Juan Paulo Giménez, a juicio por el tiroteo en una pedida de mano en mayo de 2019

Cuando queda muy poco para que el fiscal presente su acusación por la operación Vida, el hermano de Sinaí se expone a nueve años de prisión por intentar amedrentar al clan rival a punta de pistola en O Porriño
Juan Paulo Giménez, junto a su hermano Sinaí, en la entrada de los juzgados de A Parda. GONZALO GARCÍA
photo_camera Juan Paulo Giménez, junto a su hermano Sinaí, en la entrada de los juzgados de A Parda. GONZALO GARCÍA

LAS peleas, presuntas extorsiones, luchas más o menos soterradas y, en definitiva, el pulso por el dominio de los mercadillos ambulantes de la provincia de Pontevedra, alcanzaron un punto de no retorno en la madrugada del 19 de mayo de 2019. Entre la una y las dos y media, según los testigos presenciales, Juan Paulo Giménez empuñó su pistola y disparó. Ocurrió durante una pedida de mano organizada por Los Zamoranos, clan rival de su familia (Juan Paulo es hermano de Sinaí, jefe de Los Morones).

El tiroteo se saldó con personas heridas de gravedad, y si bien las balas alcanzaron a las personas de rebote, la gravedad de los hechos puso en marcha todos los resortes de la Administración de Justicia en Pontevedra. Así, los Juzgados de A Parda ya han organizado la vista oral, una vez detenido Giménez (que permaneció en fuga durante meses después de los hechos). El plenario, salvo sorpresa de última hora, se desarrollará el próximo viernes en la ciudad del Lérez.

La fiscal del caso, Paula Cajaraville, explica en su escrito de acusación provisional que Juan Paulo, distinguido miembro de la cúpula de Los Morones, acudió aquella madrugada al centro multiusos de Torneiros, en el término municipal de O Porriño. Precisamente fue en esa zona donde comenzó la historia que esta semana se empieza a juzgar, con el recordado destierro ordenado por el clan que entonces lideraba el fallecido Olegario y tras el que familias enteras de Zamoranos abandonaron la provincia de Pontevedra.

Años después, numerosos conflictos mediante, incluida la detención de la plana mayor de Los Morones en la operación Vida por supuesta extorsión a comerciantes en los mercadillos, Juan Paulo habría decidido tomar las armas para amedrentar a sus supuestos enemigos. Una Browning, Walter o Beretta fue la pistola empleada, según se desprende de los posteriores informes elaborados por los especialistas en criminalística de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra.

El arma
El presunto autor de los hechos empuñó una nueve milímetros Browning, Walter o Beretta


El hermano del llamado Rey de los Gitanos acudió al lugar en compañía de Rafael G.F. Ambos con antecedentes penales y a bordo de un Seat aparcaron en las inmediaciones, pero fue Giménez el que empuñó el arma y disparó, asegura la investigación.

"Movido por la intención de menoscabar la integridad física" de las numerosas personas que se hallaban celebrando la pedida de mano, "se situó en el pasillo de entrada del local y apuntó de forma oblicua, hacia el techo y hacia adelante", disparando en varias ocasiones. Como consecuencia de los tiros, dos de las balas impactaron contra un varón y una menor de edad que resultaron heridos y tuvieron que ser trasladados urgentemente al hospital para ser atendidos de sus lesiones.

La menor, de hecho, tuvo que ser sometida a una intervención quirúrgica para la extracción de la bala. Permaneció varios días ingresada y no recibió el alta médica definitiva hasta mayo de 2020, un año después de lo sucedido.

En cuanto al hombre, que del mismo modo que la joven, recibió un balazo de forma indirecta (de rebote), también tuvo que ser intervenido para la retirada de fragmentos extraños a su cuerpo.

Por los hechos, la fiscal pontevedresa encargada de defender la acusación pública reclama nueve años de prisión para cada uno de los encausados (tres y medio por cada uno de los delitos de lesiones y dos más por tenencia ilícita de armas).

En concepto de responsabilidad civil, si resultasen condenados, uno y otro deberán abonar indemnizaciones que suman 67.000 euros a ambas víctimas, por las lesiones y las secuelas causadas.

La esperada vista oral que tendrá lugar el viernes en A Parda, y en la que se prevé que Los Morones defiendan su no culpabilidad en los hechos, no será más que el aperitivo de lo que se viene encima en el futuro: el macrojuicio de la operación Vida. La Fiscalía cierra en estos momentos los últimos detalles de un escrito de acusación que acabará sentando en el banquillo a toda la cúpula de Los Morones, acusados de múltiples delitos que deberán ser acreditados en la Audiencia de Pontevedra.