No fueron pocos los organizadores de magostos que este sábado, nada más levantar la persiana, fruncieron el ceño al ver el cielo totalmente cubierto y la lluvia cayendo incansable.
Pero el amor a las tradiciones todo lo puede y los preparativos continuaron adelante. A mal tiempo, buena carpa. Hasta cinco barrios de la ciudad desafiaron a las inclemencias meteorológicas para poder degustar sabrosas castañas asadas entre acordes musicales y convivencia vecinal.
Los más madrugadores fueron los residentes de la calle Altamira, que al mediodía organizaron el segundo magosto de su historia alternando el producto estrella del día con los choripanes que tanto éxito tuvieron el pasado año.
No faltó la alternativa vegana ni las cañas y el vino de la tierra para regar la degustación.
La fiesta se trasladó, ya por la tarde, hasta una de las citas más tradicionales de esta época del año en la ciudad: el magosto de Eduardo Pondal, en el que cientos de vecinos suelen dejar a un lado preocupaciones y rutinas para disfrutar de unas calientes castañas asadas, un buen vino y amenas sesiones de tertulia.
Una hora después, la celebración llegó hasta Monte Porreiro, donde la asociación O Mirador convocó a todo el barrio en la Plaza de Europa para llevar a cabo una jornada de confraternización.
Las ocho de la tarde debía marcar el pistoletazo de salida de otros dos magostos, pero la lluvia obligó a aplazar el previsto en la Praza da Pedreira, donde se reunirían cuatro colectivos (A Pedreira, Burla Verde, Trepia e APDR) para honrar a San Martiño con "castañas, chourizos e viño", bajo el argumento de Pola defensa da terra.
La que sí se mantuvo fue la de O Burgo, puesto que la asociación de vecinos fue previsora y lo celebró en su local social.
