DESPUÉS de un viaje de casi 700 kilómetros y seis horas y media al manejo del volante, Benito Alfonso Sineiro apaga el motor y echa el freno de mano a su autocaravana. Se trata de una Mercedes Frankia, uno de los mejores modelos del mercado, que cuenta con siete metros y medio de largo y una capacidad para cuatro personas. Son las diez de la mañana y Benito baja, por fin, de su casa rodante para estirar las piernas. Gallego de nacimiento, pero bilbaíno de adopción, llega a Pontevedra desde Vizcaya, dispuesto a disfrutar de una estancia de tres días en las playas y parajes naturales de las Rías Baixas en compañía de su mujer, Laura. Como él, otra veintena de vehículos se instalan esta semana en el área para autocaravanas habilitada a las orillas del Lérez. Y es que, con un crecimiento del casi 200% en la matriculación de estos vehículos a nivel nacional, el caravaning promete ser el turismo de moda en el verano de la pandemia, con un fuerte impacto en Pontevedra. Pero, ¿a qué se debe este notable auge del caravanismo?
El pontevedrés Manuel Ángel Fernández-Arruti, presidente de la Asociación Galega de Autocaravanas (AGA), parece tener la respuesta: "La clave se encuentra en las excelentes áreas de servicio con las que cuenta Galicia (130 en total), las escasas expectativas que se esperan sobre las salidas al extranjero y la libertad de decisión con la que cuentan los caravaneros frente a los inconvenientes, como la masificación de un espacio turístico, que puedan encontrarse en su ruta", indicó. Por su parte, Benito explica que en su autocaravana no tiene que preocuparse por virus o pandemias. "Tenemos especial cuidado en la utilización de las zonas comunes y siempre nos ponemos guantes, todo lo demás depende del comportamiento de cada uno", explicó. Precisamente, las especiales circunstancias de este verano motivan a que desde la AGA se haga un llamamiento a la responsabilidad, pero confiando en el compromiso que, como Benito, tiene la comunidad autocaravanista con la salud de las personas y el cuidado del medio ambiente.
Sin duda alguna, es la libertad de la que pueden presumir los que tienen una autocaravana lo que, precisamente, les otorga la calidad de turismo seguro. A la autonomía de un viaje en coche se le suma la comodidad e intimidad de estar en tu propia casa. "Tienes la capacidad de moverte por donde quieres y el hecho de tener cocina no te obliga a comer en bares o restaurantes, espacios que podrían incrementar el riesgo de contagio", expuso Benito. Además, viajar en autocaravana es sinónimo de ahorro. En un año que amenaza con ser el de la mayor recesión económica desde la vivida en 1929, alquilar una caravana puede ser una opción económica para aquellos que no quieran renunciar a sus días de descanso viajando por el país. "El alquiler de estos vehículos ronda los 150 o 200 euros por día", comentó Fernández-Arruti. Mientras que los precios de venta de las kilómetro cero se aproximan a "los 50.000, en el caso de las más económicas, o a los 90.000, en las de gama alta".
Ciertamente, este año Pontevedra será uno de esos destinos de las Rías Baixas que podrán beneficiarse del caravaning. La Boa Vila inauguró en el año 2017 un área de servicio y pernocta para autocaravanas ubicada en los antiguos terrenos de Tafisa. Y, desde entonces, el espacio ha recibido la visita de decenas de turistas que, como Benito, destacan la calidad de los servicios, entre los que se encuentran el agua potable o el depósito de residuos, y la proximidad al centro de la ciudad, "haciéndola muy cómoda y funcional". Además, a estas ya de por sí atrayentes características, habría que sumarles la escasa incidencia del virus en el área sanitaria y la efectiva contención del avance de la pandemia. Ingredientes que aseguran el éxito de este tipo de turismo.
