La calle Augusto González Besada, que comunica la plaza de San José con la plaza de Galicia, registró al mediodía de ayer un curioso hecho: un enjambre de abejas decidió crear una colmena en plena fachada de un edificio a la altura del número 15. La gente que caminaba por la calle alarmada por el miedo a que pudiesen pasar al ataque y comenzar a picar, decidió llamar a la Policía Local.
Dos agentes se personaron en la zona y decidieron cortar el paso de los peatones a la altura de una conocida tienda de juguetes y hasta el final de la calle, para asegurarse de que la historia pudiese tener un final feliz. Las abejas llegaron en torno a las 13.00 horas y revolotearon entre varias ubicaciones hasta que por fin encontraron la definitiva, o eso pensaban ellas porque tan sólo una hora después ya habían sido retiradas por un apicultor. Asom bro .
La gente que transitaba por la zona, sobre todo los más pequeños, se mostraba asombrada por el hecho de ver allí una colonia de abejas y muchos decidieron esperar y comprobar con sus propios ojos cual era el destino de las abejas. Aunque algún despistado no era capaz de descifrar a qué se debía la presencia de la Policía en la zona ni qué porqué se reunía la gente en las aceras. Por el contrario otros se mostraban atemorizados y decidían huir rápido del lugar por temor a que las abejas comenzasen a picar a los presentes y recordaban que ya habían sufrido una vez las desagradables picaduras.
Una joven que presenció toda la secuencia, según dijo, «yo lo vi desde que se empezó a formar la colonia», apuntó también que «vino una pequeña furgoneta, creo que eran fumigadores, y se fue sin hacer nada».
APICULTOR
El apicultor llegó sobre las 13:55 horas y tras protegerse debidamente colocó una escalera para poder acceder a la zona de la improvisada colmena. Su labor fue rápida y en un par de minutos las abejas estaban ya en el interior de una caja de madera que transportó hasta el interior de su vehículo. Este hecho puso fin a los minutos de expectación generados y devolvió la normalidad a la calle.
La Policía dio por finalizada su actuación y decidió abrir nuevamente la calle al paso de los peatones. Sin embargo, los viandantes más temerosos se resistían a pasar por la zona porque aún quedaban algunas abejas revoloteando en torno a lo que fuera su colonia. El apicultor restaba importancia a este hecho y decía que «al quitar la abeja reina las otras desaparecen en pocos minutos».