Cartablanca y la garantía

Nombre: Cartablanca
Dirección: Rúa do Camiño de Ferro, 3
Fundación: 2010.
Propietario: Elena Vitoria, Tomás Torres y Marga Pazos
Actividad: Consultoría gastronómica
Elena Vitoria, Marga Pazos y Tomás Torres toman la sede de Cartablanca. ALBA SOTELO
photo_camera Elena Vitoria, Marga Pazos y Tomás Torres toman la sede de Cartablanca. ALBA SOTELO

Usted quiere montar un bar. No se atreva a negarlo, abuelo. Todo el mundo quiere tener un bar o un restaurante y no creo que usted vaya a ser la excepción. Pero resulta que todo el mundo sabe montar un bar, o no sabe hacerlo como manda Dios. Claro que cualquiera que pueda pagarse un traspaso o acometer una reforma puede abril un local, pero luego viene lo difícil, que es la relación que se establece entre el negocio y sus potenciales clientes.

Es decir, que tiene que haber un equilibrio entre lo que el negocio ofrece y lo que el cliente quiere. Esa proporción no se adquiere por ciencia infusa. Hay tres maneras de lograrlo: una, de casualidad, algo que es harto improbable; otra, por experiencia propia, lo que como está usted calculando, le llevará años de trabajo a base de pruebas y errores; pero hay una tercera vía, la menos conocida y la más eficaz: dejarse asesorar por quien sabe. Si usted estudia ingeniería aeronáutica y encuentra trabajo en una fábrica de aviones, es probable que le vaya bien; pero la hostelería, como las fábricas de cerveza o las granjas ecológicas no dependen tanto de la experiencia de quien las monta o de sus conocimientos como de si deciden contratar a un experto.

Hay en Pontevedra una empresa, Cartablanca, que se escribe así, todo junto, que se dedica a eso: si usted decide cumplir el sueño de todos los terrícolas de montar un bar, un restaurante, un pub, una panadería o cualquier otra cosa relacionada con la hostelería, la restauración o la alimentación, contacte con ellos. No lo dude. Nacieron en 2010, hace diez años, en pleno estallido de la crisis que machacó a muchos sectores y especialmente al de la hostelería. Eran tres socios de edades dispares que pensaron que podrían emplear su talento en los bares o en los despachos y encontraron que una y otra cosa eran compatibles.

Empezaron diseñando cartas para restaurantes, de ahí su nombre. Dejaron a un lado las cartas decimonónicas que decían que hay bacalao a la plancha y al lado el precio, y empezaron a ofrecer a los clientes de sus clientes unas cartas novedosas en las que el comensal realmente puede decidir lo que le apetece comer y cuánto va a pagar. Fueron creciendo con sus clientes hasta ofrecer un servicio integral, que cubre todo el recorrido, desde la elección del local, la decoración, el menú, el servicio, todo.

Están en Camiño de Ferro, en el número 3 y Elena Vitoria, directora de Proyectos y Tomás Torres, gerente, explican que a lo largo de sus diez años de trayectoria, siempre han tenido claro que para sus clientes, Cartablanca debe ser una inversión, no un gasto. Garantizan la rentabilidad del negocio a base de crear una imagen propia y original, de entender a la clientela que acude a los locales de sus clientes, de proponer una carta en la que los platos más rentables no siempre son los más caros, de enseñar Hostelería. A estas alturas de sus carreras, muchos de sus clientes acuden a ellos porque comprueban que algo en sus negocios no va del todo bien, pero no son capaces de identificar el problema y necesitan a expertos que les digan en qué pueden mejorar; otros los llaman para empezar un negocio desde cero y con garantías.

Su índice de eficacia es del 100%. Haciendo mucha memoria, puntualizan. Tomás y Elena recuerdan que una clienta traspasó el negocio ganando una pasta, no porque no fuera rentable, sino porque un buen día decidió que la hostelería no era lo suyo. Aparte de eso, que no es un fracaso, ni un único fracaso.

En cada nuevo proyecto involucran a tres o cuatro empresas que a su vez generan empleo. Son conscientes de que en Madrid o Barcelona podrían arrasar, aunque reconocen que nunca se irán de Pontevedra: "Aquí se vive mejor y tenemos trayectoria por delante, porque hay buen producto y una gran cultura gastronómica, pero no tanta cultura de imagen". Están empeñados en profesionalizar el sector y no debe ser mala idea porque en sus diez años de trayectoria sólo han firmado éxitos. Cartablanca es una empresa local pero para nada localista. Desde nuestra ciudad trabajan montando locales en todo el Estado español. Ahora mismo están montando proyectos para clientes de localizaciones tan dispares como Salamanca o Logroño. No hay dos locales iguales, dicen, y tienen razón: "Cada proyecto es un pequeño universo propio que debe tener su propia identidad, dependiendo de muchas cosas: su localización, su imagen, y una idea de negocio que nosotros pulimos y adaptamos". Pues eso, que Cartablanca no falla. Que en un negocio tan deseado y tan voluble como el de la hostelería, hace falta una garantía de calidad, de imagen y de estabilidad. Así que ya sabe, cuando decida abrir un local para ganarse la vida, ahí está la gente de Cartablanca, y buena gente. Tomás Torres, dicho sea de paso, tiene una barba guapísima.

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