PONTEVEDRA. El concejal del PP local Pablo Fernández se incorporó hoy a la actividad municipal con el susto todavía metido en el cuerpo. El edil fue uno de los 68 pasajeros del avión que tuvo que realizar el pasado lunes un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Barajas, apenas minutos después de poner rumbo a Vigo desde Madrid.
Ocupaba un asiento de la fila cinco, pegado a la hélice que dejó de funcionar unos diez minutos después del despegue. La parada le llamó la atención y se lo comentó a otro viajero, solo que este reaccionó como lo hacen los pasajeros más optimistas. "Me dijo que no me preocupara y que seguro que funcionaría con una turbina", relataba esta mañana a las puertas del Pleno.
En un principio, confió en su palabra, pero enseguida resurgió la inquietud. "Empezamos a ver que volábamos muy bajo y al poco el piloto ya nos comunicó que teníamos que volver a Barajas por un problema técnico".
En ese preciso instante, el avión comenzó a hacer maniobras bruscas para poder girar 180 grados con la fuerza de un único motor. Entonces el piloto envió un segundo mensaje "con la voz un poco entrecortada", para informar de que iban a aterrizar de emergencia. "Se veía que estaba nervioso, pero nos pedía calma, nos dijo que nos habían dado prioridad absoluta en el aeropuerto", apuntó el concelleiro.
Ese fue el momento en el que pasó "más miedo". "Porque volamos súper pegados a edificios, enfilamos una playa de vías, pasamos por encima de la T2 muy bajos y entramos cruzados en las pistas. Luego vimos tierra y me imaginé que nos quedábamos allí. De hecho, fue cuando pasé más miedo, cuando vi que el avión estaba cerca del suelo".
