"La sanidad dejó morir a mi madre"

Vanina Fontecoba denuncia el viacrucis sanitario que vivió su progenitora, que murió a los 67 años por problemas de corazón ►Vincula su fallecimiento a una cuestión económica

Vanina Fontecoba, en la redacción de Diario de Pontevedra
photo_camera Vanina Fontecoba, en la redacción de Diario de Pontevedra. OLGA FERNÁNDEZ

Vanina Fontecoba llega a la redacción de Diario de Pontevedra con toda la fuerza que se puede tener en circunstancias como la suya. Su madre, fallecida hace poco más de un mes, quería denunciar públicamente el viacrucis sanitario al que se vio sometida, pero su familia le paró los pies creyendo que no solventaría el problema. Hoy es ella la que se dirige a este medio para denunciar la cadena de supuestos errores y negligencias de las que fue testigo. "La sanidad dejó morir a mi madre, con 67 años, demasiado joven. Lo denuncio en su memoria, pero también por todos los pacientes y familiares que pasan por situaciones parecidas, para que se sumen a hacer lo mismo y se puedan corregir muchas cosas en la sanidad", explica.

El primer tropiezo de Eva con la sanidad ocurrió en septiembre de 1989, cuando se sometió a una operación de vesícula en un sanatorio privado de Pontevedra "y le dejaron una gasa dentro". "Los médicos le dijeron que si se salvaba era un milagro, y se salvó".

En 1996, cuando tenía 46 años, sufrió su primer achaque de corazón, un infarto agudo de miocardio que detonó todas las incidencias que vendrían después. Diez años más tarde, "cuando le iban a colocar un desfibrilador", descubrieron el que parecía ser el origen de sus problemas: una deficiencia en la válvula mitral (encargada de regular el flujo de sangre que va de la cavidad superior izquierda del corazón a la inferior). "Llevaba años acudiendo a revisiones, pero no se lo localizaron hasta ese momento, no acabo de entender por qué", denuncia Vanina.

Eva rehusó operarse en un primer momento, "porque aquello le cogió por sorpresa" y porque consideraba que las circunstancias familiares no eran las más adecuadas para someterse a una operación. En 2008, cuando la situación se estabilizó, decidió dar el paso, pero esta vez los facultativos decidieron no intervenirla. Estos alegaron que "había riesgos derivados de su obesidad", pero Vanina sospecha que la negativa se debió a "un tema económico". "Mi madre ganó peso en esos dos años, pero había una operación menos arriesgada (por incisión axilar)", apunta.

En marzo de 2013 Eva sufrió "la primera de muchas caídas" provocadas, según su hija, por "fallos en el corazón". Su cara se llenó de moratones y recibió diez puntos en la cabeza en el servicio de Urxencias de Montecelo. Uno de los médicos le advirtió sobre su estado y le habló del tratamiento Mitraclip, "que consistía en grapar el orificio por donde salía el exceso de sangre hacia los pulmones".

Eva fue derivada a Santiago de Compostela para, supuestamente, someterse a esta técnica, pero la intervención se limitó a un cateterismo. Los médicos alegaron que había riesgos aunque, una vez más, Vanina intuye motivos secundarios, "porque costaba 35.000 euros". "No sé si su estado mejoraría, pero deberían haber arriesgado. Su misión es salvar vidas", subraya.

PROCESO.Eva regresó a casa, volviendo a las caídas, los golpes en la cabeza y las visitas a Urxencias. Su estado hizo que su familia acudiera a una consulta privada, "con el gasto que supone para una pensionista que no llegaba a cobrar 400 euros". El cardiólogo particular les dijo que Eva necesitaba un trasplante y que deberían colocarle un marcapasos hasta que la operaran. Vanina se dirigió con este informe a Montecelo, pero le negaron ambas opciones, "con la excusa, otra vez, de que había riesgos".

Los sustos se fueron sucediendo, casi al mismo ritmo que se fue deteriorando el estado de salud de Eva y se iba alimentando la inquietud en su entorno familiar. Su hija "vivía con miedo, esperando a recibir una llamada diciendo que se había golpeado o que le había fallado el corazón". Varios de los profesionales que se toparon en su camino les habían advertido de que la vida de Eva tenía fecha de caducidad, "que no llegaría a los 70". Las expediciones a Urgencias se multiplicaron hasta que una noche Eva entró en la unidad de críticos aquejada de problemas respiratorios. En esta ocasión, en julio de 2015, los médicos sí decidieron colocarle un marcapasos, solo que, en opinión de Vanina, la decisión llegó a destiempo y fue desacertada. "Dijeron que era para salvarla, pero lo que hicieron fue prolongar su agonía, porque el verdadero problema ya no tenía solución y a partir de ahí su estado fue a peor. Le salieron úlceras en las piernas, comenzó a tener fallos hepáticos, le salió una mastitis....Y con la previsión de una única cita cada seis meses para revisar el marcapasos".

En primavera de este año Eva sufrió un empeoramiento que dio pie a ingresos alternos. Su última hospitalización tuvo lugar a finales de septiembre. Luego fue tratada en casa por el equipo de HADO y finalmente fue derivada a Paliativos, donde falleció el 6 de octubre. Vanina espera que su denuncia sirva para que el sistema sanitario se anticipe a los problemas irreversibles y para que el personal sanitario "reflexione sobre cómo deben tratar a las personas". "Mi madre tenía mucho carácter y en este tiempo he conocido a muchos médicos excelentes, pero también he notado falta de humanidad". El CHOP ha preferido no pronunciarse, al considerarla una discusión clínica afectada por la Ley de Protección de Datos.

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