Pontevedrando... Admire Pontevedra, haga el favor

Vista de la Avenida de Santa María desde el campanario de la Real Basílica. RAFA FARIÑA
photo_camera Vista de la Avenida de Santa María desde el campanario de la Real Basílica. RAFA FARIÑA

Si es usted una de esas señoras noruegas que nunca ha visitado ni visitará Pontevedra pero que está suscrita a este periódico poque le gusta estar bien infomada, no haga caso a este texto, o sí. Lo mismo entra en razón y decide un día juntar a su familia y visitar la ciudad en la que se hace su periódico favorito, lo que de paso le permitirá hacer alguna compra en Froiz, su supermercado de confianza, y apreciar el buen producto.

Pero si usted ya está aquí, me da lo mismo si permanentemente o de visita, es de suponer que acaso pertenezca a ese porcentaje de personas que está de vacaciones y elige con buen criterio visitar nuestra ciudad si es usted foránea o disfrutarla si es vecina. Estaremos en fiestas a la de ya, así que tiene el entretenimiento garantizado en el casco urbano, en cada barrio y en cada parroquia. Y es el momento perfecto para decir que además de unas fiestas gloriosas, que traemos a Los Brincos y a Amaro Ferreiro, por citar a dos de un cartel interminable, para aprovechar el tiempo entre acto y evento para conocernos un poco mejor. Sí, si usted es una pontevedresa de toda la vida, por mucho que presuma de ello, como hago yo, vamos a reconocer cuatro cosas.

Una, que solemos visitar museos cuando vamos a Guadalajara. Lo digo a tientas, que no sé si Guadalajara tiene museos, espero que yes, que al final quien dice Guadalajara puede decir Dublín; pero hay miles de pontevedreses que no han visitado el Museo y quienes vienen de fuera a disfrutar de las fiestas a veces lo pasan por alto porque hay actividades alternativas de sobra. Pues no. Ya que está usted aquí con su encantadora familia, una visita al Museo de Pontevedra es muy útil, tanto para usted como para los pontevedreses y pontevedresas que, ay, no lo han visitado.

Lo mismo digo del Parador, y me dirijo ahora más a aborígenes que a forasteros. Tomar un café en el Parador es una delicia, qué quiere que le diga. El edificio es espectacular y sólo por eso vale la pena. No sé por qué, quizá por una deficiente estrategia de comunicación, creemos que los paradores son para los de fuera. Por eso no hay muchos pontevedreses que no se acercan a él ni para tomar un café ni para comer o cenar. Mucha gente cree que si no está hospedada ahí no tiene derecho a pisarlo, o sea que cuando quieren ir a un Parador tienen que pasar el Padornelo y conocer el de Benavente como muy cerca. El más famoso de los condes de Benavente, dicho sea de paso, era una mala bestia, pero eso es otra historia.

Visite usted, por favor, el paseo del Gafos y opine sobre la reciente intervención artística. Se lo digo yo que vivo al lado y no la he visitado todavía. Las fotos prometen mucho, también prometen polémica de esas que molan entre quien está maravillado y quien está indignado. Eso en determinados casos también es labor de un gobernante, provocar discusiones, fomentarlas y que Dios decida.

Es el momento de decir que Pontevedra, que monta unas fiestas inmejorables, tiene más que eso, mucho más. Hasta me atrevería a recomendar una visita a la Capilla de las apariciones, que no sé si está cerrada o no. No sé si tras echar a la secta que la dirigía la Iglesia ya ha encontrado una solución, pero que sepa usted que es el único lugar del planeta en el que se han aparecido simultáneamente la Virgen y el Niño Jesús, y la prota de la historia es nada menos que Sor Lucía, la vidente de Fátima, poca cosa.

Suba usted al campanario de Santa María, hágame el favor, y verá desde ahí un paisaje urbano y natural sin igual en el mundo. Dígale al Padre Porro que va de mi parte. Eso no garantiza nada de nada, que es amigo y por tanto me conoce. Bien pensado no me mencione, pero lléguese hasta allí.

Entre también en la iglesia de San Bartolomé. Yo lo hice una vez, ya en edad avanzada y me arrepiento de no haberlo hecho antes, en su momento. Es una preciosidad llena de capillas y retablos. No es algo común; o visite San Francisco, que es una cosa muy medieval y muy hermosa.

Y haga todo esto, por favor se lo ruego, mientras disfruta de la calle, de la ciudad, de las fiestas, de la gastronomía; de Pontevedra. Y de paso, hágalo con la mirada medio levantada. Lo digo porque lo habitual es mirar hacia adelante y hacia abajo, pero Pontevedra es la capital europea de las labras heráldicas. Alce la vista y busque escudos mientras se dirige al concierto que le apetece.