Anaed llega a Pontevedra para tratar la depresión

La Fundación denuncia una "actitud de pasotismo" desde la Administración sobre el aumento de esta enfermedad en Galicia
Enferma de depresión
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La crisis económica acentuó el número de personas que padecen depresión y siguiendo esta línea "en 2020 será la primera causa de discapacidad". Así lo afirma José Ramón Pages, coordinador nacional de Anaed, una asociación creada en 1994 por personas que sufrían la patología y que en 2002 se refundó como una fundación sin ánimo de lucro para ayudar tanto a los afectados por la enfermedad como a la gente de su entorno.Hoy ya son 56 delegaciones en toda España y se coordina desde Cádiz, el centro desde donde Pages administra a todos los profesionales que forman parte del ente.

"Trabajamos para prevenir y tratar a los enfermos, que en la mayoría de los casos ni se comprenden a ellos mismos", relata el coordinador, que enumera las otras labores de Anaed como la investigación y el estudio de las armas y herramientas para luchar contra la depresión. "No se hacen planes desde el Estado", denuncia Pages, que desde la fundación trabajan en dar tratamiento a todos los afectados.

Para conseguir tal propósito, el tope de la sesión psicológica no puede sobrepasar los 15 euros, sesiones en las que se realizan, en el 90% de los casos, terapias cognitiva-conductuales una vez por semana con una duración de una hora.

Sobre el perfil del enfermo Pages afirma que este ha cambiado, "hace años se trataba a mujeres entre 45 y 60 años, pero ahora empieza muchísimo antes", reseña el profesional, que indica que ya tratan a niños de apenas cuatro años que ya comienzan a padecer depresión, "no hay otro causante que la sociedad de consumo en la que vivimos".

El coordinador no duda en calificar como pandemia a la patología, y cree que el pasotismo por parte de las administraciones españolas se debe a que "no vende" la solución y "se trata de algo poco amable de mostrar".

La elección de Pontevedra como ciudad para albergar una delegación de Anaed se debe a "una demanda popular". "Hemos recibido numerosas llamadas de gente de Pontevedra", comenta Pages, que muestra su indignación sobre el ocultismo que hay sobre el tema desde los propios pacientes y la sociedad.

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