Pontevedra ya no es el 'súper' de la cocaína

La entrada de droga en España y en Europa ya no es Pontevedra. A pesar de la obcecación de narcos procedentes de distintos puntos en venir a las Rías Baixas a suministrarse, y de la intención de los grandes capos sudamericanos (en especial, los colombianos) de retomar sus contactos con 'los gallegos', afamados por su profesionalidad, el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado está dando sus frutos de un tiempo a esta parte, hasta el punto de que en los últimos meses se han detectado en más de una ocasión a supuestos traficantes de sustancias estupefacientes que vienen a Pontevedra en busca de droga (sobre todo cocaína) y se tienen que ir con las manos vacías.

Varios han sido los factores que han influido en este cambio en la ruta de la droga hacia Europa, pero de todos ellos, el más importante es el aumento de la presión policial. Los desembarcos de grandes alijos a través de planeadoras (que a su vez recibían la mercancía de otros navíos en altamar) son, hoy por hoy, muy exporádicos. La vigilancia de la Guardia Civil, con sistemas de última generación, y el apoyo de la Policía Nacional, con medios terrestres y aéreos, han cortado las alas a los últimos narcos de grandes alijos, con el últimamente famoso Pelopincho (cuya trama de blanqueo está siendo juzgada en la Audiencia Provincial, pese a que él se encuentra en paradero desconocido) como uno de los últimos grandes capos gallegos.

Contenedores

El trabajo del anterior fiscal provincial antidroga, Marcelo de Azcárraga (promocionado, por su gran labor, a la Audiencia Nacional) y de sus sucesor en el cargo, Luis Uriarte, al mando de las labores de coordinación de los diferentes operativos contra el tráfico de drogas, ha dado importantes réditos. El fiscal especial de la Audiencia Nacional, José Ramón Gómez Noreña, avaló esta labor en su última visita a Pontevedra, en marzo pasado, cuando se reunió con el citado Uriarte y con su jefe, Juan Carlos Aladro Fernández. ''Se está detectando un cierto cambio en la importación de la cocaína en esta región, pero es un problema general, de reducción de las partidas transportadas en pequeños barcos, aunque no es que haya desaparecido, pero sí se ha ido reduciendo en favor de los contenedores. Los contenedores plantean unos problemas de investigación bastantes mayores, y generan bastante menos riesgo para la organización'', declaró Noreña.

Precisamente lo novedoso de la técnica de alijar a través de contenedores en buques mercantes está siendo fuente de problemas para los investigadores. De cuando en cuando, bien sea a través de chivatazos, bien mediante los registros rutinarios, Policía y Guardia Civil detectan droga oculta en medio de los plátanos o empaquetada con emblemas de cualquier producto (lo vimos con Red Bull hace escasas fechas). Sin embargo, los agentes admiten que se les escapa una buena parte de estos 'paquetes', lo que hace que todavía exista mercancía en el mercado.

''Si antes se daba con dos toneladas, ahora encuentras doscientos o trescientos kilos. Lo que hacen es diversificar el riesgo, pero sabemos que cuando incautamos dos es que han logrado introducir alguno más'', explican fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Subida de precios

Otro problema con el que se están encontrando últimamente los narcos que acuden al entorno de Pontevedra con la intención de surtirse de cocaína para después distribuirla por diferentes puntos del territorio nacional ha sido la importante subida de precios que ha experimentado la droga, en especial la de buena calidad, que aún se puede encontrar en la comarca. La presión policial y la escasez de mercancía son los factores esenciales que han llevado a esta apreciación, que supone un gasto de unos 6.000 euros más (un millón de las antiguas pesetas) por cada 30.000 euros de cocaína que se adquiere en el debilitado mercado de las Rías Baixas. Otra cosa es que el narco se conforme con droga de una menor calidad, adulterada con un mayor porcentaje de sustancia de corte, pero ese tipo de clientes no suelen elegir Pontevedra para sus negocios: aquí vienen a por coca de la buena. ''Es el sitio típico, pero ahora las cosas han cambiado'', explican agentes especializados en la lucha contra el tráfico de sustancias estupefacientes.

Aval de la fiscalía

En el informe anual que presentó la semana pasada el fiscal jefe de la Audiencia Provincial, Juan Carlos Aladro, se confirma el nuevo panorama de la droga en Galicia y en Pontevedra.

''Si nos referimos a la cocaína, la presión policial-judicial en Galicia y también en Portugal ha provocado que las organizaciones buscasen otras rutas. La denominada ruta africana ha sido una alternativa. Las organizaciones colombianas se han asentado en África, lo que les permite recibir, alijar, almacenar y reexpedir la cocaína hacia Europa. No obstante, algunas informaciones señalan cierto desencanto de las organizaciones colombianas en los resultados obtenidos e, incluso, un retorno al protagonismo que querrían seguir dando a los gallegos'', indica el informe de la Fiscalía.

Destaca como líder de la ruta africana que menciona la Fiscalía el de otro pontevedrés, Miguel Ángel Devesa, un exagente de la Policía Nacional que dominaba una banda internacional asentada en Malí con más de 50 hombres a su servicio y que, supuestamente, fue detenido hace algunos meses mientras descuartizaba, junto a dos de sus secuaces, a un presunto socio suyo colombiano. Devesa sería el responsable del famoso 'Air Cocaíne', un avión que se estrelló en el citado país africano con un ingente cargamento de cocaína. Este siniestro sirvió a las fuerzas de seguridad para conocer la vía de entrada de la droga a África, y a partir de ahí las diferentes rutas, vía Argelia y Marruecos, para su traslado a España. Precisamente fue la policía marroquí la que desenmascaró la trama que dirigía este pontevedrés, que en vista de la presión existente en España decidió hacer las maletas para convertirse en uno de los primeros grandes capos gallegos en el exterior.

Las cifras de delitos registrados en Pontevedra con las drogas de por medio durante 2010 también avalan esta tesis: se ha pasado de más de 300 a menos de 200, y el mayor descenso se aprecia en los delitos por tráfico de cocaína.

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