Arroz blanco con zanahoria y jamón asado. De postre, yogur, y de propina, una piruleta. Este es el menú inaugural del nuevo sistema establecido por la Concellería de Benestar Social para dar servicio al alumnado de familias con necesidades especiales que hasta el inicio del estado de alarma se beneficiaba de una beca para acudir al comedor escolar.
Después de casi dos semanas sirviendo estos almuerzos desde el comedor de San Francisco tres días por semana como una solución de emergencia, desde ayer es el restaurante O Roxo, en Os Praceres, quien cocina los menús para este alumnado de Infantil y Primaria, que de este modo se asegura al menos una comida equilibrada diaria de lunes a viernes.
"Conozco familias que lo están pasando mal con los niños. Es muy duro no tener para darles de comer", dice Maricarmen Gonzalo, propietaria del establecimiento y quien cocina junto a su hija. Son las dos únicas trabajadoras en un local que antes del confinamiento servía comidas a grupos del Imserso y a empresas del puerto de Marín. Están acostumbradas a cocinar para cien personas. "Nos lo propuso el Concello y dijimos que sí". De momento, guisan para 73 escolares, "pero ya nos dijeron que podrían llegar al centenar", y teniendo en cuenta que algunos niños siguen dietas especiales, caso de uno ayer. Tienen una lista, pero sin nombres.
Una vez elaborada la comida, se envasa en tápers individuales, que se embolsan para cada familia. "Hay algunas que tienen un hijo y otras cinco", apunta.
Después son los voluntarios de Protección Civil de Pontevedra quienes se encargan de distribuirla para que llegue a sus destinatarios. Hay dos puntos de recogida habilitados: uno en la sede del CIM, en Santa Clara, y otro en las dependencias municipales de Monte Porreiro. En algunos casos (familias monoparentales, con necesidades especiales o que vivan lejos del centro) se les llevarán los menús a domicilio.
Maricarmen Gonzalo adelanta el menú de la próxima semana, "que está estipulado y que mandamos al Concello para que den el visto bueno". El lunes tocará milanesa de ternera con patata cocida y judía, el martes paella de verduras y pollo y el miércoles pescado con patatas cocidas, "porque fritas no les llegarían ricas". Y el fin de semana quiere sorprenderles con una hamburguesa, "para que lleven mejor lo de no salir a la calle".
El contrato municipal para prestar este servicio está valorado en 8.000 euros.
