"Al oír sus gritos pensé que se estaba quemando vivo"

La mujer cuya alerta sirvió para salvar la vida de su vecino ante el incendio declarado en el número 82 de Eduardo Pondal relata que la víctima, que resultó herida grave, pedía socorro y no podía salir del piso ▶ Las llamas, que se iniciaron en el sofá, afectaron a todo el salón del domicilio. El humo provocó importantes desperfectos en el resto de la vivienda y el intenso calor afectó a las paredes del piso y del vestíbulo

Imagen del incendio en una vivienda de Eduardo Pondal. CEDIDA
photo_camera Imagen del incendio en una vivienda de Eduardo Pondal. CEDIDA

Una ignición iniciada, según las primeras hipótesis, en el sofá de un tercer piso del número 82 de Eduardo Pondal, supuso el comienzo de un incendio urbano que acarreó graves consecuencias que incluso podrían haber sido peores de no mediar la colaboración de los vecinos del edificio. Las llamas pudieron ser confinadas en el piso en el que se inició el siniestro, pero no así el humo, que halló recovecos por los que salir para causar importantes daños en las zonas comunes del inmueble y, al mismo tiempo, infundir el pánico en otros habitantes del inmueble.

El suceso incluyó heridos, dos en total. El primero, de carácter grave según los servicios sanitarios que le atendieron, era el único morador de la vivienda en la que se declaró el incendio. El varón, de 51 años, salvó la vida de milagro gracias a sus gritos y al aviso de su vecina del cuarto, que a su vez informó de lo que estaba sucediendo al resto de la comunidad. Con quemaduras y una importante intoxicación de humo, fue trasladado al Hospital Povisa, con mejores medios que Montecelo para la atención de esa clase de lesiones.

La vivienda permanece precintada a la espera de que los peritos valoren los daños, que fueron muy cuantiosos

La segunda persona que tuvo que ser evacuada (en este caso, a Montecelo) fue una joven de 19 años, víctima de la inhalación de humo. Residía en una de las viviendas de la cuarta planta y su pronóstico es, en principio, muy favorable.

La vecina que dio la voz de alarma explicaba el miércoles a este periódico, cuando habían pasado unas doce horas desde el siniestro, que "al oír sus gritos pensé que se estaba quemando vivo. El humo ya llegaba a mi casa y avisé al resto de vecinos. Él pedía socorro y decía que no podía salir", recordó. "Aún estoy nerviosa ahora", añadió.

Una mujer rechazó el desalojo y echó mano de toallas húmedas para proteger a su esposo, con problemas respiratorios

La llamada de auxilio de esta mujer puso en marcha a todas las unidades disponibles, no solo sanitarias y del Parque de Bomberos, sino también policiales. La llegada de varias patrullas fue inminente, lo mismo que el desalojo de la totalidad del edificio, más que aconsejable ante la densa humareda acumulada en la mayor parte de las estancias. Ataviados con sus pijamas, los habitantes en el inmueble fueron trasladados a la calle.

Los vecinos fueron evacuados a causa del humo. RAFA FARIÑA - Incendio en Eduardo Pondal

Entre las 23.30, hora aproximada de la propagación del fuego, hasta las dos de la madrugada, nadie pudo volver a su vivienda. Con una excepción. En la cuarta planta, encima del piso en el que se estaba produciendo el incendio, una mujer tomó una iniciativa diferente. Su esposo había sufrido pocos días atrás una importante dolencia respiratoria, y se encontraba en casa. Ello le llevó a colocar toallas humedecidas en los huecos de la puerta, lo que le permitió no abandonar su hogar. Tampoco resultaría sencillo, pues el ascensor no se podía utilizar y el paso por las escaleras incluía atravesar un lugar casi incandescente. Tanto fue así que en ese impás se produjo "una pequeña explosión", según los testigos, que provocó la caída de azulejos y de parte de la placa del vestíbulo por el intenso calor.

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