Aida Bao: "Si las mujeres no nos exponemos, no generamos cambio y ellos imponen su relato"
Aida Bao Pena (Santiago de Compostela, 1990) 'juega' mañana en casa. Para ella, hablar desde la tierra, en 'As mulleres que opinan son perigosas' 2025 es de lo más natural. En Galicia comenzó su carrera y confiesa que "nunca tuve intención de venirme a Madrid", a donde llegó hace siete años, tras pasar por medios como TVG. Luego llegó La Sexta o Cadena SER y el éxito de su videocolumna 'Notas de voz en la terraza'. Sin embargo, no pierde de vista los orígenes.
¿Qué supone poner su voz en 'Mulleres que opinan?
En Galicia es donde me siento más protegida y apoyada e incluso diría que más reconocida. Tengo muchos compañeros que se dedican al periodismo en Galicia y es donde empecé. Es un poco como un regreso a casa. Al hablar desde allí, si cabe, le tienes más cariño al público, aunque no lo conozcas de nada, y para mí es más emocionante, las cosas como son.
¿Qué parte de Aida Bao le gustaría que conociese el público en Pontevedra y, sobre todo, las jóvenes?
Me encantaría infundir ganas. En el sector del periodismo hay demasiadas voces que te intentan echar hacia atrás y faltan otras que animen a la gente a perseguir lo que le gusta. Si de verdad te gusta esto, otra cosa sería abocarte a una frustración que puede durar toda la vida. Pero también me gustaría infundir ganas de opinar. Porque este foro va mucho de eso y estamos en un momento en el que hace falta, más que nunca, opinar alto y claro.
¿Usted siempre lo tuvo tan claro?
Mi caso es especial porque mis padres se dedicaban a esto, ahora están jubilados. En mi casa había dos opciones: o te enamorabas perdidamente del periodismo desde el principio, o lo odiabas y te apartabas. Mi hermana pequeña y yo hicimos los dos papeles. Yo, desde pequeña, me fijaba mucho en mis padres y ella siempre tuvo claro que quería hacer otras cosas. Crecí con la radio encendida en la cocina todo el tiempo, con una pila de periódicos en el salón antes de que llegara el mundo digital para comérselo todo y con conversaciones muy intensas e interesantes a la hora de comer en mi casa. Cuando era pequeña y decía que quería ser periodista, mis padres no se lo tomaban muy en serio, y cuando cumplí los 18 y tuve que decidir a qué dedicarme, ellos intentaron advertirme de que es una profesión que no está especialmente bien pagada, que es precaria y que hay que luchar mucho. Me dijeron que adelante, pero que me lo pensara bien. Y yo no me pensé nada porque lo tenía clarísimo.
En mi casa había dos opciones: o te enamorabas perdidamente del periodismo o lo
odiabas. Mi hermana y yo hicimos los dos papeles"
¿Qué dificultades encontró?
Me parece interesantísimo hablar de esto y visibilizarlo. Tendemos mucho a que cuando a alguien que le va bien, periodista o comunicador, dé la sensación de que toda la vida ha sido así. Yo pasé etapas muy duras. Ahora, con 35 años y después de 15 trabajando, está empezando a dar frutos y tienes más visibilidad y oportunidades, pero pasé etapas de mi carrera muy complicadas, con contratos muy precarios y sigo teniendo un horario complicado, porque trabajo el fin de semana.
¿Dónde queda la vida personal?
En el turno de fin de semana trabajamos de jueves a domingo y no puedes hacer todo lo que te gustaría. La conciliación es complicada y si tienes hijos, lo mismo. Es importante que tengas un entorno que lo entienda y que lo apoye, porque tu vida no va a ser cómoda para la gente de tu alrededor. Tengo la suerte de que mi pareja hace ambas cosas y tratamos de adaptar la semana y liberar un día. Necesitas que la persona con la que compartes tu vida entienda que tu trabajo es así, tus horarios son así y que intentarás compensarlo de otras formas.
Recoge el testigo de su madre, Aida Pena, en 'Mulleres que opinan'. ¿Cómo ha sido de importante este precedente en su vida?
Importantísimo, al igual que el de mi padre. Los dos han sido mis faros. En mi casa siempre me aconsejaron que mi trabajo hablase por mí, ya que al principio me generaba cierta frustración. Mis padres han sido para mí una referencia, nunca me ha dado miedo decirlo. Han sido mis maestros y examinadores, toda la vida e incluso hoy. Cuando termino un informativo nacional en la SER los llamo y me dicen lo que no les ha gustado con una concreción igual que cualquier jefe.
Triunfa con 'Notas de voz en la terraza'. ¿Cómo surge esto?
Como tantas cosas en la vida, por casualidad. Ya existían videocolumnas, pero queríamos intentar acercarnos un poco más a la piel, al día a día. No tanto a la geopolítica o a la economía, todo eso está muy bien contado y ya hago un informativo. En este caso, hace un par de años hicimos unos vídeos para 'Las claves del año' en la SER. A raíz de ese programa propuse a mi equipo hacer vídeos para poder colgar en redes y web. Hicimos el programa y lo segmentamos en vídeo. Al equipo de Prisa le gustó y me propusieron hacer un fragmento en un programa de El País. Inicialmente nacía como una sección dentro de ese programa y me pidieron una propuesta. Charlando con amigas, porque, al final, ¡es tan importante tener buenas amigas con visión!, mi amiga Ana Fuentes me sugirió hacer una videocolumna. Lo propuse, les pareció bien y con el equipo de vídeo buscamos el formato y una de las pruebas fue una nota de voz. A la dirección de El País le gustó y arrancamos.
Quien diga que la igualdad existe, no está siendo sincero. En las redacciones hay mayoría de mujeres y en los despachos, mayoría de hombres"
La perspectiva de género es transversal. ¿Cómo elige la temática?
Es tan real como la propia terraza. Cuando digo "tengo una amiga que..." nunca es mentira. Siempre es una amiga, un amigo, o incluso soy yo y lo llevo a una tercera persona, pero en el 90% de las ocasiones está basado en conversaciones que tengo con mi familia, amigos, hermana o mi chico. Cosas que escucho en el metro o en una cafetería. Intento estar muy atenta a lo que ocurre a mi alrededor para detectar ese flujo de conversación que va por debajo de los grandes temas del día a día. Lo que está en la vida de la gente. Me dieron libertad para hacer lo que quisiera, pero enfocándolo en lo cotidiano, en cosas que quizás no se hablan. Tengo una nota kilométrica en el móvil con ideas.
¿Qué intenta siempre inculcar a su alumnado del máster?
Que cuanto menos informado estés, más manipulable eres. Si tienes el contexto, no te la van a colar. En el caso de la gente joven, no me canso de repetir que en una época de desinformación, en la que la IA está ganando terreno, es muy fácil engañar. Además, la información la escriben las personas y la imparcialidad no existe. Lo que sí existe es la información honesta y ahí es donde tienes que ser valiente y publicarlo.
¿Lo seguimos teniendo el doble de difícil las periodistas de esta generación?
Quien diga que la igualdad existe en periodismo u otras profesiones no está siendo sincero. Creo que hemos mejorado mucho y que hay hombres, jefes de equipo, que ya valoran igual a las mujeres. Pero también que sigue habiendo hombres y mujeres que, muchas veces de forma inconsciente, tienen una visión machista de los equipos. No es una opinión, las estadísticas están ahí. El periodismo es un sector feminizado y en las redacciones hay mayoría de mujeres, pero luego en los despachos hay mayoría de hombres. Es más importante que nunca que las mujeres opinen, que no tengan miedo a alzar la voz. Probablemente se encuentren resistencia y ataques machistas, pero si no hablamos y si no nos exponemos, al final no generamos un cambio, y los que terminan imponiendo su relato, son ellos. En este contexto de ola ultraderechista, la mejor manera de contrarrestar al trumpismo y al negacionismo machista son los buenos argumentos expuestos públicamente.