El periodista Chapu Apaolaza presentará el próximo martes en Pontevedra la constitución del capítulo de la Fundación Toro de Lidia en la provincia, el cuarto de la entidad tras crear los de Málaga, Albacete y Salamanca.
¿Por qué crear un capítulo de la Fundación en Pontevedra en estos momentos?
El hacer capítulos en las provincias es una parte del plan estratégico de la Fundación Toro de Lidia. Somos parte de la sociedad civil y es la manera que hemos encontrado de estar cerca de la gente que quiere defenderlo sobre el terreno. Y, además, en Pontevedra es perfecto porque es uno de los sitios arquetípicos del intento de censura moral de los antitaurinos hacia una manifestación cultural legítima. Se están viendo constantemente ataques. Es también el gran foco de afición en Galicia.
La presentación del capítulo la harán poco más de una semana antes del inicio de la feria pontevedresa. ¿Qué le parece el cartel de esta edición?
La casa Lozano, que es la que lleva la plaza, ha cuidado mucho Pontevedra y son unos carteles de primera, acordes a la calidad y al escalafón actual. No solemos entrar a juzgar al sector dentro, sino que, en lo que nos esforzamos, sobre todo, es en mantener la libertad de la gente y de poder celebrar la tauromaquia.
¿Qué perfil tienen los miembros del capítulo pontevedrés?
Hay profesionales de todo tipo. El martes presentaremos la comisión. Son gente de la calle que quiere contribuir a que la tauromaquia se mantenga y pueda disfrutar de ese derecho. No existe un perfil sociológico. Lo que se ha dicho de que el aficionado a los toros es un hombre mayor, principalmente de derechas, no existe.
Pontevedra es el sitio arquetipo del intento de censura de los antitaurinos hacia una manifestación cultural legítima
Argumentan ustedes que la tauromaquia es el segundo espectáculo cultural en España en número de espectadores, superado por el cine extranjero. ¿Se ven menos jóvenes en las plazas o es una percepción equivocada?
Nuestra percepción y los datos nos dicen que no es así. Cada vez hay más jóvenes en las plazas. Las últimas encuestas del Ministerio de Cultura dicen que el número de personas que han acudido a un espectáculo taurino en el último año está en un 9%. Reconociendo que hubo un ajuste por la crisis, cada vez va más gente a las plazas. Es curioso cómo se ha creado una imagen totalmente distorsionada. Sorprende mucho, porque la gente piensa que es un espectáculo que se está acabando. Pero mi reflexión es: ¿y si fuera menos gente a los toros? Ese argumento que enarbolan los antitaurinos de que va poca gente, en realidad no es válido. ¿Con ese mismo argumento deberíamos atacar el ballet, al que va menos gente que a los toros? Obviamente, no.
Es peligroso que desde las instituciones se atienda al intento censor de algunos colectivos antitaurinos
Acaba de regresar de Francia de presentar un libro. ¿Se valoran más los toros en el extranjero que aquí, en su cuna?
Puede ser. En Francia, por ejemplo, se valoran muchísimo los toros, están muy unidos a la cultura. Se ven de manera distinta. Aquí cuidamos menos el patrimonio taurino porque pensamos que siempre va a estar ahí, aunque está habiendo una revolución de la sociedad civil para protegerlo.
¿Qué logros ha conseguido la Fundación en sus tres años de trabajo y qué le queda por hacer?
A través de más de 60 contenciosos y procedimientos judiciales se ha conseguido parar una ofensiva que se daba desde los ayuntamientos para poner fin arbitrariamente a las corridas de toros y toda una ola de odio que caía en las redes contra los aficionados. Otra labor que estamos intentando llevar a cabo es la normalización de los toros en la sociedad, recuperar espacios de libertad mediante la normalización, establecer un relato distinto y resituar el debate de toros sí, toros no.
El mismo año de la creación de la Fundación, en 2015, la Deputación de Pontevedra declaró la provincia territorio libre de corridas de toros. ¿Qué opinión le merece?
Es un tema de censura moral y nos parece peligroso que se atienda desde las instituciones al intento censor de algunos colectivos. Es como si hay gente a la que no le gusta determinado tipo de música y las instituciones ceden y se declaran contrarias a ese estilo. Por eso nos sorprende que las administraciones cedan a ser cómplices de la censura. Hay que dejar claro que los toros no son una cuestión de gusto; son una cuestión de libertad.
