doce chalés que en su día fueron construidos solo seis encontraron comprador hasta el momento. Las personas que los adquirieron dicen tener miedo en la urbanización, pues, por una parte, tienen constancia de la habitual presencia de los amigos de lo ajeno en las casas (dos de ellas fueron desvalijadas por completo, como relató hace escasas fechas este periódico en exclusiva). Por otra, se muestran expectantes ante sus nuevos ‘vecinos’, de quienes dicen no saber nada. La Policía Nacional tuvo conocimiento de la presencia de estos jóvenes viviendo en el chalé cuando inició las investigaciones por los citados robos. Los agentes procedieron a la identificación de los okupas, constataron que nada tenían que ver con los asaltos y, eso sí, dieron parte de los hechos a las autoridades judiciales para que sean estas las que se pongan en contacto con los propietarios que, al parecer, siguen siendo los constructores de las viviendas.

Lo cierto es que la casa ocupada (desde hace unos tres meses) por Fran, Natán y la pareja de este se halla en un perfecto estado de conservación. Los ‘inquilinos’ tuvieron que esforzarse para ello, pues, según relatan, «había hasta gatos muertos, necesitamos lavar todo con lejía».

El suelo, desde luego, brilla como nuevo; algunas estancias estaban húmedas, recién fregadas. El jardín, sin una sola mala hierba. «Estuvimos trabajando para dejarlo todo limpio. Ahora pretendemos aprovechar la parcela (de unos 200 metros cuadrados y con unas preciosas vistas a Pontevedra) para plantar unas cebollas y unas lechugas», explica Fran.

Las estancias

El chalé cuenta con videoportero, tres plantas independientes con cuatro habitaciones, cocina, tres baños, la citada parcela ajardinada, un garaje para dos coches y dos salas de usos múltiples, una de ellas habilitada para un pequeño gimnasio por parte de los okupas. Disponen de luz y agua corriente. «Ya estaba así, tal vez desde que los hicieron», relatan.

En cuanto a la cocina (que estaba sin amueblar), los jóvenes contaron con la ayuda de sus allegados para instalar una de butano para poder hacer la comida. Los muebles son suyos. Natán aún trabaja en la mudanza de su casa de toda la vida, de la que recientemente le echaron sus abuelos paternos por las bravas, mientras que Francisco cuenta con sus familiares, que le echan una mano en lo que pueden. Mientras, piensan en un trabajo. «A ver si consigo que me contraten de camarero en algún sitio».

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