Pontevedra implanta con éxito su primer marcapasos resincronizador

El doctor enseña las diferencias entre el marcapasos resincronizador (más grande) y el convencional.
photo_camera El doctor enseña las diferencias entre el marcapasos resincronizador (más grande) y el convencional.

Pontevedra ya presume del primer paciente que responde positivamente al implante de un marcapasos resincronizador. El equipo del doctor Rodrigo Medina del Hospital Miguel Domínguez, con la colaboración del cardiólogo Luis Martínez Sande, del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela, fueron los responsables de la operación que se realizó el pasado 26 de junio y hasta el momento evoluciona favorablemente.

El marcapasos resincronizador es un dispositivo específico para pacientes con miocardiopatía dilatada -caracterizada por la pérdida de la capacidad que tiene el corazón de para bombear sangre eficazmente-, que incorpora, a diferencia del convencional, la función de resincronización -devuelve el ritmo cardíaco del corazón- a la desfibriladora -aparato electrónico que diagnostica y trata la parada cardiorrespiratoria-.

Un tercio de las personas que se someten a este tipo de operaciones cardíacas no responden positivamente al nuevo implante. El doctor aclara que esto se debe a que «es la propia anatomía del corazón de la persona que no permite ponérselo» porque «hay venas muy estrechas y no caben los cables del marcapasos, y la dificultad está en conectar el tercer cable».

«Al principio no se sabe quién va a responder bien y quién no», asegura. Sin embargo, el paciente idóneo para recibir este tipo de implantes tiene que reunir una serie de características, como padecer miocardiopatia dilatada y asincronía en las paredes. «Por eso se trata de un ‘resincronizador’: resincroniza la contracción del corazón», explica el médico responsable. «Pero a veces el corazón no responde, y es una pena porque se trata de un aparato caro, que ronda los 25.000 euros», asegura Medina.

El paciente

Generalmente suelen ser de 70 años o menos, según explica el doctor, pero en este caso el paciente implantado fue uno de 76 años, con antecedentes de cardiopatía isquémica, episodios de angina y enfermedad coronaria multivaso.

«La operación tarda alrededor de dos horas y en un plazo de 15 días ya se puede saber si el paciente rechaza o no el implante», explica. Una vez implantado en el paciente, el seguimiento que se hace es sobre todo tecnológico. «Hay un aparato que permite modificar los datos del marcapasos externamente si hay algo que va mal, incluso los nuevos ya incorporan la tecnología del bluetooth que se conecta al ordenador».

Además, el especialista explica que cada paciente dispone en su mesilla de noche de un módem que los acompaña, que cumple una doble función: la primera es la de comunicarse con el marcapasos implantado y la segunda la de dar una respuesta, por ejemplo, en el caso de que se dé una arritmia en el paciente se produciría una descarga. »Están vigilados a distancia constantemente por un centro hospitalario, que hace un seguimiento de las señales que reciben y que actúan en caso de alguna alerta», explica Rodrigo Medina.

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