A Carmen Esperón Sertal le costó nada menos que tres años hacerse a un lado definitivamente de la asociación a la que se había entregado, durante décadas, tan infatigablemente. Cuando en octubre de 2014 hablaba en este periódico de toda una vida de lucha por la conciliación vecinal, la idea ya rondaba su cabeza. Fue en noviembre de 2017 cuando anunció su retirada, dejando atrás la llamada Asociación de Veciños do Vao, que había crecido amparada por la sombra de Esperón, cuando esta tomó en el año 1983 el relevo a Rey Fonseca, antes de que este se convirtiera en alcalde de Poio, y solo dos años después de la creación de la entidad.
Fueron más de tres décadas de lucha social. Esperón regaló los esfuerzos de su juventud y su madurez a la búsqueda de la convivencia entre los habitantes de las chabolas y el vecindario de O Vao, en la parroquia de San Salvador. Y hubo un tiempo en que lo consiguió. Ella misma recordaba en 2014 cómo la convivencia funcionaba en aquellos primeros años de la década de los 80, impulsada por una entidad de la que los habitantes de las chabolas fueron socios hasta la creación de la asociación gitana de Pontevedra. Los niños convivían en la escuela y se hacían actos de los que al menos hasta hace poco la asociación todavía guardaba el testigo en forma de fotografías. Luego todo se torció, pero Carmen peleó más fuerte.
Carmen Esperón fue presidenta de la Comunidad de Montes de San Salvador entre 1999 y 2016
La irrupción de la droga a mediados de los 80 marcó un antes y un después. Incluso llegó a haber acuerdos con O Vao de Arriba y comenzó el peregrinaje de la histórica dirigente por las instituciones. A lo largo de este duro periplo, tuvo que lidiar con hostilidades. Pero Carmen no fue solo eso. Durante toda su vida realizó una enorme labor social, con la organización de decenas de actos culturales, deportivos e infantiles, e iniciativas entre las que incluso llegó a haber un coro.
Entre 1999 y 2016 se puso al frente de la Comunidad de Montes de San Salvador, desde donde consiguió que se llegara a tramitar el deslinde, evitando apropiaciones ilegítimas, y que muchos años atrás había sido clasificado por el Jurado de montes de Pontevedra.
Apartada ya, en estos últimos años, del activismo social, Carmen Esperón guardó el testigo de décadas y décadas de la historia de O Vao, su hogar, en el que vivió los momentos más tensos de su trayectoria, como el primer derribo de una chabola en 1998, que nunca llegó a ir a más, pero también fue reconocida con cariño por sus vecinos y vecinas. Falleció este jueves a los 88 años y, con ella, se lleva el ejemplo y el orgullo de quien supo estar siempre en la primera línea.
