Jorge Eduardo, un adiós exprés a toda una vida en Santa María

Este paciente que llevaba 20 años en el centro tuvo que ser trasladado in extremis a una residencia en Redondela
Jorge Eduardo, con su hermano Pablo
photo_camera Jorge Eduardo, con su hermano Pablo. CEDIDA

Los rumores de un cierre inminente del edificio que en su día albergó al histórico Sanatorio de Santa María comenzaron la semana pasada. Sin embargo, las noticias oficiales apuntaban a marzo como la fecha señalada. El lunes, los familiares de los residentes (la instalación que un día alumbró a cientos de pontevedreses del baby-boom y cobijó en los últimos tiempos a pacientes con dolencias físicas y psíquicas severas) se encontraron con una bofetada de realidad. Les informaron que, en solo tres días, Santa María bajaría la persiana. Inmediatamente, los Servicios Sociales de todas las administraciones comenzaron a trabajar. Nadie podía quedarse desamparado. Sin embargo, algunos lo tenían más difícil que otros.

Ese fue el caso de Jorge Eduardo Casas, de 42 años, con un grado III de dependencia y que llevaba 20 años ingresado en la institución. Con limitaciones físicas y psíquicas severas —secuelas de un grave accidente de tráfico— y tras perder a su madre por coronavirus en la residencia de Vilaboa en diciembre pasado, Jorge Eduardo tiene en su hermano Pablo, agente de la Policía Nacional de Pontevedra, a su ángel de la guarda. "Tengo que quejarme por obligarme a mover en solo 72 horas a un paciente como mi hermano, algo nada fácil. Solo para pedir una ambulancia se pueden tardar dos semanas", explicó. Pese a las dificultades, Pablo encontró una solución de emergencia hallando una plaza en una residencia en el lugar de Amoedo, en el término municipal de Redondela. Allí se dirigió con su hermano en un taxi adaptado en la mañana de este viernes. A las doce ya tenía nuevo hogar, que será provisional. "Nos daban otras opciones pero no eran inmediatas. Ahora estamos buscando alternativas más adecuadas para él, ya hemos visto algún centro en Vigo que se adapta mejor a sus características", detalla.

El final de Santa María como residencia era un secreto a voces. Los requisitos que exige la Xunta en la actualidad obligaban a la empresa propietaria de la misma a ejecutar obras que no resultaban viables en el emblemático enclave. Ascensores o cuartos de baño individuales, por ejemplo. Hestia, firma propietaria, ya construye su nuevo centro en Vigo con todas las medidas que se exigen.

"Salvamos el primer match-ball", dice Pablo, que, en todo caso, ya trabaja en la búsqueda de una opción mejor. "En Pontevedra podía ir andando para estar con mi hermano. Donde está ahora son más de 40 minutos de coche".

El desalojo exprés de Jorge Eduardo y de 49 pacientes más del centro sociosanitario tampoco gustó en el seno Grupo Socialista en el Parlamento de Galicia, que lamentó, por boca de la viceportavoz Paloma Castro, "a falla de sensibilidade" por parte de la Xunta, señalando que muchos de los pacientes "non saben onde serán ingresados".

La socialista explicó que "só saben que terán que ser trasladados a Vigo ou Santiago", al tiempo que criticó que "unha cidade de 83.000 habitantes como é Pontevedra careza de ningunha solución sociosanitaria para as persoas que necesitan destes coidados".

Castro explicó que Santa María estaba "en fase de renovación da autorización hospitalaria". La socialista añadió que el hecho de no cumplir con los requisitos que ahora le exige la Xunta es consecuencia "da privatización" do goberno de Feijóo. Añadió, por último, que los trabajadores, 32 en total, tendrán que ser sometidos a un Erte de forma urgente.

Sobre el futuro inmediato del inmueble, en la calle ya se habla de la posibilidad de que un hotel ocupe el antiguo Sanatorio de Santa María a medio plazo. Oficialmente no hay noticia alguna al respecto.

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