Carmen Quinteiro: "Si no estás dispuesto a aprender, la vida tiene poco interés"

La profesora y escritora defiende la educación inclusiva y en igualdad en Conversas na UVigo, donde también repasó su trayectoria literaria ► "Cuando no supe por dónde tirar, empecé a escribir y eso me ayudo"
photo_camera La maestra y escritora Carmen Quinteiro (izquierda), este jueves, durante la charla que mantuvo con Chus Gómez. DAVID FREIRE

Carmen Quinteiro dice que le debe mucho a los niños a los que da clase. "Si no estás dispuesto a aprender, la vida tiene poco interés", comenta. "A mí me gusta decir que yo no cumplo años, cumplo aprendizajes".

La profesora y escritora de Pontevedra, con más de 25 años de trayectoria como maestra, en su mayor parte en A Xunqueira I, y tres libros publicados a sus espaldas, protagonizó la charla de este jueves de Conversas na UVigo, el ciclo que organizan conjuntamente Diario de Pontevedra y la Universidade de Vigo. La periodista Chus Gómez fue la encargada de entrevistarla y repasar junto a ella tanto su carrera educativa como literaria.

Quinteiro reivindicó aulas basadas en la inclusión, la igualdad, la experiencia directa, el diálogo y el trabajo con la educación emocional. Una de las grandes protagonistas de su exposición fue Miriam, la niña sorda que un día entró en su clase y acabó cambiándolo todo. "Yo no veía en ella un problema, veía una oportunidad. Recuerdo la primera vez que me miró. No te puedes imaginar la intensidad de aquella mirada. Lo único que ella nos ha proporcionado es riqueza".

Gracias a Miriam, la clase de Quinteiro pudo trabajar directamente la inclusión. "¿Porque de qué estamos hablando aquí? Yo creo que tengo muchas disfunciones. Como todos. ¿Qué es entonces la inclusión? Pues aceptar que todos somos diferentes, que hay que conocerse, quererse y respetar el ritmo de cada uno".

"Yo creo que tengo muchas disfunciones. Como todos. ¿Qué es la inclusión? Aceptar que todos somos diferentes y que hay que conocerse, quererse y respetarse"

La profesora también contó cuáles son las dos palabras que más se repiten en su clase: "gracias" y "persona". "Me he dado cuenta de que los estereotipos de género estás muy marcados con tres años y empecé a trabajar sobre eso. Sustituimos los juguetes que dividían a la clase entre niños y niñas por otros con formas y colores. Enseguida cambió todo y empezaron a interactuar entre ellos para solucionar las necesidades que se presentaban ante cada juego".

Quinteiro explicó que para ella, lo fundamental, es mantener un diálogo fluido con el alumnado, explicarles las cosas y escuchar lo que tienen que decir. Puso como ejemplo la curiosidad que a esa edad genera el esmalte de uñas. "La uña de un niño y una niña es igual de válida para ser pintada. Si tú decides que no se la pinte, tienes que explicarle por qué".

La maestra, que visita regularmente el Museo de Pontevedra y otros espacios de la ciudad con su estudiantado, también contó cómo ese tipo de pequeñas excursiones les sirven para trabajar con la experiencia directa por parte de los pequeños y pequeñas, además de con las emociones.

MICRORRELATO. Carmen Quinteiro recordó cómo la escritura se convirtió en una vía de escape en un momento duro de su vida. "Siempre había escrito, pero cuando todo se desmoronó, cuando no supe por dónde tirar, fue cuando empecé a escribir más en serio y descubrí que aquello me ayudaba". Su madre le regaló entonces un curso on-line en la Escuela de Escritores de Madrid y ella se interesó por el microrrelato. "Empecé a participar en el certamen de La Ventana, de la Cadena Ser, y quedé finalista".

"Escribir es terapéutico, sano, oxigena el cerebro y ayuda a soltar lastre"

De aquella experiencia nació Caleidoscopio, su primer título, "que, al principio, solo era para regalar a amigos y familiares". Pero ya no dejó de escribir. "No lo puedo remediar. Es terapéutico, sano, oxigena el cerebro y ayuda a soltar lastre".

Tras Caleidoscopio llegó Desde esta orilla. Y, a finales del año pasado, Bajo la lluvia no pesan las historias, un poemario que escribió en nueve días para, según dice, saldar una deuda de hace 15 años. "Embarazada de seis meses, perdí a mi hija. Fue el momento más duro de mi vida. Me sentí muy incomprendida y muy sola". El año pasado, para un concurso de poesía, la autora decidió volver a aquella experiencia y escribió de un tirón una colección de versos. "Llegué a tener miedo físico a volver a enfrentarme con todo aquel dolor. Sin embargo, cuando acabé me sentí fenomenalmente bien. Y entendí que era una deuda que tenía conmigo y con ella".

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