No hay fecha para la reapertura de la iglesia de Salcedo, que permanece cerrada desde noviembre de 2018, pendiente de las obras de restauración de la bóveda (que tiene peligro de desprendimiento) y del coro (que está apuntalado). La incertidumbre sobre el regreso de los oficios religios al templo ha generado un progresivo éxodo de feligreses hacia Campolongo, a pesar de que en la propia parroquia se mantiene la liturgia dominical (a las 10.00 horas) de forma provisional en el Centro de Espiritualidad Raíña da Paz, situado en el barrio de San Blas.
"Para funerales o aniversarios los feligreses pueden elegir entre Raíña da Paz, Bértola (en Vilaboa) o San José de Campolongo", explica Jesús Niño, párroco de Salcedo que también oficia la misa dominical en Bértola (11.00 horas).
El traslado de devotos de Salcedo a la parroquia de Campolongo ha supuesto, según Jesús Niño, una "caída brutal" en los donativos de los feligreses. "Es penoso que muchos parroquianos de Salcedo que iban a misa a su iglesia se hayan olvidado de su condición de feligreses de esta parroquia y estén yendo a la de San José de Campolongo", se lamenta el clérigo.
Jesús Niño asegura que le consta que hace tres meses el Arzobispado de Santiago de Compostela y la Xunta mantuvieron una reunión en la cual la Administración gallega (en concreto la Consellería de Cultura) asume el coste de las obras de restauración del templo de Salcedo, por un importe de 350.000 euros.
"Imagino que la restauración de la iglesia de San Martín va para largo porque no creo que con esta situación de pandemia haya disponibles muchos dividendos", pronostica el sacerdote.
Por contra, la Consellería de Cultura no aclara si colaborará económicamente a la restauración del templo de San Martín. "Esta é unha obra promovida polo propio Arcebispado que foi autorizada pola Dirección Xeral de Patrimonio Cultural", explica este departamento autonómico sin entrar a detallar si además de dar luz verde al proyecto ayudará con la aportación de fondos.
En principio la Iglesia estaba dispuesta a asumir parte del coste de la restauración y dejar en manos de la parroquia una aportación de 100.000 euros mediante la fórmula de un préstamo que el propio Arzobispado haría a la parroquia y que ésta tendría que ir devolviendo en cómodos plazos y a un interés muy bajo (con fondos de los donativos que realizarían los feligreses en las celebraciones litúrgicas). La Administración eclesiástica buscaría el apoyo financiero necesario para poner la parte restante del importe de las obras.
La iglesia parroquial permanece cerrada desde el 4 de noviembre de 2018. Ese día el sacerdote Jesús Niño, propuso al Arzobispado la clausura del templo por motivos de seguridad y, con la "ayuda inapreciable" de un grupo de feligreses, trasladó al Centro de Espiritualidad Raíña da Paz todo el contenido transportable del templo (entre esos objetos destacan las imágenes y el órgano).
El párroco ya había observado entre abril y mayo de 2018 ciertos desprendimientos del techo de las bóvedas. Pero fue el 30 de septiembre cuando saltaron todas las alarmas cuando se desprendió un trozo de mortero.
El estudio que efectuó el arquitecto de la Diócesis, Carlos Rosón, confirmó los peores presagios, ya que reveló el progresivo deterioro tanto de las bóvedas como del coro y de una de las torres de los campanarios, defectos debidos a una reforma y retejado deficientes que se habían realizado hace más de 20 años.
La iglesia actual, de estilo neoclásico, sustituye a un antiguo templo que fue demolido en 1770. El antiguo databa de los siglos XV y XVI, mientras que el actual es una impresionante construcción cuyo interior alcanza los 10,16 metros y una longitud de 26,65 metros. La distancia entre los extremos de los brazos laterales es de 15,51 metros.
"Los de Salcedo y San Bartolomé son los únicos templos que tienen dos campanarios", precisa Jesús Niño.
