El 8 de marzo más joven

"Queda mucho por hacer". Lo afirman cinco jóvenes pontevedresas de entre 18 y 31 años que constatan que la igualdad real aún es una "utopía" y advierten de un retroceso en las generaciones que vienen detrás
18 00 REVISTA Portada e interior Vienen tres chicas para hacer una foto para reportaje del 8M Quedamos en redaccion pero la foto la haremos fuera
photo_camera Aida Martínez, Itziar Moraña y Alba Chaves, tres de las jóvenes pontevedresas que participan en este reportaje. DAVID FREIRE

Henar Padín (31 años) , Alba Chaves (27), Itziar Moraña (27), Nuria Miranda (25) y Aida Martínez (18) crecieron en una sociedad muy distinta a la de sus madres y abuelas, pero todas coinciden en que a estas alturas del siglo XXI la igualdad de género sigue siendo un objetivo por el que luchar. Incluso una "utopía".

Ante el debate sobre la necesidad de que exista el Día Internacional de la Mujer y se haga sentir cada 8 de marzo, las cifras hablan por sí solas y despejan cualquier duda: el número de mujeres asesinadas por violencia machista en España ascendió a 44 en 2021, en lo que va de año ya son seis y desde 2003, cuando se empezaron a recopilar datos, suman 1.131. Además, el pasado año se cerró con 120.813 denuncias por violencia de género, 16.587 usuarias del Servicio Telefónico de Atención y Protección a las víctimas de la violencia de género (Atempro) y 2.582 dispositivos electrónicos de seguimiento activos.

Asimismo, la realidad de las jóvenes de hoy sigue estando marcada por la desigualdad salarial (en España las mujeres cobran un 21,5% menos que los hombres), el techo de cristal (en nuestro país solo hay un 27% de mujeres ocupando cargos de elevada dirección), la falta de mujeres en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y las limitaciones autoimpuestas a raíz de los compromisos en el hogar y en la vida familiar.

La situación no mejora más allá de nuestras fronteras. Así, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), las mujeres de todo el mundo hacen al día dos horas más de trabajo no remunerado que los hombres y el promedio de participación femenina en el mercado de trabajo es un 20% más bajo respecto al de sus compañeros varones. Por no hablar de la explotación sexual: el 94% de las víctimas son mujeres y niñas.

Pero más allá de las grandes cifras y los grandes retos que conforman la agenda feminista, en el día a día afloran infinidad de situaciones discriminatorias y de violencia machista que incluso pueden pasar desapercibidas, menos para quien las padece. De hecho, Henar, Alba, Itziar, Nuria y Aida las han sufrido, desde tocamientos sin consentimiento a acoso en las redes. "Los que dicen que ya está todo hecho no entienden lo que es sentirse observada o tener miedo de ir sola. Queda mucho por hacer", afirman al tiempo que alertan de un retroceso en las generaciones que vienen detrás. "Vuelven ideas y estereotipos que creíamos ya superados".

Hénar Padín: "Seguimos siendo de segunda, lo otro, lo que no es un hombre"

Henar Padín tiene 31 años, vive en Vilagarcía de Arousa y trabaja como auxiliar administrativa de producción en una empresa de alimentación. "Aparentemente y en la superficie, cualquiera diría que la situación actual de la mujer en materia de igualdad es mejor que en otras épocas, pero, en mi opinión, estamos sufriendo un importante retroceso en cuanto a igualdad -afirma la joven-. Vuelven ideas y estereotipos que creía ya superados, especialmente entre los más jóvenes. Se vuelve a creer que las mujeres visten o se comportan de determinada forma, se vuelven a anteponer intereses de todo tipo a los intereses de las mujeres. Parece que ya somos iguales, que nos quejamos por no estar calladas", lamenta.

henar Padin
Henar Padín. DP

Sin embargo, Henar cree que "aún falta casi todo por conseguir" y, sobre todo, "falta que se nos considere seres humanos" porque, argumenta, "seguimos siendo ciudadanas de segunda, seguimos siendo lo otro, lo que no es un hombre. Se sigue debatiendo si se nos puede comprar y si tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, y seguimos luchando por derechos tan básicos como una educación no sexista".

Además, prosigue la joven, "hay lugares del mundo donde las niñas aún son obligadas a casarse, donde se las mutila y se las obliga a abandonar sus estudios para ser madres y esposas; los niños empiezan a consumir pornografía a los ocho años, con todo lo que ello significa, y los jóvenes creen que la violencia no tiene género, pero aumentan los casos de violaciones y de violaciones en grupo. Y nos siguen matando". "Falta todo por conseguir", reitera. 

Aunque Henar Padín reconoce que su realidad es muy diferente a la de su madre y a la de las generaciones anteriores, matiza que "las cosas han mejorado mucho sobre el papel, pero el imaginario colectivo sigue siendo el mismo en cuanto a las mujeres. La sociedad no ha cambiado sus planes para nosotras, casi lo único que cambia es que ahora decimos que lo hacemos porque queremos".

Asimismo, Henar asegura que en las redes sociales es testigo de conductas machistas o discriminatorias "todos los días". "Soy activa en redes y es abrumadora la cantidad de violencia contra las mujeres que puedes encontrar en cualquiera de ellas, y lo mucho que la celebran y les divierte", señala.

"Me han tocado sin mi consentimiento, me han gritado por la calle y me preguntan constantemente cuándo seré madre"

En cuanto a su entorno, tanto familiar como de amistades y de trabajo, la situación es diferente. "Por suerte, cuento con muchas mujeres, por lo que me veo mucho más liberada de estas conductas, pero las he vivido en otros momentos de mi vida", explica. "Me han tocado sin mi consentimiento, me han gritado cosas por la calle, me preguntan constantemente que cuándo voy a ser madre o me juzgan por no maquillarme, me piden que sonría, he cobrado menos que mis compañeros por hacer el mismo trabajo... por decir solo algunas", enumera la joven de Vilagarcía de Arousa.

Con respecto a la implicación de las mujeres de su generación en la lucha por la igualdad, Henar apunta que "somos muchas, cada día más, las que nos vamos dando cuenta de que no somos tan libres como creemos. Por suerte para mí y para todas, cada vez más mujeres se paran a observar y escuchar, a aplicar pensamiento crítico, a analizar su entorno, a estudiar el tema". No obstante, lamenta que "quedan muchas que creen que ya está todo conseguido o que ni siquiera hay nada por lo que luchar, pero -afirma- por ellas también peleamos".

En cuanto a los hombres de su generación, lo tiene claro: "Creo que deberían callar y escuchar. Deberían prestar atención, pero no lo hacen porque no les interesa. La posición de privilegio es cómoda, imagínate. ¿Para qué cuestionar algo que para ellos funciona perfectamente? Solo porque nosotras nos quejemos y gritemos, porque pidamos que se deje de matar y violar a nuestras hermanas, no van a dejar de estar cómodos. Pocos hombres conozco, muy pocos, que estén realmente interesados en cambiar ellos mismos y cambiar las cosas. Pocos estudian y se informan, y casi ninguno se atreve a sacar su ‘feminismo’ de casa".

Para Henar, lo importante no es "considerarse o no feminista". "El feminismo cuenta con unas bases y una teoría que hay que estudiar, y cuenta con una agenda que se ha de cumplir y por la que luchar. Todo aquello que se salga de lo anteriormente dicho, para mí, puede considerarse como quiera o lo que quiera, pero no es feminismo. Y con esto quiero decir que sí, soy feminista", concluye.

Alba Chaves: "El patriarcado ha conseguido camuflarse para pasar desapercibido"

"La situación de las mujeres hoy en día es crítica, a nivel nacional y mundial", afirma la pontevedresa Alba Chaves, de 27 años y graduada en Publicidad y Relaciones Públicas. "Pienso que el patriarcado ha conseguido disfrazarse y camuflarse en la sociedad para pasar desapercibido, transformándose en modernidad pero haciendo el mismo daño o incluso más que antes. Pienso que a las mujeres todavía les cuesta llegar a puestos de poder en las empresas, que la conciliación para las que deciden ser madres no existe, que la carga mental es una losa que nos impide evolucionar personal y profesionalmente. Pienso que las cifras de mujeres asesinadas ya no asustan, que la sociedad lo ha normalizado y ya no les sorprende que maten a mujeres todos los días. Creo que pasa lo mismo con las violaciones, últimamente se han visibilizado a través de las redes sociales múltiples casos en todo el país de violaciones a mujeres tras la sumisión química", apunta.

Alba Cgaves
Alba Chaves. DP

Alba, que en la actualidad trabaja en una revista digital sobre marketing y comercio electrónico, pone el foco en la necesidad de "una educación realmente igualitaria, una educación que enseñe a las niñas qué es tener la menstruación, para que no se avergüencen de ella, que se les explique cómo funcionan sus cuerpos dependiendo del momento de ciclo menstrual y se les ayude a gestionar sus emociones (tanto a las niñas como a los niños); una educación sexual que se desvincule de la pornografía con la que conviven los adolescentes, que es la escuela de la violación".

Es necesario, insiste, "que se enseñe a los niños y adolescentes a respetar a las mujeres, a tratarlas como iguales, que se les explique que sus diferencias son meramente biológicas y que se distinga entre sexo y género".

Asimismo, la joven subraya la urgencia de contar con "leyes que nos protejan". "Leyes que prohíban realmente la prostitución, que persigan a los explotadores y no a las explotadas, a las víctimas de este sistema. Leyes que prohíban la inscripción de bebés, en nuestro país, comprados a través de la gestación subrogada", explica.

No obstante, Alba se muestra satisfecha con la visibilidad actual del movimiento feminista. "Hay mucha divulgación en redes sociales y, si eres una mujer con interés e inquietudes sobre el feminismo, como yo, tienes múltiples divulgadoras que te ayudan a ver las cosas de otra forma. Me gusta pensar que parte de lo que está consiguiendo el movimiento feminista es que las mujeres nos escuchemos unas a otras, cosa que creo que en la época de nuestras madres no pasaba, al menos de la misma forma".

"Una vez te pones las gafas violetas consigues ver el machismo por todas partes"

Aunque afirma que "una vez te pones las gafas violetas consigues ver el machismo por todas partes", Alba asegura que "por suerte" su entorno laboral actual "está concienciado con el movimiento y me deja expresarme libremente, algo que sé que muchas otras mujeres no podrán decir". Pero, precisa, "en el mundo de la publicidad y el marketing hace falta mucho trabajo para conseguir una igualdad real. La representación de la muer en los espacios publicitarios, en gran medida, perpetúa estereotipos sexistas y mercantiliza el cuerpo de la mujer como reclamo publicitario". 

Asimismo, Alba reconoce que en su entorno familiar (vive con sus padres) convive "con comportamientos machistas en relación a la repartición de tareas del hogar, algo muy típico en todos los hogares".

La joven también ha sufrido en carne propia el machismo: "Aparte de los piropos y acoso callejero que la mayoría de las mujeres hemos vivido, hace años, yo tendría alrededor de 16/17 años, iba andando por el arcén de una carretera camino a casa cuando tres chicos jóvenes que iban en un coche empezaron a ir lento a mi lado, a gritarme cosas (como puta y guarra) y a tocarme el culo. Yo, en vez de defenderme o correr, me quedé paralizada y empecé a temblar. Otra de las situaciones fue hace poco. Estaba en un pub, con mi pareja y unos amigos, cuando un chico echó algo en mi copa (no conseguimos ver lo que era, ni aclarar la situación) porque un amigo vio lo que estaba haciendo y se formó una pelea con un montón de gente y el culpable se esfumó".

Con respecto a los hombres, lamenta que "a muchos se les llena la boca diciendo que son aliados feministas pero después se los ve tratar fatal a sus parejas y muchos se toman el movimiento feminista como un ataque hacia ellos".

Alba es rotunda: "Por supuesto que soy feminista. Parece mentira que siendo las mujeres el 52% de la población mundial tengamos que seguir reclamando, en 2022, una educación igualitaria, que no nos maten, que no nos violen y que no se mercantilicen nuestros cuerpos".

Itziar Moraña: "No conozco a ninguna mujer que no haya sufrido ningún tipo de violencia"

"La igualdad actualmente es una utopía". Así lo piensa la pontevedresa Itziar Moraña, profesora de Primaria de 27 años. "Por un lado, en nuestro contexto existe una igualdad legislativa que se da por hecho, pero esto no se traduce en una igualdad real, ya que se dan dinámicas estructurales que hacen ver la desigualdad entre mujeres y hombres. Y, por otro lado, si analizamos la realidad de las mujeres más allá de nuestras fronteras, encontraremos la evidencia del patriarcado apretando las tuercas en cada rincón del planeta", sostiene la joven.

Itziar Moraña
Itziar Moraña. DP

"Otra razón por la que la igualdad real es una utopía es que los hombres y las mujeres somos diferentes -matiza la docente-. Lo interesante sería valorar nuestras diferencias y convivir en igualdad como sujetos en sociedad".

En su opinión, "todas las desigualdades con las que convivimos son una herencia histórica, las tenemos arraigadas en nuestra educación, nuestra socialización, nuestra forma de ver el mundo y al resto de personas… Por tanto, todo está normalizado".

En este sentido, constata que "en los centros educativos, las nuevas generaciones siguen reproduciendo esos roles de género tan marcados, sin saberlo tienen unos grilletes que será difícil romper. Más allá de la educación recibida por sus familias, los niños y adolescentes viven en un entorno cargado de estímulos que de manera indirecta instalan ideas patriarcales en su cerebro. Poniendo un ejemplo, en 6º de Primaria ven videoclips que parecen vídeos porno. Cuando te pones las gafas violetas descubres un nuevo enfoque y ves todo lo que falta por conseguir. Ya no es cuestión de buscar culpables, sino de ser conscientes del problema, buscar la raíz de esa consecuencia e intentar cambiarla".

Así, en materia educativa, Itziar demanda "una formación en igualdad real para el profesorado, una legislación educativa que no se contradiga, unos libros de texto y materiales didácticos libres de roles y estereotipos, un mayor número de referentes femeninos de todos los ámbitos y una educación que busque el fin de la desigualdad de cualquier tipo".

Pese a todo, es consciente de los avances. "Vivo en un contexto que me permite tomar decisiones con libertad, que me permite opinar, estudiar, trabajar, crearme y ser con independencia. Dista mucho de la vida de mi madre o mis abuelas -afirma-. Ha habido olas del movimiento feminista que han logrado cosas que pudieron sentir imposibles; y, sin ir más lejos, gracias a ellas, hoy yo puedo hablar en esta entrevista".

Pero los avances no impiden que perciba "conductas machistas de manera continua". "Las redes sociales están plagadas de sexismo; en el trabajo tienes que lidiar con quien te toque; la familia no la eliges y tú decides cómo relacionarte; y las amistades pasan por mi filtro violeta de manera necesaria -explica-. No conozco a ninguna mujer que no haya sufrido algún tipo de violencia o discriminación.  Absolutamente a todas las mujeres nos ha pasado algo, desde lo más ‘inofensivo’, que te digan cosas por la calle, que no se escuche tu opinión, que te hagan mansplaining, que midan tu valor según tu físico, que un tío cualquiera te toque el culo en una discoteca… hasta, como vemos en las noticias de forma continua, violencia machista, violaciones, explotación sexual, asesinatos, explotación reproductiva… Esto denota la falta de igualdad real, las mujeres vivimos con miedo y culpa. Miedo de ir solas por la calle y que nos pase algo, y que después, además, por una cosa o por otra, la culpa acabe siendo nuestra".

Itziar lamenta que "muchas mujeres viven al margen de toda esta problemática y siguen normalizando situaciones que forman parte de su propia opresión". En cuanto a ellos, cree que "el feminismo necesita a hombres que empaticen, que sean conscientes de sus privilegios y también de sus opresiones, que se sensibilicen y se pongan en el lugar de las mujeres. Muchos hombres se sienten atacados por el feminismo, entiendo que no les gusta la idea de cuestionar sus privilegios".

Nuria Miranda: "Hay mucha desinformación que estigmatiza el feminismo"

Nuria Miranda estudia Informática en Vigo y, además, imparte clases de inglés en una academia. A sus 25 años, considera que "el movimiento feminista ha logrado grandes avances en los últimos años y se han reconocido derechos básicos, si hablamos de Europa, aunque con muchas diferencias entre países. Pero -recalca- queda mucho por hacer, como aplicar las normativas de manera efectiva. Además aún no hemos logrado cumplir la agenda feminista. Para las sufragistas consistía en conseguir derechos civiles y educativos, para nosotras es lograr que la sociedad nos reconozca como seres humanos plenos, y eso pasa por la abolición de la explotación sexual (prostitución y pornografía) y reproductiva (vientres de alquiler o gestación subrogada). Y es que -denuncia- en pleno 2022 seguimos luchando para que las personas no se compren, ni se vendan, ni se alquilen...". 

Nuria Miranda
Nuria Miranda. DP

Pese a lo que queda por hacer, Nuria también reconoce las mejoras: "Hemos roto muchas barreras: a nivel sexual ya hablamos de violaciones dentro de la pareja y eso antes ni se concebía; hemos puesto sobre la mesa el término ‘violencia machista’ y hemos empezado a nombrarla e identificarla. Incluso estamos cerca de tener una norma abolicionista inspirada en la experiencia sueca". 

Aunque pesan más las asignaturas pendientes: "Los índices de violencia sexual siguen creciendo. La edad media de inicio de consumo de pornografía está en 8 años. Los adolescentes reciben el aprendizaje ‘sexual’ por esa vía que socialmente no está mal vista, aunque es violencia explícita hacia nosotras, y se basa en ejercer poder. Falta formación y educación sexo-afectiva. El sexo se da cuando hay deseo por ambas partes y respeto mutuo. Es hora de reflexionar sobre eso de que ‘ellos desean y ellas consienten’. ¿Qué es consentir? ¿Ceder? Vanessa Sprignora lo deja muy claro en ‘El Consentimiento’: Es violencia"

Respecto a la violencia machista asegura que "todas la hemos sufrido aunque no nos hayamos dado cuenta". "Es violencia cuando un hombre habla más alto que tú e interrumpe tu discurso haciendo que parezca incoherente, cuando en el trabajo un hombre repite tu idea y todos le aplauden mientras a ti ni se te ha escuchado, cuando tu novio te insiste hasta la saciedad para tener sexo, cuando tenemos miedo de quedarnos a solas con un profesor a puerta cerrada...", destaca.

Aunque cree que "cada vez hay más mujeres que se implican de forma activa en la lucha feminista", lamenta que "muchas aún no porque hay mucha desinformación que lo sigue estigmatizando. Respecto a los hombres, asegura que "son muy pocos los que lo hacen de manera genuina".

"Yo soy feminista -concluye-. Considero que las mujeres somos seres humanos con derechos y eso es feminismo".

Aida Martínez: "Los niños de ahora de 13 o 14 años están dando pasos hacia atrás" 

Con 18 años recién cumplidos, Aida Martínez, estudiante de 2º de Bachillerato en el IES Luis Seoane y presidenta de su Consello da Muller Nova, denominado NeoFem, es consciente de que la situación actual "no es igual" que cuando sus padres tenían su edad.

"Ahora tenemos más igualdad, pero -advierte- los pasos que hemos dado hacia adelante con los niños de ahora están volviendo hacia atrás". Y es que la joven es testigo de cómo en su instituto los niños y niñas de 13 o 14 años, sobre todo los varones, están muy "desinformados" y reproducen viejas consignas del tipo "la mujer tiene que estar en casa o las niñas no juegan al fútbol".

Aida Martínez. DAVID FREIRE
Aida Martínez. DAVID FREIRE

"Incluso están volviendo conceptos erróneos del feminismo que parecía que ya habían desaparecido, como que las mujeres queremos ser superiores al hombre. Ahora con Vox hay muchos niños que dicen que tienen razón respecto a que con la Ley de la violencia de género las chicas pueden denunciar a cualquier chico sin tener una prueba sólida. Las redes sociales las están usando niños cada vez más pequeños y son más fáciles de influenciar", explica.

Aida insiste en la importancia de informar y educar. "En nuestro instituto en 2º de la ESO tenemos una optativa de Diversidad Sexual y en 1º de Bachillerato de Cooeducación para el siglo XXI, en la que se estudian conceptos del feminismo, de educación sexual, de diversidad sexual... Hacen falta materias de ese tipo. Hay muchos institutos que no las tienen y hay profesores que tampoco se molestan en intentar educar a los niños en igualdad", denuncia. También destaca el papel de los padres: "A mí siempre me transmitieron que no era mejor ni peor que otra persona, ya sea hombre, mujer o no se identifique".

Aunque Aida se mueve en un entorno comprometido con la igualdad, asegura que los "micromachismos" están presentes. "Incluso nosotros los hacemos teniéndolo interiorizado", precisa.

Aida también sabe lo que es sentirse "observada" si lleva falda y hace dos años vivió una situación de acoso por Instagram que acabó en denuncia. "Durante unos meses viví con miedo de salir a la calle", recuerda.

"Es necesario cambiar ese pensamiento que tienen los chicos de sentirse superiores. Los chicos que dicen que ya está todo hecho no entienden lo que es sentirse observada o tener miedo. Mi madre no me deja salir de casa yo sola porque tengo que ir andando un trozo de carretera general y tiene miedo porque a ella y a su hermana de pequeñas las intentaron raptar. Queda mucho por hacer", concluye.

En cifras
► En 2021, 44 mujeres fueron asesinadas en España por violencia machista y 1.131 desde 2003, cuando se empezaron a recopilar datos.

▶ El pasado año se cerró con 120.813 denuncias por violencia de género.

▶ Según datos de CC. OO. y UGT, la tasa de desempleo femenina en Galicia se sitúa en el 12,8% frente al 10,6% de la masculina y las gallegas cobran unos 5.000 euros menos al año que los gallegos.

▶ En Galicia hay 481.000 hombres inactivos frente a 631.000 mujeres. Del grupo de personas que no buscan empleo por tener que ‘cuidar’ a niños, mayores o dependientes, el 91,3% son mujeres.

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