Piedras como antídoto contra el meigallo

Devotos atendiendo a la misa solemne (Foto: Javier Cervera-Mercadillo)
photo_camera Devotos atendiendo a la misa solemne (Foto: Javier Cervera-Mercadillo)

PONTEVEDRA. La lluvia no logró hacerle la pascua a San Cibrán. La borrasca que al mediodía atravesó el Noroeste (y que descargó mucha agua) le concedió una tregua al santo que se venera en Tomeza para que los devotos pudieran cumplir con el ritual que, según la tradición, permite espantar el meigallo: dar nueve vueltas a la ermita del monte de Lusquiños, en sentido contrario al de las agujas del reloj. La fórmula resulta efectiva, según los creyentes, si en cada vuelta se arroja una piedra sobre el tejado de la capilla.

Además de este antídoto, hay otros métodos a los que recurren los devotos para librarse del mal ocasionado por la envidia y el mal de ojo: pasar varias veces bajo la imagen del santo (al menos en tres ocasiones y siempre en múltiplo de tres, como las tres personas que se unen en el Altísimo: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).

La programación de misas comenzó a las nueve y se desarrolló durante la mañana, a intervalos de una hora. Los feligreses asistieron a los actos litúrgicos que se oficiaron bajo una carpa instalada junto a la puerta de la ermita. La misa solemne de la una de la tarde fue la más concurrida. Numerosos devotos participaron en el oficio presidido por el párroco de Tomeza, José Lorenzo, en el participó el coro de la Asociación Artística Cultural Os Chaneiros de Marín.

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