El Arzobispado reasigna parroquias de Pontevedra por la falta de sacerdotes

La crisis de vocaciones y el fallecimiento de clérigos aumenta la carga pastoral de los curas, obligados a asumir la dirección de otras feligresías

Casimiro Fernández (izquierda) y Calixto Cobo
photo_camera Casimiro Fernández (izquierda) y Calixto Cobo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

La falta de vocaciones y el descenso del número de sacerdotes es el caballo de batalla al que la Iglesia no puede hacer frente en la actualidad. Para intentar paliar el déficit de clérigos, el Arzobispado de Santiago de Compostela ha optado por una fórmula: la reasignación de sacerdotes a las feligresías con el principal objetivo de volver a prestar atención pastoral a las comunidades de creyentes que durante un tiempo han quedado sin curas tras el fallecimiento de los religiosos que se encargaban de las mismas.

En el caso de la feligresía de Bueu, la muerte del sacerdote Antonio Maceira el pasado mes de marzo había dejado a esta entidad religiosa sin un párroco fijo. Esta vacante la ocupó, de forma provisional, el cura asignado a la parroquia de Coiro (Moaña).

Ahora, tras los recientes cambios que planteó Julián Barrio, arzobispo de Compostela, el sacerdote que se encargaba de Bértola (Vilaboa), Figueirido (Vilaboa), Ponte Sampaio y A Canicouva, José López Moldes, ha aceptado la propuesta de hacerse cargo de la feligresía de Bueu, una actividad pastoral que compagina con la de capellán del Hospital Provincial.

Casimiro Fernández compagina su labor en la parroquia de Campolongo con la administración de la feligresía de Bértola
 

Tras este cambio, quedaba pendiente asignar las cuatro entidades parroquiales que dejaba de atender el nuevo sacerdote de Bueu y que era necesario adjudicar a otros clérigos del entorno. El vicario episcopal territorial de Pontevedra, Calixto Cobo, se encargó de esta tarea, ofreciendo a varios religiosos la posibilidad de dirigir alguna de ellas de forma provisional o por tiempo indefinido.

CAMBIOS. Así, el párroco de San José de Campolongo, Casimiro Fernández, también se ha hecho cargo de la feligresía de Bértola; Guillermo Campos, sacerdote que dirige la actividad pastoral en Vilaboa y Santa Cristina de Cobres, se ocupa de Figueirido, mientras que el cura de Ponte Caldelas, Benito Vázquez, también se encarga de Ponte Sampaio y A Canicouva.

El vicario Calixto Cobo explica que la provisionalidad con la que estos religiosos han aceptado prestar atención espiritual a las parroquias "a lo mejor dura tiempo, entre uno y dos años".

"El Arzobispado los ha nombrado administradores parroquiales —subraya—, por lo que son los sacerdotes de referencia para todas las cuestiones que incumben a la Iglesia, entre ellas la atención a los enfermos, la catequesis y el despacho parroquial".

Benito Vázquez, cura de Ponte Caldelas, asume también la atención pastoral de Ponte Sampaio y A Canicouva


REFUERZO PUNTUAL. Además, Calixto Cobo explica que, en caso de que alguno de estos clérigos pueda tener dificultades de forma puntual para atender las feligresías que tienen encomendadas, "les ayudarían los sacerdotes de las parroquias de alrededor".

"Los sacerdotes somos los que somos, y mientras no haya nuevas vocaciones vamos a tener que ampliar nuestra atención pastoral", señala el vicario, resignado, a la vez que reconoce que esto les obligará a tener que efectuar "un poco más de esfuerzo".

Para aliviar esta 'carga de trabajo', que es mayor los domingos, algunos sacerdotes han decidido adelantar a los sábados por la tarde las eucaristías dominicales que oficiaban en las parroquias pequeñas.

En este sentido, Cobo recuerda que el arzobispo Julián Barrio aconseja a los sacerdotes oficiar un máximo de tres liturgias los domingos "para celebrar de forma pausada la fe con gozo y dignidad, con cantos, predicación y lecturas de las Sagradas Escrituras".

Además de estos cambios, la Diócesis compostelana ha iniciado un proceso para su reestructuración mediante la constitución de unidades pastorales. Éstas se están acordando en base a un estudio en el que participan todos los sacerdotes (e incluso algunos seglares) y que sienta los pilares para la agrupación de parroquias que puedan atender un solo sacerdote (o dos a lo sumo) con la ayuda de seglares.

Así, el Arzobispado creó dos grandes unidades pastorales en A Estrada: las de Vila de Cruces y Codeseda, cada una de ellas integrada por una decena de pequeñas parroquias.

Las directrices que guian el funcionamiento de las nuevas estructuras eclesiásticas recomiendan que se oficien misas dominicales en al menos las dos parroquias más habitadas, también los sábados, y en alguna feligresía pequeña incluso los viernes por la tarde.

"Es una necesidad imperiosa porque no hay otra forma de evitar que el cura se estrese, sufrir un accidente o que le multen por circular a más velocidad de la permitida para llegar puntual a celebrar las misas", subraya el vicario, que asegura que el problema de la falta de vocaciones sacerdotales "se veía venir" por el progresivo descenso en el número de seminaristas.