Julio Ballinas: el cirujano que salvó a Federico en un avión

La intervención del doctor, que ejerce en el Hospital de Montecelo, fue fundamental para salvar la vida a un hombre que viajaba en un avión entre Madrid y Ciudad de México al que tuvo que practicarle un drenaje pleural en pleno vuelo ► El paciente, que acudía a la boda de su hijo al otro lado del charco, se encuentra estable 
Julio Ballinas (segundo por la izquierda, con los brazos cruzados) prefiere compartir su satisfacción con sus compañeros del área de Cirurxía del CHUP y no quiere salir solo en la fotografía.
photo_camera Julio Ballinas (segundo por la izquierda, con los brazos cruzados) prefiere compartir su satisfacción con sus compañeros del área de Cirurxía del CHUP y no quiere salir solo en la fotografía. CEDIDA

Cuando Julio Ballinas tomó el vuelo IB6403 hacia ciudad de México el pasado 14 de diciembre ni se imaginaba la travesía que tenía por delante. En el mismo avión viajaba Federico, un paciente con un cáncer de pulmón avanzado que, además, se había roto algunas costillas unos días antes de desplazarse a México para estar presente en la boda de su hijo.

Montar en aquel avión en su estado de salud era arriesgado, "pero cualquier persona lo habría hecho teniendo en cuenta que su hijo se casaba y llevaba tiempo sin verlo debido a la pandemia, durante la que le habían diagnosticado un cáncer de pulmón", explica el cirujano.

Las vidas de Julio y Federico se cruzaron poco después del despegue, cuando a cuatro horas del aterrizaje previsto en Ciudad de México, el paciente se desvaneció en su asiento y alguien lanzó la pregunta tan utilizada en guiones de películas: ¿hay algún médico a bordo?

"Al principio sientes miedo, pero ves que la persona está desvanecida y tienes que hacer algo porque nadie más puede hacerlo", apunta Ballinas, que resta importancia a su intervención.

El doctor, que forma parte del equipo de Cirurxía de Montecelo, cambió el quirófano por el pasillo de aquel avión y comenzó su trabajo para reanimar a Federico, que viajaba con su mujer. Ella se había encargado de llevar impreso todo el historial médico del paciente, lo que le permitió a Ballinas intuir qué era lo que podía estar ocurriéndole. "Estuvimos reanimándolo durante un tiempo yo, una psiquiatra que viajaba en el avión y el personal de la tripulación, pero cada vez estaba más azul", apunta.

El doctor tenía indicios para creer que Federico estaba sufriendo un neumotórax y la forma de salvarle la vida era practicarle un drenaje pleural en pleno vuelo. Además, avisó al piloto de que era necesario aterrizar cuanto antes.

El aeropuerto más cercano, el de Miami, estaba a una hora y media del punto en el que se encontraba el avión y lo fundamental era mantener con vida al paciente hasta llegar a un hospital.

Fabricó una sonda pleural con un tubo, la punta de un dedo de un guante y una botella de agua y procedió sin anestesia 

Todo ocurrió en el pasillo del avión, con los demás viajeros presentes. "Un drenaje pleural es algo que hago en mi día a día en quirófano, pero no es lo mismo operar en un hospital que hacerlo en un lugar como ese, con un montón de gente mirando. Además, las condiciones de higiene son muy diferentes, pero era algo que había que hacer urgentemente", explica.

Para practicarlo echó mano de los utensilios que había en el botiquín del avión. "Pudimos ponerle un suero con una vía periférica, pero seguía empeorando", cuenta. Un drenaje de pleura consiste en agujerear el tórax entre las costillas para que el aire (atrapado entre la pared torácica y los pulmones, oprimiéndolos) salga y permita al paciente respirar.

Para realizarlo, se utiliza una sonda pleural, una herramienta de trabajo que no había en el avión. "Utilicé la punta del dedo de un guante, un tubo de plástico y una botella pequeña de agua", explica.

Eso sí, el procedimiento tuvo que realizarse sin anestesia, porque no había en el avión. "Esperamos a que se desvaneciese porque no teníamos anestesia local", cuenta Ballinas, que añade que en el momento de la intervención comenzó a notar cómo por la cánula que había introducido salía aire, lo que confirmaba que estaba acertado en su diagnóstico.

"No cualquier médico sabe hacer un drenaje de este tipo, es algo que hacemos los cirujanos", apunta. Así, Federico no solo fue afortunado por coincidir con un doctor en el vuelo, sino también porque la especialidad de Ballinas es la cirugía.

Aterrizaje. Cuando el avión pudo aterrizar en Miami, Federico había recuperado el tono rosado, movía las manos y comenzaba a reaccionar. "En el momento yo estaba centrado en que el hombre llegase vivo al aeropuerto y ni le pedí el número de teléfono a su mujer", explicaba Ballinas ayer, que durante la mañana todavía estaba tratando de averiguar qué había sido de Federico.

El paciente permanece en la UCI de un hospital de Miami, estable y extubado, se ha perdido la boda de su hijo pero ha salvado su vida

"Yo hablé algo con su mujer, sé algunos datos del paciente, pero en Iberia no me dicen nada y eso que me pidieron un correo electrónico para agradecerme mi intervención, pero me preocupa lo que haya pasado con el paciente", explicaba.

Fue solo unos minutos después cuando Ballinas recibía un mensaje de una compañera del equipo de Cirurxía de Montecelo: "No te vas a creer lo que te voy a decir, el señor al que salvaste en el avión está bien. Una familiar le preguntó a una amiga mía que es médico si conocía a un cirujano de Pontevedra que había ayudado a un señor en un avión y me piden si puedo darles tu teléfono porque quieren agradecértelo. El señor está vivo y estable y te debe la vida".

Ballinas ya ha podido hablar con la esposa de Federico, que permanece estable y extubado en la UCI de un hospital de Miami. "Es una alegría y un alivio", explicaba este lunes Ballinas, protagonista de esta historia con final feliz. Federico, al final, no pudo asistir a la boda de su hijo, pero ha salvado su vida. "Lo importante es que está vivo", sentencia el cirujano quitándole importancia a todo lo demás.

"Solo quería bajarme del avión" 
Julio Ballinas nunca había vivido algo semejante a lo que le ocurrió en su último viaje a México. "Algunos pasajeros me felicitaron después, pero yo en ese momento solo quería bajarme del avión. La verdad es que la gente colaboró, les pidieron que permaneciesen sentados en sus asientos y así lo hicieron", recuerda.

Aun así, evita hablar de valentía y reconoce que sintió miedo, ya que en un avión no existen los medios para llevar a cabo una intervención con garantías. "Incluso me preocupaban las implicaciones legales que podría tener mi actuación y estaba bastante preocupado. La compañía aérea, Iberia, me pidió mi número de colegiado y quedó en enviarme un email, pero de momento no he tenido noticias", explica.

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