Cae un grupo gallego que movía coca a gran escala por Europa

Se detuvo a tres miembros de la red criminal y al hombre que les contrató, con 188 kilos de polvo blanco
Parte de la marihuana incautada en el seno de la operación Assen. DP
photo_camera Parte de la marihuana incautada en el seno de la operación Assen. DP

Seis bolsas de deporte con otros tantos fardos de 30 kilos de cocaína cada uno (con un pesaje total de 188) es la prueba que servirá para acreditar el delito, pero la operación Assen ha servido para llegar un pasito más adelante: la Policía Nacional, con sus especialistas de la Brigada Central de Estupefacientes y el Greco con base en Pontevedra, desarticularon una organización criminal de narcotransportistas gallegos que operaba al servicio de un gran cártel holandés, cuyo responsable en España también fue desenmascarado.

Las relaciones entre traficantes de las Rías Baixas y de los Países Bajos están en un momento álgido desde hace algunos años. La propia Unión Europea ponía esta misma semana como ejemplo una operación gestada en el Puerto de Marín con holandeses en el foco como la más importante del año 2020 en todo el crimen organizado continental. Muy conscientes de ello, los agentes dependientes de la Udyco Central mantienen estrechas vigilancias sobre quienes intentan introducir grandes partidas de cocaína desde Sudamérica hacia Europa a través de Galicia.

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De este modo, y aprovechando al máximo la excelente colaboración de la Brigada Central de Estupefacientes y la DEA de Estados Unidos, la información comenzó a fluir de forma bidireccional.

El primer elemento conocido fue el deseo de una gran organización criminal holandesa de ampliar sus miras y diversificar sus vías de acopio de cocaína. Con la ruta de contenedores a través de la dársena de Róterdam plenamente dominada, pusieron sus ojos en los grandes especialistas a nivel mundial de la introducción de grandes cantidades de droga por vía marítima, los narcos de las Rías Baixas, que a la vez disponen de capacidad logística para el almacenaje y el posterior traslado de la mercancía hasta distintos puntos.

Así, los agentes con base en la Comisaría de Pontevedra iniciaron las vigilancias y los seguimientos centrados en un individuo al que llamaban el holandés y las personas que contactaban con él en Galicia, afincadas en la punta de la ría de Arousa y en las inmediaciones de A Costa da Morte.

En un momento dado, la Policía supo que el individuo de nacionalidad holandesa tenía previsto desplazarse a España para supervisar la recogida de un importante alijo que debía hacer llegar a su país de origen. La cocaína debía pasar por Madrid antes de ser trasladada al Norte, pero sus dueños no disponían de la logística precisa. Ello les obligó a volver a echar mano de los gallegos, tres en total, que acudieron a Madrid. Al mismo tiempo, el holandés (de apodo y de nacimiento) ya había alquilado una furgoneta apta para el transporte de los fardos. Ni él ni los individuos que llegaban desde las rías sabían que estaban siendo vigilados, y en el mismo momento en el que comenzaron a cargar la droga, la Policía se les echó encima y fueron detenidos.

LOS REGISTROS. Una vez que la cocaína estaba asegurada y los detenidos a buen recaudo, la autoridad judicial dio el beneplácito para que los agentes realizasen los correspondientes registros en los domicilios de los investigados, que dieron como resultado un valor añadido a la operación: no solo se dedicaban al tráfico internacional de cocaína, que servían, según las pesquisas, no solo Holanda, sino a distintos clientes de países europeos, sino que también disponían de la tecnología precisa para preparar sus propios paquetes (disponían de máquinas envasadoras). El poder económico quedó claro ante el hallazgo de una máquina de contar billetes y de unos 88.000 euros en efectivo, además de la alta cilindrada de los turismos que empleaban para moverse, hasta tres, todos ellos decomisados provisionalmente al ser considerados imprescindibles para la comisión del delito.

Además, los presuntos narcotraficantes tenían capacidad para suministrar otras sustancias estupefacientes de lo más diverso. Así, en sus viviendas fueron hallados varios envases con aceite de hachís, dos kilos de esa droga en forma de chocolate, trece kilos de marihuana preparada para su venta inmediata y 600 gramos de metanfetamina (en su forma conocida como cristal).

Por último, la Policía halló un buen número de localizadores GPS (cada vez más utilizados por los narcos para sus comunicaciones), hasta quince teléfonos móviles, dos motocicletas y un importante número de cartuchos de munición para armas de fuego que no pudieron ser localizadas. Greco Galicia, Cocaínicos de la BCE y la DEA firmaron la operación.

Algunos ejemplos de la conexión entre Pontevedra y Países Bajos para traficar

Enero de 2016: Holandeses que cayeron en Barro con 700 kilos de cocaína


La operación Dulce de la Policía Nacional sirvió para desmantelar una red criminal liderada por ciudadanos británicos y holandeses que decidieron acudir a Galicia en busca de un gran alijo de cocaína. El acuerdo entre los narcos de Países Bajos y los ingleses liderados por Gary Williams se selló en el exclusivo Hostal dos Reis Católicos, en Santiago de Compostela, a finales de 2015. En plena Praza do Obradoiro. Allí se habían alojado los turistas, que no dudaban en emplear billetes de 500 euros para pagar consumiciones de bar, llamando la atención de los presentes. "Tenían los billetes sobre la mesa desparramados, a la vista de todo el mundo", dijo uno de los policías de la base de Greco en Pontevedra, que, de incógnito, presenciaba la reunión.

A los pocos días, y con la información de la NCA británica y, una vez más, de la DEA, la Policía logró conocer el lugar en el que iban a recoger la droga: 700 kilos que fueron incautados en el polígono de Barro-Meis. 

Años 2017 y 2018: Relaciones entre Sito Miñanco y Raymond Van Rij


La operación Mito, el mayor despliegue antidroga de la Policía Nacional desde la operación Nécora y que se desarrolló, en su fase final, a principios de 2018, sirvió para conocer que José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, había establecido numerosas líneas de negocio. Entre ellas, según los investigadores, se hallaba una relación muy directa con el holandés Raymond Van Rij, que, bien personalmente, bien a través de Francisco Valle, español afincado en Países Bajos, adquiría parte de la cocaína que Miñanco lograba negociar en origen, al otro lado del Atlántico.

Los seguimientos y las vigilancias realizadas a Sito a lo largo de 2017 sirvieron para acreditar una importación de 616 kilos de cocaína que fueron incautados en La Haya. Las mismas pesquisas sirvieron para conocer que de la mano de la misma organización holandesa, el capo de Cambados pretendía introducir alijos a través del Puerto de Marín. Todo ello deberá ser validado por el juez cuando llegue el momento.

Segundo semestre de 2019: Marroquíes-holandeses llegan al Puerto de Marín


La agencia Europol consideraba High Value Target (distinción que otorga a los criminales más destacados que operan en Europa) a un grupo de marroquíes con pasaporte holandés que puso el foco en el Puerto de Marín para introducir grandes partidas de cocaína. La operación Cetil, desarrollada por el Equipo Contra el Crimen Organizado de la UCO en el segundo semestre de 2019 y las primeras semanas de 2020, sirvió para desmantelar, al menos en parte, una organización que llegó a perder seis toneladas de droga en distintos puertos, no solo en la ría de Pontevedra, sino también en Valencia, en Barcelona y en Holanda. La acción combinada de la Custom Border Protection y la Homeland Security Investigations de Estados Unidos con la Guardia Civil sirvió para arrestar a ocho individuos. La Politie holandesa no estuvo tan fina, viendo como los cabecillas de la red que había intentado asentarse en Galicia conseguían huir. Las últimas informaciones apuntan a que se habrían establecido en Dubai.

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