Siete años de cárcel para un pontevedrés de 48 años que abusó sexualmente de su vecina, de solo 15

La Audiencia considera probado que la llevó "en diez o doce ocasiones" a una habitación para mantener relaciones

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra ha condenado a un individuo a siete años y un día de cárcel por abusar sexualmente de una de sus vecinas cuando ésta apenas contaba con quince años de edad. El tribunal considera acreditado que la llevó "en diez o doce ocasiones" a una habitación, donde, pese a su oposición, mantenía con ella relaciones sexuales, llegando a penetrarla vaginalmente.

El citado dictamen de la sala segunda detalla que los hechos sucedieron en el mes de abril de 2015, cuando el investigado "entabló amistad con la madre y los hermanos de la víctima". La sentencia, que explica que eran vecinos, añade que "muchas tardes subían tanto la víctima como su familia a casa del procesado, que les invitaba a tomar café, chocolate o helados con cualquier pretexto".

"A finales del mes de junio de 2015, con motivo del fin de las clases, la víctima, que contaba en ese momento con 15 años, subía muchas tardes con su hermana, de 13 años, a ver los dibujos animados a casa del procesado", explica el juez.

En el juicio, el acusado no negó las relaciones sexuales, pero sostuvo que siempre fueron consentidas

El procesado, "aprovechando la edad y la faltad de madurez de la víctima y la relación de confianza generada con su familia, así como su edad, la llevaba a regañadientes a su dormitorio, donde echaba el pestillo de la puerta y, con intención de satisfacer sus deseos sexuales, le quitaba la ropa, lo que la víctima hacía tras mostrarle oposición. A continuación le tocaba el cuerpo desnudo y después, sin usar ningún método anticonceptivo, la penetraba vaginalmente".

La sentencia añade que el ahora condenado conocía perfectamente la edad de la víctima y que los abusos sucedieron "en diez o doce ocasiones, aprovechándose del miedo que tenía la víctima de que se enterase su madre". La situación cesó cuando la hermana menor de la agredida tuvo conocimiento de lo que estaba ocurriendo y se lo contó a su progenitora.

En el juicio, el acusado no negó las relaciones sexuales, pero sostuvo que siempre fueron consentidas, circunstancia que negó la víctima. Su testimonio se vio apoyado por el de su hermana, que explicó que la encontraba "mal y rara" cada vez que salía de aquella habitación en la que la sometían a abusos.