Pontevedrando... Efecto PO2

Pontevedrando... Agua de casa

Lo de que esta ciudad da de beber a quien pasa no es una invención inconsecuente
Rodrigo Cota (centro) fue uno de los invitados a la cata de agua que s ecelebró hace un par de años en la Casa da Luz. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Rodrigo Cota (centro) fue uno de los invitados a la cata de agua que s ecelebró hace un par de años en la Casa da Luz. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Lo de Pontevedra es la "Boa Vila", que es para nosotros como un segundo nombre, lo inventó el poeta y cronista francés Jean Croissart en 1386. El francés acompañaba al duque de Lancaster, que andaba de batallas en nuestra tierra. Tras arrasar A Coruña, inteligentemente los mandatarios de Pontevedra le ofrecieron amablemente el paso a cambio de que no quemara ni robara nada, pacto que al parecer se cumplió a satisfacción de ambas partes.

Croissart describió a Pontevedra como una "bonne ville" y quedó, traducido directamente al gallego, como un segundo nombre para nuestra ciudad, sobre todo porque muchos eruditos, como el padre Sarmiento adoptaron ese nombre para referirse a nuestra ciudad. Lo de "da de beber a quen pasa, a fonte da Ferrería e San Bartolomé na praza" no se sabe quién lo inventó, o yo al menos no lo sé, pero en todo caso pertenece a la tradición y a la sabiduría popular. Y tan bien quedó, que toda la afición granate lo canta como parte final de su himno incluso en tiempos aciagos como los que vive el Pontevedra CF últimamente. Yo a muerte con Luisito.

Lo de que esta ciudad da de beber a quien pasa no es una invención inconsecuente. Vendrá, es de suponer de cuando la fuente hoy localizada en los jardines de Casto Sampedro se encontraba en su emplazamiento original, en A Ferrería. Pontevedra estaba, como ahora, llena de fuentes. Las había por todas partes y ahora hay alguna más. Otra cosa no tendremos pero agua de calidad, estando como estamos atravesados por dos ríos, nunca nos ha faltado.

Tras esta larga introducción, entramos en materia, con su permiso. No compre agua embotellada. No hace falta. Cuesta muchísimo más, no es en absoluto mejor que la del grifo, y cada vez que lo hace, está usted comprando una botella de plástico. El agua de Pontevedra es de primerísima calidad. Yo tuve ocasión de comprobarlo personalmente cuando me invitaron a una cata de aguas, no sé por qué pensaron en mí, pero no era el único. O sea, sí era el único que no era experto en agua, pero había muchos más catadores y catadoras, representantes de la hostelería local y por tanto expertos en estas cosas. En una cata a ciegas en las que nos pusieron cuatro aguas, de las cuáles solamente una era de la traída municipal, que fue la más valorada.

Luego, una experta en aguas nos explicó la propiedades de nuestro elemento vital, que no tenían nada que envidiar a ninguna otra del mundo conocido. Y nos contó de manera pormenorizada cómo el Concello de Pontevedra trata nuestras aguas para que lleguen a nuestros grifos inmaculadas y purificadas. Y eso, querida señora, lo pagamos todos y lo disfrutan quienes quieren. Los demás beben agua embotellada.

Supongo que todo viene de un atavismo que se nos ha pegado a la memoria, de cuando nuestras abuelas tenían que hervir el agua por si no era potable. Pues hay que superarlo. Algún día debería volver a hacer este trabajo dotándola de la profundidad que merece y aportando testimonios de alguna persona experta, pero de momento quedémonos con lo fundamental: el agua de la traída es mejor que ninguna otra, al menos en Pontevedra. Es analizada constantemente y es tratada para eso, para que la podamos beber a morro del grifo si queremos, o servirla en un recipiente impermeable y consumirla desde ahí.

Ya que somos ejemplo de ciudad ecológica y ecologista desde hace unas décadas, ya que damos de beber a quien pasa desde el principio de los tiempos, tendría su gracia que todos bebieran nuestra agua salvo nosotros los pontevedreses, y que mientras los peregrinos llenan sus cantimploras en nuestras fuentes, nosotros la compremos en un envase plástico que se fabrica con un combustible fósil como es el petróleo, que consume energía, que hay que transportar por carreteras y autopistas cuando girando la llave de un grifo la tenemos ahí, al alcance de la mano y no tenemos que cargar con ella hasta casa.

No voy a tener yo nada contra las empresas del agua mineral, faltaría más, que nunca me han hecho nada, pero es bueno dejar aquí constancia de que lo que tenemos en casa es tan bueno o mejor, infinitamente más barato y no hay que envasarlo en plástico. Así que ya sabe: agua de la traída, una exquisitez que si es apta para quien viene de paso, mucho más lo es para quienes quedamos aquí.