El próximo martes se cumplen seis años del peor incendio que asoló la ciudad en este siglo y uno de los que más impacto tuvo, tanto por su ubicación –en pleno centro– como por su repercusión, reduciendo a cenizas tres negocios, entre ellos el más antiguo de Pontevedra: La Moda Ideal, que data de 1896.
Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, la batalla en los juzgados por las consecuencias de ese fatídico fuego, lejos de ser un amargo recuerdo, todavía perdura. Hasta siete demandas llegaron a los tribunales desde aquel 1 de febrero de 2016, con indemnizaciones que rondaban los 200.000 euros. Pero aún queda un (por ahora) último capítulo, que se dirimirá en primavera, según confirmaron ayer fuentes judiciales.
Las primeras reclamaciones fueron promovidas por las aseguradoras de los edificios colindantes al destruído por las llamas. También estaban implicados los propietarios del inmueble y sus inquilinos, pues además de La Moda Ideal –cuya fachada daba a la plaza de A Ferrería– en el frontal de la calle Michelena estaba la zapatería Cuplé y en el primer piso un estudio de fotografía.
La opción con más peso es reconvertirse en oficinas de lujo
El Juzgado de Primera Instancia número 2 acogió, en febrero de 2019, alguno de estos litigios, en los que llegaron a participar agentes de la Policía Científica para dilucidar el origen del fuego.
Las mismas fuentes explican que aún queda por resolverse una demanda más, cuyo juicio había sido señalado para finales de año pero que se ha aplazado para las próximas semanas, en una fecha que no ha trascendido. En todo caso, confirman que el conflicto judicial por el incendio no está, ni mucho menos, cerrado.
futuro. Mientras tanto, las ruinas de lo que otrora fue un emblemático edificio en plena plaza de A Ferrería siguen a la espera de un nuevo destino. El pontevedrés estudio de arquitectura Rodríguez y Pintos recibió, casi desde el primer momento, el encargo de buscarle una nueva vida al solar, conocedores sus propietarios de que tener paralizado un activo inmobiliario de semajante calibre sería un lujo imperdonable.
La actual titular del inmueble, situado en el número cinco de A Ferrería y con acceso por los números 12 y 14 de la calle Michelena, llegó a recibir ofertas de compra por parte de distintos inversores, pero siempre las descartó, pues su objetivo era la restauración.
La propietaria recibió diversas ofertas de compra pero las descartó orque su prioridad era restaurarlo
Sin embargo, a las trabas urbanísticas que ya plantea la recuperación de un edificio de estas características se suma el estar incluido en el Peprica (plan de conservación del casco histórico de Pontevedra), que le confiere un grado de protección extra. No tanto la fachada de Michelena, donde el nivel de conservación es menor, como sí la que da a los Soportales, donde cualquier intervención está obligada a recuperar la galería exterior que se vino abajo tras el incendio y de la estructura original, compuesta fundamentalmente por grandes vigas de madera.
A pesar de estos desafíos, los arquitectos han diseñado un ambicioso proyecto del que ya se informó al Concello y que ahora solo está pendiente del visto bueno de la Dirección Xeral de Patrimonio. Santiago Pintos explica que "los trámites siempre son más lentos de lo que a uno le gustaría y, además, hemos tenido el revés de la pandemia, pero confiamos en que se pueda desatascar en breve".
La previsión es salvar los escollos pendientes y poder solicitar licencia urbanística en primavera, con lo que teniendo en cuenta los plazos administrativos, "la obra comenzaría en el último trimestre del año", siempre que no surjan imprevistos de última hora.
En cuanto al destino del inmueble, la propietaria barajó varias opciones pero la más factible a día de hoy es convertirlo en un gran núcleo de oficinas de alto standing, espaciosas, muy amplias, con todas las modernidades y en una ubicación privilegiada.
"Pensamos que se ofrecería una dotación de la que ahora mismo practicamente carece Pontevedra y que podría tener una elevada demanda", apunta el asociado de Rodríguez y Pintos.
Dos sentencias dictadas en 2019 determinaron que el fuego se inició por un fallo eléctrico en la tienda de telas, pero la primera en detectarlo fue Pilar Lemos, propietaria del negocio de calzado Cuplé, que daba a Michelena. Eso explica que los Bomberos iniciasen la intervención por esta zona.
La posterior investigación confirmó que el foco original se localizó en la parte superior del pasillo de la trastienda y de ahí las llamas se propagaron con rapidez hasta la zona de A Ferrería. Las telas acumuladas en la tienda hicieron el resto y en cuestión de pocos minutos la columna de humo y fuego era visible desde toda la ciudad.
Los Bomberos desplegaron a toda su plantilla disponible y contaron con el refuerzo de compañeros de O Morrazo y O Salnés. Pero la situación no pudo controlarse hasta pasadas las once de la noche. Fue en ese momento cuando se pudo comprobar la magnitud del desastre.
Tres meses después, se llevaron a cabo las tareas de desescombro y apuntalamiento para evitar daños estructurales en las construcciones colindantes. Aunque el Concello tramitó la declaración de ruina, nunca llegó a aprobarse.