El coche como arma homicida

La muerte de Jéssica Méndez se esclareció gracias a un eficaz informe de la Guardia Civil de Tráfico y testimonios concluyentes. Sin embargo, existe una cifra negra de fallecidos en presuntos accidentes de circulación que en realidad son asesinatos
El presunto autor del crimen de Barro, en los juzgados de Caldas de Reis. JAVIER CERVERA
photo_camera El presunto autor del crimen de Barro, en los juzgados de Caldas de Reis. JAVIER CERVERA

En enero de 2022, los habitantes del pueblo castellano de Traspinedo, en Valladolid, se movilizaron para buscar a Esther López, una mujer de 35 años cuyo móvil dejó de dar señal en la madrugada del día 13. El 5 de febrero, casi un mes después, un hombre halló su cuerpo con signos de violencia en una cuneta que ya había sido rastreada con anterioridad. Alguien dejó allí el cadáver. La Guardia Civil investiga lo ocurrido. Tiene ante sí una misión dificilísima: acreditar que la muerte, probablemente a causa de un atropello, se produjo de forma intencionada. Hasta el momento hay tres personas investigadas en un caso con muchas más sombras que luces, todavía bajo secreto sumarial.

Mientras, en Pontevedra, el mismo Instituto Armado, de la mano de la Fiscalía, trabaja para acumular la carga probatoria necesaria para que el juez condene por asesinato a José Eirín, que, con su coche, embistió de frente a Jéssica Méndez, una joven de Barro con la que, según todos los indicios, estaba obsesionada. Un eficaz informe del Subsector de Tráfico unido a testimonios de personas que certificaron la situación previa del investigado en relación con la víctima convencieron al juez, que, indiciariamente, aprecia que cometió los hechos con el objetivo de dar muerte a Jéssica, algo que consiguió.

El caso gallego es, sin embargo, una excepción de esas que se dan de cuando en cuando y que hacen que se cumpla la regla, que dice que existe una incontable cifra negra de muertes, ya no solo con la violencia machista como telón de fondo, sino con toda clase de motivaciones, que se producen en el marco de lo que acaba siendo considerado un accidente de circulación cuando, en realidad, es la escena de un crimen que no logra esclarecerse.

Así lo confirman las autoridades dedicadas a investigar accidentes de tráfico en la provincia, que señalan que a los delincuentes les resulta relativamente sencillo "disfrazar" de accidente lo que en realidad es un homicidio. Las simples marcas de frenada o de giro brusco en la calzada y la desvinculación entre víctima y verdugo son suficientes para cerrar los casos sin unas pesquisas más profundas. En el peor de los casos, los autores de los hechos zanjan su participación con penas mínimas producto de un juicio por un homicidio por imprudencia que, en la mayoría de los supuestos, ni tan siquiera acarrean un ingreso en un centro penitenciario.

Siguiendo en la provincia, existe un caso muy reciente en el que un hombre ha sido condenado por la Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra a doce años y medio de cárcel por intentar matar a su expareja en un coche en plena AP-9, en el partido judicial de Cangas de Morrazo. El investigado chocó de forma violenta contra otro turismo, haciéndole dar vueltas de campana, en un siniestro provocado. "Me ha salido mal la jugada", dijo, una vez que comprobó que no había logrado sus objetivos. La alteración psíquica del procesado cobró importancia en un juicio en el que fue condenado por los hechos cometidos contra su expareja y contra el conductor del otro turismo. Este mismo mes de marzo, el Tribunal Supremo ha declarado que no cabe recurso alguno ante el dictamen elaborado en Pontevedra y validado posteriormente en el TSXG.

Los coches son, en otras ocasiones, escenario de agresiones en el marco de la violencia de género, dado que los maltratadores los emplean para conseguir sus objetivos. Un ejemplo reciente de ello ocurrió en la provincia de Pontevedra. El TSXG acaba de confirmar la pena de nueve años de cárcel para un individuo que apuñaló a su esposa, con la que estaba en trámites de divorcio.