El concello supera los 84.000 habitantes gracias al crecimiento del casco urbano

La urbe ganó un 6% de residentes en los últimos años mientras las 15 parroquias perdieron un 3,7% ► Los fallecimientos superan a los nacimientos y el número de centenarios se duplica

Gente paseando por el centro. LAURA GARCÍA
photo_camera Gente paseando por el centro. LAURA GARCÍA

A diferencia de otros municipios gallegos en los que la pérdida de población es una constante, Pontevedra cerró 2017 superando por primera vez la barrera de los 84.000 habitantes (84.007 para ser más exactos). El volumen implica un crecimiento del 13% respecto a hace 20 años y significa que el ayuntamiento ha ido ganando adeptos en las últimas dos décadas a un ritmo de unos 500 moradores al año. ¿Qué sucede? Que el aumento ha sido dispar y, básicamente, ha tenido lugar en la urbe.

Desde 2008, el casco urbano ganó 3.603 residentes, hasta alcanzar los 63.746 (lo que implica una subida del 6%). En cambio, las quince parroquias que integran Pontevedra han ido perdiendo habitantes de forma paulatina debido al envejecimiento de la población y a la fuga de las generaciones más jóvenes hacia las ciudades. La caída más pronunciada ha tenido lugar en Lourizán. Esta ha disminuido el censo de empadronados en 164 personas, aunque, de todas formas, sigue siendo la parroquia más habitada, con 3.112 vecinos.

Los otros tres lugares que han perdido más peso poblacional en la última década han sido Campañó (-105), Alba (-93) y Lérez (-85).

La parroquia que mejor ha resistido desde el punto de vista demográfico ha sido Mourente, con 44 bajas que han dejado el número de vecinos en 2.047. En conjunto, el rural ha pasado de 21.042 habitantes a 20.261, lo que implica un descenso del 3,7%.

Por volumen, las parroquias más habitadas son Lourizán (3.112), Marcón (2.093), Salcedo ((2.062) y Mourente (2.047). ¿Y las que menos? A Canicouva (255), Bora (732), Cerponzóns (736) y Alba (748).

SALDO NEGATIVO. El crecimiento vegetativo (equivalente a la diferencia entre defunciones y nacimientos) es otro de los factores que anima a encender las alarmas. Y es que, por segundo año consecutivo, el saldo vuelve a ser negativo debido a que los fallecidos superaron en número a los nacimientos. Además, la curva es cada vez más pronunciada. En 2016, la diferencia era de 30 individuos (643 defunciones frente a 613 bebés), pero en 2017 la resta fue de 79 (713 muertes frente a 634 alumbramientos).

Relacionado con esto cabe subrayar que la natalidad ha descendido en la última década un 28% (en 2008 se registraron 881 nacimientos) y que, al mismo tiempo, la mortalidad ha subido un 11,2% (dado que en 2008 se contabilizaron 641 fallecimientos).

Por franjas de edad, los datos del padrón municipal revelan que la población menor de cuatro años se redujo un 17% en los últimos diez años y que la mayor de 65 creció un 25,3% en este mismo intervalo, pasando de conformar un colectivo de 13.374 personas a uno de 16.762 (equivalente al 20% de la población total). Otro dato a tener en cuenta es el número de centenarios, que se ha duplicado en la última década. En 2008 había 21 afortunados y a finales de 2017 eran 44, más del doble.

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