Pontevedrando... Efecto PO2

Pontevedrando... As Palmeiras

"Es de esperar que la reforma de As Palmeiras se haga, da igual si tarda un año más o menos, que total lleva así toda la vida"
El parque de As Palmeiras en un imagen de 2008. GONZALO GARCÍA
photo_camera El parque de As Palmeiras en una imagen de 2008. GONZALO GARCÍA

Podríamos dedicar esta semana a varios asuntos, como el esfuerzo inversor anunciado por el Concello para diferentes intervenciones en el casco urbano y en las parroquias, pero es que leí por ahí que se pretende la reforma del parque de As Palmeiras. Puede ser el lugar de Pontevedra que menos me ha gustado desde siempre, no porque sea horroroso, que no lo es, sino por otras razones.

Imagino que ese aire de parque decimonónico responde a las necesidades del momento en que se diseñó. Los tres principales espacios de esparcimiento eran As Palmeiras, A Alameda y A Ferrería. As Palmeiras fue concebida y alguna vez levemente reformada para albergar diferentes espacios para el esparcimiento y el paseo. Llegando desde el centro, al fondo, lindando con Raíña Victoria, estaba el palomar y el estanque. El palomar estaba viejo y sucio y el estanque igual. Cuatro patos tristones, agua verde y trozos de pan flotando porque los niños y sus padres creían que a los patos les encanta el pan. Luego estaban aquellas jaulas con faisanes y otros pájaros y como guinda, la otra jaula infame, la de la pobre mona. Era el intento de Pontevedra de presentar una especie de minizoo. Aquello daba pena y algo de vergüenza, al menos a mí. De vez en cuando nuestros padres nos llevaban y yo pasaba un mal rato.

Hay por ahí un par de monumentos de escasa entidad y la estatua de Colón en minifalda y una mano ortopédica que robó un desgraciado hace años y luego la devolvió. Desgraciado no por haberla robado, sino por devolverla. Y luego las propias palmeras que le dan ese aire indiano aparte del nombre.

As Palmeiras como A Alameda, era una vía de comunicación entre el casco urbano y A Moureira en la Pontevedra de los Sesmero y servía como atajo para llegar al puente de A Barca. Esto no ha cambiado ni cambiará. No sé en qué estado se encuentra el asunto. Imagino que técnicos y responsables políticos estarán trabajando en eso ahora mismo, y por tanto se desconoce, o al menos yo lo desconozco, el alcance de la reforma. O sea que ni idea de si la obra se limitará a renovar mobiliario urbano e iluminación o si se trata de un cambio integral del parque para convertirlo en algo diferente. Tenemos ejemplos de una y otra cosa.

Yo tengo la misma idea de urbanismo que todo y toda pontevedresa, que es mucho más que la de un vecino de Orihuela pero tampoco tanta como para rediseñar un parque. Dicho eso, puede que no estuviera nada mal reordenar los espacios y dotarlos de más utilidades. El problema de este parque en medio de una ciudad como Pontevedra, es que no puede competir con todo el espacio público que se ha creado en nuestra ciudad. Ya no es una zona de paseo habitual, y más bien es utilizada como un conjunto de calles para ir de uno a otro lado. Suele haber cierta actividad en la zona del parque infantil, en la terraza del Blanco y Negro y en las horas de los recreos del Valle Inclán. Poco más.

Hoy es un espacio tan privilegiado por su situación como infrautilizado por el vecindario. La reforma urbana en la que llevamos metidos desde 1999 ha creado competencia entre espacios de uso público. Creo que eso no lo vimos venir, ni usted ni yo. El caso es que mientras ocupamos los nuevos espacios hay que dotar de un nuevo sentido a otros para que no caigan en la decadencia, que creo que es lo que pasa ahora en As Palmeiras, que es un parque decadente que está pidiendo a gritos una nueva formulación para recuperar la utilidad perdida hace ya tiempo. El espacio público sólo tiene sentido si es utilizado como tal por vecinos y vecinas. Cuando se queda vacío, mal asunto.

Claro que si se hace así se levantarán dos o tres voces críticas, las de siempre, las que prefieren que todo siga inalterable, tal como lo recordaban sus abuelos cuando eran niños. Sucedió con A Verdura, que hoy es uno de los centros de reunión por excelencia; también con O Campiño, que pasó de ser una cueva de yonquis a un lugar acogedor al que van padres, madres, niños y mascotas para disfrutar de una tarde soleada donde correr, jugar y bailar.

Así que es de esperar que la reforma de As Palmeiras se haga, da igual si tarda un año más o menos, que total lleva así toda la vida, y que sea más profunda que un simple lavado de cara, con el alcance suficiente como para que cobre un nuevo sentido. Cuando las cosas se dejan morir se mueren sí o sí, aunque hemos dado sobradas muestras de que sabemos actuar para evitar que se dé el caso.

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