Casi dos meses de inactividad forzosa. Esa es la situación que atraviesan los bateeiros de la ría de Pontevedra por culpa de la presencia de toxina lipofílica, la de mayor incidencia en las costas gallegas. Aunque se trata de un fenómeno natural que forma parte de los propios procesos del mar, lo cierto es que a nivel económico está jugando una mala pasada a los productores de mejillón.
De los ocho polígonos bateeiros enclavados en esta ría, los más perjudicados son los de la parte más externa: Cangas B (en Aldán) y los tres de Bueu fueron cerrando progresivamente el 5, el 6 y el 9 de marzo; y los tres situados frente a las costas de Poio (los denominados Portonovo A, B y C) están inactivos desde el día 12 de ese mismo mes.
La de Pontevedra está siendo, una vez más, la más perjudicada de las Rías Baixas por culpa de la toxina. De hecho, según el informe publicado el pasado viernes por el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar), en el resto de la provincia solo permanecen inactivos tres polígonos mejilloneros de O Grove y dos de producción de ostra en esa zona y en Redondela. En todo el litoral gallego, además de los anteriores, los únicos clausurados temporalmente por la presencia de biotoxinas son cuatro: uno en Sada (en la ría de Ares-Betanzos), dos en Muros y uno en Corme. El resto continúan en activo.
MÁS PROBLEMAS. A las restricciones provocadas por este proceso natural se suman otras causadas por la contaminación y la mala depuración de la aguas y, en ese caso, la culpable no es la naturaleza. El mes pasado, el Intecmar declaró zona C estable dos de los tres polígonos mejilloneros de Poio: los Portonovo A y B, localizados frente a las costas de Samieira y Raxó, y el Portonovo D, situado en el interior de la ría (entre la isla de Tambo y la desembocadura del Lérez) y que no se dedica a la producción, sino a labores de reparqueo.
Las analíliticas realizadas por la unidad de Microbiología del Intecmar detectaron una presencia de coliformes fecales superior al límite establecido por la legislación y, como consecuencia, la entidad declaró la prohibición de extraer moluscos para comercializar en fresco, de manera que los mejilloneros que faenan en dichas bateas solo pueden vender a conserveras.