En busca de tesoros en el mercadillo de antigüedades de la calle Serra

El rastro sobrevive a la crisis, a la cuesta de enero y al mal tiempo, aunque es difícil encontrar objetos de interés
Varios puestos de venta de la calle Serra. RAFA FARIÑA
photo_camera Varios puestos de venta de la calle Serra. RAFA FARIÑA

El tradicional mercadillo de antigüedades está en horas bajas. La situación de crisis sanitaria, unida a las restricciones en la movilidad y al mal tiempo han reducido a la mitad el número de puestos instalados este domingo en la calle Serra, con alrededor de una veintena cuando eran 48 los que antes de la pandemia exponían diversidad de objetos: libros, cómics y revistas, vinilos, cedés y deuvedés, así como antiguas herramientas, piezas de automóviles y bicicletas, objetos decorativos, máquinas de escribir mecánicas y coches de juguete.

La poca afluencia de vendedores hizo que resultase muy fácil respetar las normas de seguridad contempladas en la normativa covid que rige la celebración de este tipo de rastrillo, como guardar entre sí una distancia lateral de 3,5 metros y frontal de 6 metros. En general, el objetivo es generar un ambiente de seguridad y control que facilite que los clientes regresen con normalidad al rastro, uno de los más animados centros de actividad de la ciudad en las mañanas de los domingos.

"Desde la vuelta del mercadillo de antigüedades a la calle Sierra (el 21 de julio de 2020), se mantienen las medidas de prevención sanitarias implantadas en la fase 3 o avanzada de la desescalada", asegura la concejala de Promoción Económica e Mercados, Yoya Blanco. No obstante, la puesta en práctica de estas medidas brilló por su ausencia porque no se respetó el itinerario con un sentido único de circulación ni había plásticos cubriendo los artículos a la venta por lo que no solo el vendedor manipulaba los objetos sino que los tocaban los propios clientes. En algunos puestos también se pusieron a la venta prendas de vestir y calzado que, según la normativa anticovid, son artículos que no están permitidos.

Los coleccionistas suelen madrugar para rebuscar en los puestos y adquirir el objeto que les interesa antes de que se les adelanten

"Al igual que le pasado al resto de los mercadillos, el de la calle Serra ha registrado un bajón en las ventas importante", asegura la edil socialista. En todo caso, destaca que este rastro "revitaliza" esta zona del centro histórico.

La mayoría de las personas que están al frente de los puestos del mercadillo de antigüedades procede de Pontevedra y otras localidades vecinas. Algunos de los vendedores son de origen rumano (a diario se les ve buscando objetos en los contenedores que luego puedan volver a darle vida ofertándolos en el rastrillo de la calle Serra).

Las personas que se acercaron hasta el emplazamiento provisional del mercadillo de antigüedades lo hacían con la intención de encontrar algún tesoro, es decir, la ganga o cualquier artículo que les sirviese para completar sus colecciones de monedas, libros, lámparas, cromos... o ampliar los objetos vintage con los que tienen decorados sus hogares.

José Luis Diéguez, uno de los vendedores más veteranos del mercadillo de antigüedades —acude de forma regular desde hace doce años—, puso a la venta libros escritos en gallego, sobre todo de literatura infantil. "Lo importante de los puestos es ir cambiando sus artículos de una semana para otra. No sería atractivo para el público ofrecer siempre el mismo material porque perderían el interés de pararse a buscar y sorprenderse con el hallazgo de algún tesoro con el que no contaban".

Además, asegura que muchos de los vendedores participan en el mercadillo "por afición", como es su caso, mientras que los de origen extranjero lo hacen "por necesidad".

UN VICIO. "Mi objetivo no es ganar dinero sino que instalo un puesto porque me gusta buscar objetos durante la semana para poder ofrecerlos en el mercadillo. Es como un vicio", subraya José Luis Diéguez. Incluso parte de los artículos que encuentra en las tareas de vaciado de trasteros y los que adquiere en otros puestos los tiene expuestos en su casa, convertida en un auténtico museo de antigüedades. "También soy comprador", apostilla, al mismo tiempo que reconoce que cada vez resulta más difícil encontrar un tesoro en los puestos del mercadillo porque "programas televisivos como Cazatesoros han hecho que la gente mire con atención los artículos que hay en sus trasteros antes de vaciarlos".

Al mercadillo de Serra acuden visitantes desde las 8.00 hasta las 14.30 horas. Los más madrugadores son los profesionales de las colecciones, son los primeros en llegar para que nadie se les adelante en busca del artículo que les vendría de perlas en su afición. Los que van a última hora lo hacen con la intención de conseguir hacerse con los objetos al precio más rebajado posible.

Pablo acude desde hace años al mercadillo de la calle Serra a buscar aquellos objetos que le resultan interesantes, sobre todo porcelana, cuadros y artículos de plata. "Es muy difícil encontrar algo que valga la pena, teniendo en cuenta que la mitad del material expuesto proviene de la basura. Algún anticuario venía a este mercadillo al principio pero ha dejado de hacerlo porque no veía nada que le resultase interesante"».

En su opinión, los objetos tienen un precio "demasiado caro" porque en su mayoría son artículos "rescatados" del contenedor de residuos.

OTRAS PRIORIDADES. La concejala de Promoción Económica e Mercados explica que el estallido de la pandemia ha obligado a este departamento a paralizar el proceso administrativo de regularización del mercadillo de antigüedades y priorizar otro tipo de iniciativas de impulso o revitalización de los negocios.

Los vendedores del rastro de Serra confían en que el Concello continúe las gestiones para regularizar el mercadillo, lo que incluirá una organización con espacios medidos para cada puesto, pago de tasas y la obligación de darse de alta como autónomos, y también que se lleven a cabo acciones para dinamizar todavía más la calle.

La Administración local tiene previsto regularizar el mercadillo de antigüedades con la actualización del borrador de una normativa que data del año 2015 y que había elaborado la entonces concejala de Promoción Económica, la socialista Carlota Román.

Aquel proyecto inicial redactado hace seis años reforzaba la autoridad de los inspectores; prohibía de forma expresa la venta de armas, material pornográfico o símbolos nazis, seres vivos, comida y bebida y limitaba el número de plazas a 40.

Regularización paralizada por la pandemia
En principio la concejala de Promoción Económica e Mercados, Yoya Blanco, confiaba en que el anteproyecto de normativa reguladora del rastrillo de la calle Serra pudiera estar listo a finales de 2019 o principios de 2020, pero el estallido de la pandemia echó al traste estas previsones.

En todo caso, la tramitación deberá pasar por distintas fases, entre ellas, la de exposición al público, en donde cabe la posibilidad de que pueda recibir alegaciones.

Comentarios