PONTEVEDRA. La festividad de Santa Rita de Casia (1381-1457), a quien la Iglesia Católica considera patrona de los imposibles, reunió ayer a numerosos devotos en los actos religiosos que se desarrollaron en las parroquias de Santa María la Mayor y San Martiño de Salcedo. En el transcurso de las liturgias que se celebraron en la Real Basílica y en el templo parroquial de Salcedo se bendijeron las rosas, flores que protagonizan el relato de uno de los múltiples prodigios que la tradición cristiana le atribuye a la santa.
Y es que estando gravemente enferma en su convento de Casia y próxima a la muerte, fue visitada por una pariente suya, quien, al despedirse, pronosticando que sería esa la última vez que la vería, le preguntó si podía servirle en algo, a lo que Rita contestó: "Quiero que cuando llegues a Roca Porrena vayas al huerto de mi casa, cortes una rosa y me la traigas tan luego la obtengas".
La mujer creyó que la petición se debía a un delirio de la enferma, ya que el crudo invierno de 1457 impedía el florecimiento. Entró en el huerto y vio con asombro que de la rama de un rosal medio cubierto por la nieve pendía una rosa fresca, que cortó y entregó a la santa.
El vicecanciller del Arzobispado, Manuel Jesús Formoso, presidió la eucaristía que se ofició en Salcedo, en la que estuvo acompañado por el rector del Seminario Mayor, Carlos Álvarez, y por el párroco Jesús Niño. El acto religioso que se desarrolló en la Real Basílica de Santa María lo dirigieron los dos párrocos de esta feligresía, Javier Porro y Calixto Cobo.