Las clarisas meditan su traslado a Santiago

Tras el fallecimiento de una de las religiosas hace varias semanas, en el monasterio solo quedan cinco personas, todas ellas de edad avanzada. Las dificultades para seguir atendiéndolo solas hacen que se planteen el traslado a Santiago
El convento se asienta sobre una parcela con una superficie aproximada de 10.000 metros cuadrados
photo_camera El convento se asienta sobre una parcela con una superficie aproximada de 10.000 metros cuadrados

"Si las clarisas se van de Pontevedra sería una gran pérdida y la ciudad lo notaría mucho, igual que está notando la ausencia de las monjas del asilo".

Las palabras del párroco de San Bartolomé, Raúl Lage Radío, son una muestra más de la preocupación existente en la Boa Vila desde que se conoce que la comunidad religiosa de Santa Clara está pensando en la posibilidad de dejar el convento pontevedrés y trasladarse a otro lugar. El motivo es que actualmente son muy pocas las monjas que lo habitan y cuidan.

Hace varias semanas falleció una de ellas, sor María, y ahora solo permanecen en el cenobio cinco personas: sor Sagrario, que es la madre abadesa, y sor Purificación, además de sor Margarita (que pertenece a la orden de las Capuchinas y procede de Oleiros), sor Micaela (clarisa, aunque procedente de Carrión de los Condes) y una seglar que también forma parte de la comunidad aunque no ha tomado los hábitos.

Son pocas y todas tienen una edad avanzada, por lo que les resulta difícil realizar todas las tareas del convento y continuar en él. El sacerdote de San Bartolomé, parroquia a la que está circunscrito el convento, explica que estas religiosas se encargaban de muchas tareas, como la preparación de las ropas litúrgicas o de las partículas, y "desde hace unas semanas ya no lo hacen. Son tan poquitas que no pueden sostener esa actividad", aclara. "Hay varias instituciones que se hacen cargo de esas cosas, como un instituto secular que está en Barro".

Ellas prefieren no hablar del asunto y continuar viviendo y trabajando lejos de los focos de la atención mediática, tal y como han hecho siempre. La suya es una dedicación silenciosa y desinteresada, de entrega y humildad, y es por ese mismo motivo por el que son tan queridas en la ciudad y fuera de ella.

Además, fuentes próximas al convento afirman que por el momento no hay ninguna decisión tomada.

Gonzalo Diéguez es el superior de los Padres Franciscanos, una congregación estrechamente vinculada a la de las Clarisas. Este explica que la Orden de Santa Clara está conformada por varias federaciones.

"Pontevedra pertenece a la del Sagrado Corazón de Jesús, que también abarca las provincias de Ourense, A Coruña, Lugo, Palencia, Salamanca, Zamora, León, Asturias y Huesca. Es en esta última en donde está la presidenta", puntualiza. "Entre todas estas provincias suman 38 monasterios, contando dos situados en Angola que pertenecen a la misma Federación".

De hecho, como las demás órdenes religiosas, la de las Clarisas tiene su organización y jerarquía propia y las decisiones se toman dentro de ella, por lo que no dependen de otros estamentos eclesiásticos.

"Tienen su propio funcionamiento y se gobiernan a sí mismas, así que nosotros no sabemos nada sobre si el convento de Pontevedra va a seguir funcionando o no", explica el Arzobispado de Santiago de Compostela.

Otras fuentes eclesiásticas señalan que, de irse, el destino de las monjas pontevedresas podría ser el monasterio de Santa Clara situado en la capital gallega, en el que actualmente habitan trece sores: "Si finalmente se produce el cambio, lo lógico sería que se quedasen en la misma diócesis. Esta tiene tres vicarías territoriales, que son las de Pontevedra, A Coruña y Santiago, y esta última parece ser la opción de la que se está hablando".

En todo caso, en el convento compostelano prefieren no hacer comentario alguno y aclaran que "no hay ninguna decisión tomada" y que, si llegado el momento se produjese ese traslado "sería la autoridad responsable la que lo comunicase".

CAUTELA. La cautela es la que rige ahora mismo todas las valoraciones sobre el futuro del convento pontevedrés, si bien todo el mundo coincide en señalar que su cierre sería "una pérdida enorme para la ciudad", tal y como dicen el párroco de San Bartolomé y el superior de los Franciscanos.

La esperanza a la que apuntan todos es la incorporación de nuevas religiosas al cenobio.

En la actualidad quedan muy pocas, pero a principios del siglo XX había en él 80 monjas clarisas, una cifra que ha ido bajando con el paso de los años y que se ha visto agravada por la crisis de vocaciones que se deja notar en la mayor parte de las órdenes.

Ahora, al ser preguntadas desde la parte exterior del torno, las monjas que habitan en el convento pontevedrés prefieren guardar silencio, pero, anteriormente, en más de una ocasión han accedido a explicar cómo es su día a día.

En agosto del año pasado, Diario de Pontevedra publicó un reportaje sobre el convento en el que la propia Sor Sagrario, la madre abadesa, describía la vida tras los muros del monasterio.

"¿Que cómo es un día en el interior del convento? Pues normaliño de todo", contaba. "Las que tenemos salud nos levantamos a las seis de la este sábado, pero las que están más delicadas lo hacen un poco más tarde, para asistir a la misa de las ocho y media o a la hora que se lo permite su estado de salud".

Además de rezar el oficio divino completo, las sores se encargan de trabajar en la cocina, limpiar, atender la huerta, realizar otras labores y rezar por todos los que necesiten ayuda.

Y es que las clarisas atienden a muchas personas que precisan comida, mantas o prendas de vestir. Para satisfacer estas demandas, reparten los productos que les suministra el Banco de Alimentos y también otros que reciben de donaciones y ofrendas a través del torno.

"Ni se imagina la procesión de gente que atendemos, una persona tras otra", explicaba sor Sagrario en agosto.

Es por ello que su presencia y su trabajo son tan bien valorados. "Como la suya es una dedicación silenciosa, muchas personas no se dan cuenta de la maravillosa labor que realizan. Son mujeres llenas de bondad, con una gran entrega", afirma una vecina de Santa Clara.

A ese silencio contribuye la clausura que las clarisas aplican con rigor, pues solo salen del convento para ir al médico o cumplir con el deber de votar.

Aún así, la Boa Vila no es ajena a su existencia y en 1993 estas hermanas recibieron el Premio Ciudad de Pontevedra por su esfuerzo para mantener el convento y el templo.

Las monjas ya no pueden encargarse de realizar ciertas labores, como preparar las partículas y las ropas litúrgicas

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