Afincado durante años en Caldas de Reis, llegó a instalar un bar que duró poco tiempo, lo que le impedía llevar un elevado tren de vida. A sus órdenes, toda una red de gallegos, albaneses, italianos y rumanos que colaboraban con él para introducir importantes cargamentos de heroína que llegaban por carretera a las Rías Baixas para su posterior distribución. Toda la banda fue juzgada y condenada en 2017 en Pontevedra. Toda salvo el cabecilla, Lui Volina, que se mantuvo alejado de la acción de la Justicia hasta el año pasado. Detenido por la Policía Local de Caldas, localidad a la que regresó tras un tiempo en cárceles italianas, empleaba una identidad falsificada (suiza) para intentar pasar inadvertido.
El martes se expone a una previsible condena de prisión. El fiscal pide para él once años al considerarle el responsable de una red dedicada a la recepción y venta de importantes cantidades de heroína, aunque también trabajaba con cocaína. La investigación policial, desarrollada por la Udyco de Pontevedra, sirvió para la incautación de seis kilos de droga cuando la transportaban hacia Vilagarcía de Arousa.
La Audiencia, en un dictamen que ya fue validado por el Tribunal Supremo, dejó claro que los procesados recibían indicaciones de Volina en cuanto a los precios e incluso acerca de las identidades de las personas a las que debían pedir cuentas. Las condenas más importantes fueron para el gallego Javier Somoza (siete años de cárcel), para el estadounidense afincado en O Salnés Sterling Buceta (ocho años) y para el también gallego Mario Gago (seis años y medio). También fueron considerados culpables el albanés Andi Hiseni y el italiano Guido Meldoli, todos ellos subordinados al macedonio afincado en Caldas que será juzgado el martes en la Audiencia.
