Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, y sino que se lo digan a los comerciantes y vecinos del entorno de la Plaza Curros Enríquez. Un lugar que siempre fue uno de los más activos a nivel comercial de la zona vieja de Pontevedra, y que a día de hoy, se ha convertido en un espacio lleno de locales vacíos, pintadas y suciedad.
Tanto es así que viendo solo hacia la plaza, se puede comprobar como, de los 11 establecimientos que existen, solo tres permanecen abiertos: la Farmacia Herreros y otros dos de hostelería, La Nata y el Burguer King.
Pero esta imagen no solo se queda en la propia plaza, sino que se extiende a todo su entorno, principalmente, a la calle Don Gonzalo. De hecho, fue aquí donde empezó la decadencia de la zona.
En el año 2016 echaba el cierre uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad del Lérez. La Ferretería Varela se despedía después de que la cuarta generación de propietarios se jubilase, dejando un vacío muy importante en el casco histórico.

A ella se sumarían un año más tarde la Droguería Moderna y la Farmacia Esteban, que dejaron los dos espacios anexos que ocupaban para trasladarse a las inmediaciones de As Correntes.
Pero la situación no se quedó ahí. En el año 2018, Peral Moda también decidía bajar la verja definitivamente, y, poco antes de que comenzase la pandemia, en el 2020, lo hacía la relojería Tempus, la cual se trasladó de local después de más de 15 años en Curros Enríquez.

Sin duda, cuatro hechos que provocaron que el declive de la zona fuese cueste abajo y sin frenos.
¿Por qué ha ocurrido esto?
La respuesta a esta pregunta se centra principalmente en un factor: la subida de los alquileres.
"Con la inflación tan grande que hay, los negocios tenemos que hilar muy fino. Los alquileres cada vez son más caros y están tremendamente altos, sobre todo para la zona que es", afirma Javier Fernández, copropietario de la Gastroteca Kamal, uno de los pocos locales que permanecen abiertos.
Pero Pilar Hermida, otra de las comerciantes que lleva 25 años en la zona, va más allá, y destaca la suciedad y las pintadas que hay continuamente en el entorno de la Plaza. "Es la séptima vez que pinto mi persiana porque me la pintan constantemente. Es una calle en la que predomina el ocio y esto trae consecuencias. Aquí la gente no respeta nada. Esto da un aspecto de viejo, de sucio y de vacío y es horroroso que desde el Concello no se haga nada", afirma.

Por si fuera polo, Hermida reconoce que "muchos empresarios se van de aquí porque las condiciones de los edificios son pésimas".
Justamente esto es lo que le ocurrió a Pedro Rodríguez, dueño de la relojería Tempus, que en el año 2020 decidió mudar su tienda para el número 14 de la calle Don Gonzalo. "Decidí cambiar de local porque el edificio del anterior estaba muy deteriorado", señala.
"Muchos empresarios se van de aquí porque las condiciones de los edificios son pésimas"
Y aunque entre un establecimiento y otro apenas hay 100 metros de distancia, las condiciones entre ambos son muy distintas. "Ahora estoy en un establecimiento mucho más grande y en el que pago bastante menos", apunta el propietario.
El Mercantil vende su sede
Además de los comercios y los negocios de hostelería, si hay un establecimiento que siempre le ha dado vida a la Plaza de Curros Enríquez esta es la Sede Social del Casino Mercantil. Sin embargo, recientemente la entidad puso a la venta el inmueble. Desde ese momento, la actividad en el local se redujo y eso, indudablemente, es un granito de arena más en el ocaso que vive el entorno.

Eso sí, este periódico ya confirmó en el mes de febrero que había varias propuestas sobre la mesa, lo cual podría beneficiar, y mucho, al resto de comerciantes.
En cuanto a la situación de la plaza, el presidente del Casino Mercantil, Roberto Vega, asegura que "los alquileres están por las nubes y es complicado que la gente se anime a montar un negocio si los precios se mantienen así".
"Confío en que alguien pueda ver el potencial que tiene esta plaza, porque es enorme"
Además, Vega reconoce que "da mucha pena ver los establecimientos vacíos" y confía en que "alguien pueda ver el potencial que tiene esta plaza, porque es enorme".
"Su apertura nos beneficiaría mucho, porque sería algo muy importante para todo este entorno", reconoce Pilar Hermida. "Sería un aliciente, es un local inmenso y lógicamente afectaría al resto de locales", afirma también el dueño de la relojería Tempus.
La previsión del chef Estrella Michelín es que el local empezase a funcionar en las próximas Navidades, pero por el momento no se han iniciado las obras.